martes, 1 de abril de 2025

CUENTAS PENDIENTES.



        Cada vez que finaliza una gestión de gobierno, tanto el gobernante como los gobernados suelen realizar sus propios balances, sacando personales conclusiones, que resultan ser una suerte de cierre de ejercicio.        

         Tal vez, cuando se aproxima la inevitable lejanía del poder, el silencio forzoso de los adulones y la especie de desocupación inmediata, convierten al ex mandatario en un profundo pensador, como agudo observador de quien lo sucedió en el poder; pero lejos de acercarse y colaborar con su sucesor para que no se repitan los errores de siempre - quien sabe si intencionados o no -  se produce por el contrario, una situación de irónica espera, con la expectativa de que los desatinos vuelvan a ser actos repetidos, es decir una constante, siempre en perjuicio de la comunidad.

         De igual manera, siempre reiterándose el acostumbrado episodio reseñado, la vida democrática sigue su camino, sorteando tras su transito los escollos mas diversos y sinuosos, deslizándose por la cuerda floja, que únicamente el destino sabe cuando se cortará.

         Mientras ello sucede, se escuchan por doquier las mismas voces que suenan en tono de preguntas, que quizás por repetidas y tediosas, nadie se digna a responder: ¿Y lo que nos prometieron los candidatos antes de la asunción, durante la campaña electoral, cuándo se cumplen?

ADMINISTRAR LA CRISIS
        
       Todos sabemos que la crisis, en si misma, es difícil de administrar y que los memoriosos expresan, no sin razón: ¿Cuál es el gobernante que no pidió un sacrificio para que sus proyectos puedan ser realidad? ¿Quién se opuso alguna vez a la solicitud del ungido, por el voto popular? Al margen del silencio, siempre queda una pregunta por realizar y son las mismas que históricamente se pronuncian en voz baja, pero que todos las escuchamos, porque se viven y se sienten.

         Ayer a la vera de un camino, una anciana mujer lloraba su impotencia, mientras que muchos que le temen a la miseria, transitaban a su lado presurosos, ajenos al dolor y al sentimiento de la vejez.        

         Preguntamos las causas de ese llanto y resultó ser que le habían suspendido el “bono solidario”, después de hacerla padecer una cola de casi cinco horas y para colmo, ya hacia un tiempo, le había ocurrido lo mismo con la aquella lamentable dadiva llamada la “caja del PAN”.

         Dijo que vive sola y que casi alcanza los 60 años, que no tiene beneficio alguno que el sirva para subsistir y dijo también que las promesas de los candidatos que ella vota siempre, no se cumplen, ni el esfuerzo es valorado, en esa tierra de los “promesantes” que nunca apelan a la verdad, que  ellos pregonan, que es la única realidad. (sic)

         Estas situaciones que ocurren a diario, nos invitan a la reflexión: ¿Los que gobiernan, están realizando un reparto equitativo de los bienes de todos? ¿Cumplen acaso con la delicada misión que la comunidad les ha confiado?

         Los sistemas de previsión social, parecieran que no llegan a los lugares a donde deben concurrir, allí donde habitan la adversidad y el infortunio; la mendicidad es cada día mas creciente y es cierto que los salarios - algunos de ellos- no se compadecen con la dignidad del ser humano y es sabido, que ello arrastra efectos no deseados por nuestro cuerpo social, que lamentablemente debe padecerlo.

         Así las cosas, el pueblo acata el sacrificio pedido, porque sabe que el país lo necesita y todos somos parte de esa Nación, pero, ¿Dónde reside lo razonable del pedido y cuáles son sus alcances?

         Hay sectores que no pueden, ni quieren, hacer de sus vidas una constante espera, de lo que saben de antemano, que no llegará. Otros, los más resistentes, pensamos que se ha prometido mucho y albergamos la esperanza de que aflore la buena voluntad de dar estricto cumplimiento a lo que en su momento se ha pregonado a viva voz.

         Los que mandan, saben a ciencia cierta - lo reconozcan o no- que del balance han quedado cuentas pendientes, que serán exigidas en el oportuno momento del acto electoral.

         El ejercicio actual aun no ha cerrado y queda tiempo suficiente para evitar posibles lamentaciones, que ojala, no se repitan.


Publicado en el diario EL LIBERAL, 27 de noviembre de 1989.-

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