sábado, 23 de marzo de 2024

E L G O L P E


                                     
              (Recuerdo de una noche que cambió el rumbo de la historia)

       La noche del 23 de marzo de 1976 me encontró estudiando en compañía de Luís Marcelo Quiroga y José Antonio Uñates, dos queridos y entrañables amigos, lamentablemente fallecidos.

Recuerdo muy bien la teoría de los contratos, la locación, el mandato y un sin fin de especulaciones, que se mezclaban con el café cada media hora, los “jockey club” de Tito, los “colorado” de Tuky y mis clásico habanos que le aportaban al escritorio un aroma de púb nostálgico.

En Buenos Aires, la Sra. Presidente de la Nación Maria Estela Martínez viuda de Perón, recibía a los políticos del momento, los que pretendían salvar la democracia desde un sector y a los otros, que anhelaban seguir participando, pero desde la otra posición a la que estaban acostumbrados.

Mi poderosa radio de entonces Tonomac Platino, informaba por minutos los avances del noticiero de radio El Mundo, pero como éste no era confiable, sintonizábamos radio Colonia, emisora que aun transmite precisamente desde Colonia, en la República del Uruguay. 
Aproximadamente a las 20 y 30 Oscar Alende el legendario presidente del partido Intransigente declaraba: “Tengan confianza los argentinos estamos lejos de un golpe” Nos mirábamos sin opinar. No discutíamos sobre los acontecimientos nacionales, pero cada uno sabía, desde su óptica, que las cosas no estaban bien en las esferas del Poder central.

En Santiago del Estero, como no podía ser de otra manera, gobernaba el Dr. Carlos Arturo Juárez, secundado por su compañera Mercedes Marina Aragonés quien por entonces se encontraba a cargo de la Subsecretaria de Desarrollo que dependía del Ministerio de Bienestar Social. Arturo Frondizi informaba que: “Es necesario consolidar el FREJULI para aventar los rumores golpistas que tanto daño le están haciendo al tejido social”. Nosotros estábamos atentos y continuábamos estudiando, pero con la radio prendida.

En ese tiempo la inflación se hacía sentir como nunca, digamos como ahora. La sensación de que existía un “vacío de poder” estaba presente en todas las conversaciones de los argentinos. La caída de los salarios, la devaluación del peso, los reclamos sindicales, el aumento de las tarifas en un 100 por 100, colocaban a los trabajadores en un estado de angustia permanente. A ello se sumaban los constantes crímenes de la Alianza Anticomunista Argentina, conocida como la “triple A” conformado un clima expectante y no precisamente para la continuidad democrática.

Los nombres de José López Rega, Casildo Herrera, Celestino Rodrigo y otros se reiteraban en las mesas de las acusaciones y el descontento generalizado. El uso de una “licencia por salud” más provocada que solicitada por la Presidenta, el atildado Italo Luder como la contra cara de Lastiri y sus miles de corbatas. Los efectos del “rodrigazo” y los movimientos nerviosos en Campo de Mayo recalentaban un ambiente tan elocuente y propicio, que no resultaba extraño ni para el más democrático de los argentinos.

YO NO TENGO SOLUCIONES

Cerca de las 23 se anunciaba la palabra de Ricardo Balbín, el Jefe del partido radical. En mi escritorio se hizo un silencio elocuente. Esta vez nos miramos ansiosos, preocupados, porque sabíamos que el  radical disponía de mayor información y era conocido como un hábil negociador.

Ya habíamos escuchado a los voceros del optimismo que se mantenían reunidos en los despachos de la presidencia. Este era el último de los oradores.

No habló mucho, como era su costumbre, sus discursos estaban confeccionados dentro de una síntesis bien definida.

-“Yo no tengo soluciones” –dijo- sentenciando el fin de la democracia y se cortó la comunicación.

Cerca de la media noche, como era habitual en la época de exámenes, estábamos comiendo los mentados “panchitos con licuado de banana y leche” sobre la entonces acequia Belgrano, al frente del Automóvil Club.  Al volver –como éramos tres- varios militares y presuntamente civiles que ya habían ganado las calles, nos interceptaron sobre Libertad y 25 de Mayo y zafamos por las credenciales policiales de mis amigos.

Cuando llegue a mi casa, me informaron que habían llamado los Doctores Vicente Solano Lima y Alberto Fonrouge, para alertarme sobre el golpe de Estado.

A la semana siguiente me visitó mi padre, pidiéndome prudencia en mis actos, pues gente de los “servicios” le habían comunicado que desde el Ministerio del Interior habían requerido mis antecedentes, pero que no me preocupara.  ( para que en realidad me preocupe)

Antes de fines de abril recibí el decreto en donde me dejaban “prescindible” de mi cargo en el PAMI local de donde era su Jefe.

No rendimos en ese turno del trágico marzo. Mis amigos con exceso de trabajo. Yo desocupado, como tantos. Después llegó el miedo y una angustia permanente.

Desde la terraza de mi casa observaba casi todas las coches, movimientos de combate, gente corriendo, a veces gritando, todo a oscuras, en silencio… como el de los sepulcros.

Hoy se celebra el día por la Memoria, la Verdad y la Justicia instituido por la Ley No. 25.633. Pasaron 48 años desde esa noche que sirvió de prologo al 24 de marzo de 1976, cuando un genocidio inútil y perverso, acentuó una vez mas el desconcierto entre los argentinos.

Suscribo nombre y apellido
y ruego a Ud. tome partido
para intentar una solución
que bien podría ser la unión
de los que aun estamos vivos
para torcer nuestro destino
saluda a Ud. un servidor.

(V. Heredia)

viernes, 15 de marzo de 2024

P A P U R A. . .

 

                                        

Fue a mediados de los 70 cuando, visitando la casa solariega, lo encontré en el patio jugando con mi hijo mayor que tendría unos cuatro o cinco años.  Mi hermana, que también participaba del juego, me dijo: se llama Luis y vive a media cuadra.

No lo recordaba como a un integrante del barrio, quizá porque mi memoria de entonces se concentraba en el lugar en donde residía, lejos del regimiento y el fugaz servicio militar, de la cancha de Patagonia en donde aprendí a jugar un básquet rudo  y de la cancha de Unión a donde hacíamos cola para que Tuchi nos dejara pasar sin pagar entrada.

Él, no pertenecía a ese tiempo o quizá era invisible a mis ojos. Después, se repetía el comienzo, y lo encontraba a diario en la puerta de mi vieja casona, siempre al servicio de mis padres y dispuesto a pasear a mi hijo, quien sentía un afecto especial por ese amigo grande, a quien lo acompaño con su amistad, hasta el fin de sus días.

Nunca escuché que lo llamaran por su nombre, le decían Papura ¿?  Y él respondía conforme a ese apelativo. Con el paso del tiempo, se fue integrando espontáneamente a mi círculo de amistades, convirtiéndose en el organizador de las tertulias con viejos amigos en la ya deshabitada casa paterna.

Siempre pregunté por su origen y nunca obtuve respuestas. Parecía como recién llegado, no sé de donde, tampoco a que labor dedicaba su existencia. Tan solo se lo veía deambular por esa calle de tierra en donde jugaba con los niños y se divertía más que ellos.

De mediana estatura, piel trigueña, ojos oscuros, pelo ralo, sonrisa permanente, se arrimaba en silencio y observaba callado las conversaciones, pero siempre estaba a la expectativa de poder participar, realizando cualquier tipo de actividad que se le indicara. Esa actitud le valió para que se lo extrañara, cuando no estaba y para que preguntásemos por él.

Tenía alguna dificultad en el habla, quizá por ello su discreto silencio, lo que no le impedía contar chistes, descifrar sobrenombres, y hacer resaltar su carcajada estridente cuando calificaba a todos los presentes.

Con el correr de los años se fue transformando en un joven robusto, pero con actitud de niño, simple, educado, discreto y por sobre todas las cosas atento, desbordando amabilidad. A mediados de los 90, me visitó en mi casa, lo que en verdad me sorprendió, era para pedirme algún trabajo, en lo que sea, “porque esta dura la situación”, me dijo con angustia.

Intercedí para que lo nombraran en la policía, días antes de renunciar a un cargo político. Me comentaron que lo habían traslado al interior de la provincia, con el cargo de agente.

Pasaron los años y no hace mucho lo vi, al pasar, sentado en la vereda de un bar, al frente de los tribunales, a donde suelo ir a desayunar. Cuando volví del estacionamiento, ya no estaba. Le pregunté al mozo, por el señor de la mesa del medio. Me dijo recién abrimos, es el primer cliente.

Días después me informaron su fallecimiento. Sin duda, que ese día me buscó, para despedirse.

 

 

 

sábado, 2 de marzo de 2024

PEQUEÑAS LECCIONES DEL BUEN VIVIR

                                                   Ya cumplí más de 70 años….

 I 
*-Y comprendí que no pasa el tiempo. Pasamos nosotros
 *-Que, no se deben mendigar los afectos.
 *-Que, quienes  no están, no nos sirven de nada.
 *-Que, nunca es tarde para iniciar algo nuevo.
 *-Que, mi tiempo es lo más valioso de mi existencia.
 *-Que. nacemos con un don, al que debemos agradecer y formalizarlo.
 *-Que, no debo desesperar, cuando me quedo solo
 *-Que, lo que fue, cumplió su etapa y simplemente fue.
 *-Que, nunca dejé de estudiar y lo haré hasta el final de mis días.
 *-Que, creo que fue el amor, quien me visitó algunas pocas veces y le estoy más que  agradecido.
 *-Que, el miedo siempre fue una amenaza que pude superar.
 *-Que, el ser agradecido es un estigma que llevo desde mi nacimiento.
 *-Que, la vejez es un criterio que afecta a los otros. 
                                      
      II           
+-Aprendí a dar sin necesidad de que me pidan.
+-Entendí que es imposible  pretender cambiar a las personas.
+-Razoné que no existe otro camino que el que tenemos signado.
+-Es por eso que aprendí a meditar, quizá un poco tarde
+-Y deje de extrañar aquello que no tiene retorno.
+-Y al fin dejé de esperar las cosas imposibles.
+-Y así llegué a reencontrarme, cuando me perdía.
+-Vivo con toda pasión, sin dejar nada en el descuido.
+-Nunca perdí, ni negocié, mis principios.
+-Lo que dicen que perdí alguna vez, nunca fue mío o se acabó.
+-Siempre me fui cuando entendí  que estaba de más.
+-Jamás permití que me atraparan las cadenas de la opresión.
+-Siempre luché en contra de las libertades absolutas.
+-Nunca dejé de consultar con mi Dios y siempre fui escuchado.
+-Cada etapa vivida, es diferente y ese plus, me engrandece.
 
    III
*-No me atreví a violentar las cerraduras de corazones perversos.
*-Aun no aprendo a perdonarme por los tantos errores cometidos.
*-Nunca pretendí mirar más arriba de lo que puedo alcanzar.
*-Me excede el desamor y la mentira, la calumnia, la pena y la distancia.
*-De ningún modo soporté las esperas y me fui antes de tiempo.
*-Siempre callé, sin preguntar, cuál era mi camino de regreso.
*-Vivir es una recompensa que te conceden conforme lo vivido.
*-Hoy asumo el presente de ser lo que soy y acepto mi destino.
*-Soy quien  elige el rumbo, el cuándo, el cómo y el porqué.
 
              Miguel A. Brevetta Rodríguez