lunes, 21 de enero de 2019

EL GRINGO ANTONIO CAROT


El gringo Antonio Carot, un admirable atajador de penales
                          En silencio, como transcurrió su vida desde que se retiró del futbol activo, se fue el "gringo" Antonio Carot, con quien casi todos los días nos cruzábamos al pasar, por la peatonal Tucumán.

Sin lugar a dudas, fue un hombre amable, cordial, sencillo, simpático y alegre, tal como se lo recuerda.  

Lo conozco desde mi primer grado en la escuela Narciso Laprida –en Rivadavia e Irigoyen- donde se desempeñaba en calidad de "intendente" del establecimiento y celoso custodio de todo el discipulado. Se decía por entonces que el gringo estaba en la escuela... "para todas las cosas".   

Mi juventud me permitió admirarlo desde atrás del alambrado en la cancha de su Central Córdoba,  debajo de los tres palos,  en donde se cansó de ganar campeonatos de todo tipo. Alto, bien alto y enfundado de negro salía a la cancha sonriente y seguro, para deleite de esa nutrida hinchada del oeste.   

Aun se evoca en el recuerdo el histórico triunfo ante Boca Junior por 2 a 1, en partido jugado en “la bombonera”, por el Campeonato Nacional o aquella inolvidable final por el Torneo Regional de la AFA en 1967, cuando en Tucumán, se impuso ante Sportivo Guzmán.   

¡Cuánto sufrimos los hinchas de Unión cuando el Gringo Carot, no nos dejaba ingresar a los cuarto de finales...!     Ellos, los de Central Córdoba, casi siempre estaban clasificados, no necesitaban más puntos que les sumen a la tabla, en aquellos campeonatos. Pero, a nosotros nunca nos fue fácil vencer la valla de Carot, aunque se jugase por nada.   

Y nos volvimos a encontrar, una vez más en el tiempo, en la vida y en el Santiago nocturno, cuando los años dorados del 70´ lo tuvieron como el "protector" de Vinicius, el  -primer boliche de onda- en la avenida Colon casi Lavalle.  Allí el “gringo” por entonces ostentaba el poder, era quien decidía sobre los que podían ingresar al boliche y los que no.   

Años después nos reencontramos, una vez más, pero esta vez, en la cancha de fútbol. El, defendiendo los colores de los Veteranos de su Central Córdoba, si mal no recuerdo, Yo, jugando para “Rabenar” o para “El Liberal” en los campeonatos de la Liga Amateur. 
  


Extrañamente estuvimos relacionamos durante casi toda nuestra existencia, en distintas etapas y situaciones diversas, pero sin embargo, nunca llegamos a ser amigos, quizá por la diferencia generacional, o por los distintos rumbos que transitamos  en busca del destino.

Siempre el saludo cordial y respetuoso y alguna que otra charla para evocar recuerdos al pasar.    Se fue un hombre admirado por la afición futbolística santiagueña, querido y respetado por todos.    


Aquí lo estamos evocando desde la sencillez de la memoria y lo despedimos con mucho cariño, como se lo merece.  Tenía 71 años. Y la pucha, como se pianta la vida…   

Requiéscat in Pace.