El gringo Antonio Carot, un admirable atajador de penales |
En silencio, como transcurrió su vida
desde que se retiró del futbol activo, se fue el "gringo" Antonio
Carot, con quien casi todos los días nos cruzábamos al pasar, por la peatonal
Tucumán.
Sin lugar a dudas, fue un hombre amable,
cordial, sencillo, simpático y alegre, tal como se lo recuerda.
Lo conozco desde mi primer grado en
la escuela Narciso Laprida –en Rivadavia e Irigoyen- donde se desempeñaba en
calidad de "intendente" del establecimiento y celoso custodio de todo
el discipulado. Se decía por entonces que el gringo estaba en la escuela...
"para todas las cosas".
Mi juventud me permitió admirarlo desde
atrás del alambrado en la cancha de su Central Córdoba, debajo de los tres palos, en donde se cansó de ganar campeonatos de todo
tipo. Alto, bien alto y enfundado de negro salía a la cancha sonriente y
seguro, para deleite de esa nutrida hinchada del oeste.
Aun se evoca en el recuerdo el histórico triunfo ante Boca Junior por 2 a 1, en partido
jugado en “la bombonera”, por el Campeonato Nacional o aquella inolvidable
final por el Torneo Regional de la AFA en 1967, cuando en Tucumán, se impuso ante
Sportivo Guzmán.
¡Cuánto sufrimos los hinchas de Unión
cuando el Gringo Carot, no nos dejaba ingresar a los cuarto de
finales...! Ellos, los de Central Córdoba, casi siempre
estaban clasificados, no necesitaban más puntos que les sumen a la tabla, en
aquellos campeonatos. Pero, a nosotros nunca nos fue fácil vencer la valla de
Carot, aunque se jugase por nada.
Y nos volvimos a encontrar, una vez más
en el tiempo, en la vida y en el Santiago nocturno, cuando los años dorados del
70´ lo tuvieron como el "protector" de Vinicius, el -primer
boliche de onda- en la avenida Colon casi Lavalle. Allí el “gringo” por
entonces ostentaba el poder, era quien decidía sobre los que podían ingresar al
boliche y los que no.
Años después nos reencontramos, una vez
más, pero esta vez, en la cancha de fútbol. El, defendiendo los colores de los Veteranos
de su Central Córdoba, si mal no recuerdo, Yo, jugando para “Rabenar” o para “El
Liberal” en los campeonatos de la Liga Amateur.
Siempre el saludo cordial y respetuoso y alguna que otra charla para evocar recuerdos al pasar. Se fue un hombre admirado por la afición futbolística santiagueña, querido y respetado por todos.
Aquí lo estamos evocando desde la sencillez de la memoria y lo despedimos con mucho cariño, como se lo merece. Tenía 71 años. Y la pucha, como se pianta la vida…
Requiéscat in Pace.
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