En
no pocas ocasiones se ha tratado en vano de establecer el origen del
fenómeno que se ha empecinado en retrasar el crecimiento argentino, que
arrastra consigo, un sinfín de postergaciones y que parecen no tener
término. Los artífices de la vida política no quisieron aceptar la
palabra “decadente” como la adecuada, para calificar sus gestiones,
argumentando al efecto que solamente se trata de una profunda “crisis”
producto de la inactividad de tantas interrupciones en la vida
democrática.
Quizás por esta razón el gobierno
anterior pensó que con la vuelta a la democracia desaparecerían, como
por magia, los serios inconvenientes que acechan el país de los
argentinos; que siguen sin encontrar un rumbo solidó de inserción en el
plano económico.
La realidad que estamos viviendo nos
enseña una vez mas que falta un ingrediente importante en la receta
emprendida y sin el, en vano serán los esfuerzos y los mejores deseos
para arribar a un final feliz.
Por lo visto, no creo que se deba salir
en busca de culpables en las horas mas difíciles, tal como se ha venido
haciendo en estos últimos años, tampoco es valido el argumento de la
herencia recibida sin beneficio de inventario, porque antes de la
función se conocía el debe y haber del causante, patrimonio que todos se
disputan y que nadie ha demostrado saber administrar. ¿No será que hay
excesiva prodigalidad en los repartos de esos bienes?
Porque tampoco resultó valida la
excepción de “instituciones caducas” ya que pasada la “fiebre
reformista”, se ha perdido un tiempo y un dinero valioso y ningún cambio
importante se experimentó.
LA HISTORIA VUELVE A REPETIRSE
Todos recuerdan cuando el entonces
presidente radical realizaba acusaciones de todo tipo, ante cualquier suceso serio que acontecía
en el país. A la extrema izquierda, como la productora de los males,
pero al poco tiempo pensaba que era la extrema derecha, la que trataba
de desestabilizar el sistema democrático; hizo mención al peligro de una
“libanizacion” para finalmente reconocer, que la clase dirigente estaba
en crisis.
Alfonsín, señaló que en su gabinete
reinaba la incoherencia y que lamentaba profundamente que los dirigentes de
su propio partido “ataquen” a sus ministros. Los funcionarios realizaban
declaraciones que luego eran desmentidas y asumían promesas que
posteriormente no se cumplían. Algunos memoriosos compararon a ese diciembre como el mismo de 1975, algo así como un mosaico de
coincidencias en donde la historia se repite, lo que significa un
retroceso, que nadie quiere reconocer como cierto.
El facilismo permanente y la aplicación
de métodos improvisados que no alcanzan a solucionar problemas
coyunturales, parecieran ser las herramientas mejores de los gobernantes
de estos tiempos; después reconocerán que no quisieron, no pudieron o
no supieron encontrar un camino mejor, mientras el pueblo continua
acomodándose, antes que llegue el pedido de un nuevo sacrificio.
CRISIS O INMADUREZ
¿Es ésta una crisis de credibilidad, es
moral o simplemente es la inmadurez política de dirigentes y
gobernantes, cuyos efectos nos colocan en ésta incómoda situación de
angustia y desesperanza, a la espera de quién sabe qué nuevos temores
nos han de procurar en el futuro inmediato?
Creo que todos los que formamos el
variado espectro político nacional, somos tan responsables, como los que
mal nos gobiernan.
“La respuesta está en la enajenación de la dirigencia política cuya crisis es una especie, dentro de la crisis global. La dirigencia deviene cada vez más en una oligarquía política que se beneficia del actual estado de cosas con independencia del empeoramiento de la situación nacional.
Aun en riego de incurrir en sociologismos, diría que de clases dirigentes devienen en clases opresivas, cuando operan para perpetuar un sistema que envilece las condiciones de vida de la población. De tanto escucharse entre ellos, han llegado a convencerse de que expresan, en conjunto, las apetencias, necesidades, y aun los sueños de la comunidad.
Tanto han hablado que han terminado por creer su propio discurso. El país real ha seguido caminando por otro lado, cada vez con problemas mas agudos” (Rogelio Frigerio, diario clarín, 29/6/88)
“La respuesta está en la enajenación de la dirigencia política cuya crisis es una especie, dentro de la crisis global. La dirigencia deviene cada vez más en una oligarquía política que se beneficia del actual estado de cosas con independencia del empeoramiento de la situación nacional.
Aun en riego de incurrir en sociologismos, diría que de clases dirigentes devienen en clases opresivas, cuando operan para perpetuar un sistema que envilece las condiciones de vida de la población. De tanto escucharse entre ellos, han llegado a convencerse de que expresan, en conjunto, las apetencias, necesidades, y aun los sueños de la comunidad.
Tanto han hablado que han terminado por creer su propio discurso. El país real ha seguido caminando por otro lado, cada vez con problemas mas agudos” (Rogelio Frigerio, diario clarín, 29/6/88)
¿La clase dirigencial y la clase
gobernante le escapan a la autocrítica o reconocen para sus adentros
cierta incapacidad o inmadurez en la búsqueda de soluciones
acreditadas?¿No será que buscan su autodestrucción, con ciertos actos
que se encuentran lejos de considerárselos como políticos?
Nada resulta tan claro como la
evidencia de las cosas; el realismo es el gran ausente en los planes que
se reclaman. La utopía crece en las conciencias de los que gobiernan y
las voces de la clase dirigente estallan contra el muro de la soberbia
del poder.
Al que quiere ayudar, le dan le
espalda, al que propone, no se lo escucha, por que entienden que la
critica es destructiva, provenga de donde sea, aunque ésta tenga la
buena intención de colaborar.
BUSCANDO LAS COINCIDENCIAS
Las provincias en particular y la
Nación en su conjunto, no han creado las condiciones necesarias para la
formación y orientación de la clase dirigente, que son quienes deberán,
tarde o temprano, conducir los destinos de los pueblos y el de la Nación
en su conjunto. Resulta indispensable crear escuelas de formación
política e incentivar con cursos intensivos la realidad del propio país,
que probado está, se desconoce.
No son las franquicias partidarias las
soluciones idóneas para el funcionamiento de los partidos políticos. A
estos hay que estimularlos con otros medios, exigiéndoseles al mismo
tiempo, una formación ideológica conforme a las necesidades de los
tiempos que se viven y de lo que la República necesita.
Los que gobiernan deberán terminar con
las dádivas y la dispersión de los dineros públicos, en canje por
voluntades a la hora del voto, pues de nada sirven a los interés de la
comunidad los vicios del consentimiento, ni las actitudes cortesanas y
obsecuentes.
El ejercicio del poder, debe ser en
esta tierra, como alguna vez lo fue, una carga pública, asumida con amor
al prójimo y vocación de servicio. ¿Qué mejor que servir y ayudar a
quién lo necesita?.
Por ahora tengo la sensación de que
algo no funciona como es debido y coincidiendo con Eclesiastés :10,5:
“ me he dado cuenta de un error que se comente en este mundo y que tiene
su origen en los propios gobernantes: que al necio se le da un alto
cargo, mientras que la gente que vale, ocupa puestos humildes”.
Me queda una pregunta: ¿La clase dirigente aun vive en crisis o ya ha llegado a vivir el desencanto?
Publicado en el diario el liberal 19 de diciembre de 1989
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