jueves, 27 de septiembre de 2018

CUANDO EL PROGRESISMO MUESTRA LA HILACHA

Nota Publicada 12/9/2011

            En nota editorial de la fecha, el diario La Nación expresa  que: “ La diputada porteña del bloque Encuentro Popular para la Victoria, María José Lubertino (abogada recibida con medalla de oro en la Universidad Católica Argentina), antes de que se acallaran los ecos de su propuesta de repartir preservativos en las escuelas, ha presentado otro proyecto de ley en la Legislatura de la ciudad, con el fin de que se prohíban todos los símbolos religiosos en los edificios públicos y se supriman los ya existentes, con la sola excepción de los cementerios y los hospitales, "en tanto se encuentren en un espacio reservado y se garantice la multiplicidad de credos". (1)

Para quienes no la conocen, se trata de una bella mujer que desde joven militó en las filas de la UCR y desde allí –con el equilibrio de un canguro- saltó hacia diversos espacios de opinión, como por distintos partidos políticos de tinte, digamos filo-progresistas.

No es la primera vez que Lubertino es mencionada en un recorte periodístico, digamos mejor que es reconocida como una suerte de abonada a las noticias se corte sensacionalista o inverosímiles, ya que causan más estupor que admiración, en cada oportunidad que abre la boca para opinar o publicitar algún proyecto de su autoría.

Una trayectoria de permanentes contradicciones e inocultables insatisfacciones jalonan su carrera. Desde su prédica de egresada de la  Universidad Católica Argentina a su postura anticlerical, pasando por sus adhesiones a casi todo el mapa político nacional, caracterizan su desempeño como el de un  personaje poco serio.

No existe peor zoncera en el ámbito de la política que la invocación de la propia torpeza, que es lo mismo que hablar de los propios yerros, para que se cumpla el dicho que dice: “En política del ridículo no se vuelve”. 
La tendencia maniquea del “progresismo a toda costa”, agudiza la observación de quienes no adherimos a esa postura, por lo que debieran evitar “escupir para arriba”, así no sufren las consecuencias y de paso – como decía mi abuela- no muestran la hilacha.

Las acciones que conllevan a “prohibir” o “suprimir” lo ya existente, resultan impropias, en contradicción evidente con  la llamada “tendencia progre” que vocifera sobre la implantación de  libertades sin límites sin que les importe que nuestra Constitución Nacional en su art. 14 prevé las “leyes que reglamentan su ejercicio.

Sin dudas el proyecto de Lubertino ofende a muchos más, que a quienes podrían resultar beneficiarios de su antojadiza iniciativa. Lo que en verdad extraña, es que la legisladora con esa mentalidad fuera gratificada con el voto ciudadano, que no hace mucho fijó una postura diametralmente opuesta.

Recuerdo que hace más de treinta años, cuando catedrático (2), con el acuerdo de todos los alumnos del último curso - previa consulta con las autoridades escolares- mandamos a construir crucifijos artesanales y los hicimos entronizar en las aulas de los quinto año como símbolo de la fe y la devoción cristiana.

Lo hicimos en ejercicio de la plena libertad, con la conformidad de un acuerdo ajeno a las mezquindades individualistas, sin una sola objeción que diera lugar a un acto discriminatorio.  Es más, lo hicimos en completo silencio, cuando sabíamos que estábamos gestando una noticia en proyección. 

Hoy resulta que una “iluminada” con patente de impunidad,  pretende – mediante un simple proyecto de ley-  echar por tierra un sentimiento milenario, que no pretende otra cosa que la realización del Ser humano en el ámbito de su excelsa dignidad.


Fuente:
1-  Editorial Diario La Nación, 12/09/2011.-
2-  1980 Escuela Nacional de Comercio  en Termas de Rio Hondo (S del E)


jueves, 6 de septiembre de 2018

OTRO OTOÑO IMPERDONABLE.

Nota editorial del  24 de junio de  2008 .                           
       
                                                


                     Lo que nos dejó el otoño de 2008 en la Argentina pasará sin dudas a integrar la galería del espanto cuando pasen algunos años y se tenga como un hecho de referencia lo acontecido a lo largo de 100 días de pulseadas, dimes y diretes, entre el Poder Ejecutivo Nacional y los referentes del campo argentino.
Sin duda se trata de un suceso inédito en la historia política argentina, es más, ya que no resultaría desafortunado calificar este hecho como insólito, en atención a los efectos nefastos provocados en el ámbito social y económico, los que se mantendrán por un tiempo imprevisible.

¿Dónde se ha visto que las cabezas visibles de un Estado en pleno, salgan a disputar fuerzas de igual a igual, con un sector de la sociedad, produciendo un desfasaje inusitado en los parámetros de la convivencia en paz, que debiera estar precisamente garantizada por ese Estado, que es parte en el conflicto?

Lo que constituye un acto gubernamental, de naturaleza eminentemente política, ha provocado el alzamiento en pleno de un sector de la producción que se dice afectado por una suerte de "impuesto" distorsivo, que según lo acredita reiterada jurisprudencia de la CSJ. tendría alcance confiscatorio por exceder el limite de la razonabilidad. ¿Es un acto válido?

Cortes de rutas nacionales y provinciales, quema de pastizales en el otoño -léase hierbas verdes- que producen una humareda incontrolable que afecta la salud de la población. El ya conocido desabastecimiento, pero esta vez de todos los productos vitales para la subsistencia, falta de trabajo y producción, desempleo en todos los rubros. Una economía "congelada" que necesitará un buen tiempo para rehabilitarse, ha dejado entre otras cosas, una herida sangrante entre el pueblo y el gobierno, puesto a gobernar precisamente por ese mismo  pueblo.

¿Pero, cuál es la razón de tanto desencuentro? Muchos se preguntan sobre las causas, las motivaciones y el resultado de estos acontecimientos imprevisibles que están horadando la credibilidad popular. Y muchas son las respuestas que desde distintas ópticas se hacen sentir, pero que no llegan a consensuar.

Lo tenemos dicho que "manosear" las instituciones socava las estructuras en donde se apoya la República. A diario observamos que están pasando cosas raras dentro de las estructuras del Poder. Esto tiene un origen inmediato cuando hace algunos años, se convalidó concederle poderes especiales a un ministro que se auto tituló "salvador de la patria" y avanzamos tanto que hasta se forzó al Poder Legislativo, para que delegase poderes que le eran propios por imperio de la ley.

Los sabios constituyentes del 53 sabían que estos procedimientos resultan perniciosos y que tarde o temprano desestabilizan el ordenamiento jurídico y democrático, por lo que ab-initio en la carta fundamental, prohibieron expresamente las facultades extraordinarias, como así la suma del Poder público, ambas concesiones contrarias al sistema democrático. Es que no se debe recurrir a prácticas extrañas cuando la ley impone un sentido contrario al rumbo que se pretende imponer.

¿La cultura de la desobediencia y el autismo -involuntario o consentido- ante los reclamos sociales, forman parte de una estrategia política o se ha convertido en un moderno arte de gobernar? 
¿Porqué insistir con posturas irracionales apelando a las bravuconadas en lugar del diálogo civilizado? 
¿Hasta cuándo tirar de la cuerda produciendo ansiedades colectivas cuando estas bien se pueden evitar? 
¿Porqué echar mano sobre "voceros" incoherentes que cobran subsidios escandalosos para producir la irritación generalizada, cuando las cabezas del Poder exhiben una preparación adecuada para la mediación pacífica?

Este otoño sarcástico y bizantino se adelgaza en su final pronosticando más de lo mismo  y ello repercute dañando la sensibilidad del tejido social que no termina de entender que estas cosas nos ocurran a los argentinos.

Otoño imperdonable escribió a fines de la década del 40 una joven poeta que asomaba tímidamente a la escena cultural y gracias a su talento, terminó constituyéndose en la observadora implacable de la realidad nacional de los convulsionados años 60 y 70. 
 María Elena Walsh,  no encontró el perdón, solicitado en su primer libro de poemas. Nosotros tampoco.