Hace trece años no dejó José
Ricardo Santillán, un músico "groso" como lo define hoy la juventud
folclorista de Santiago del Estero.
Nació en esta provincia el 25 de noviembre de 1945. Con el querido "Pelao"
compartimos todos los emprendimientos folclóricos que pudimos realizar en la
provincia. Participó en: “Devociones Populares Santiagueñas”,” Así es
Santiago”,” Personajes Populares Santiagueños”, donde aportó una zamba notable,
dedicada a nuestra amiga y poeta Pocha Ramos. También le puso música a mi gato:
“Elpidio” dedicado a las Sacha guitarras atamisqueñas entre muchos otros temas
que aún se mantienen inéditos.
Su inconfundible voz que se
mezclaba y adaptaba a la perfección, a todos los géneros musicales, nos sirvió
de base para la composición de zambas, chacareras, guarañas, tangos, boleros,
etc. Guitarrista de ley, descifraba de
inmediato las creaciones musicales de Coco Lescano, y como nadie, transcribía
su silbido al pentagrama y esos acordes secos, cuando usaba su pecho como cajón
peruano, para comunicarnos una nueva creación.
Con su amigo José Herrera en la misa santiagueña |
Nos divertía su simpatía, sus
anécdotas, los relatos de sus innumerables viajes, acompañando con su “bajo” a
los conjuntos locales en gira.
Sus gestos elocuentes y
definidos. Su memoria prodigiosa y por sobre todo, su deseo de
perfeccionamiento en todo lo que emprendía, caracterizaba a un artista pleno y
sagaz, buscado por jóvenes y artistas consagrados a la hora de la consulta
melódica.
Alma mater de Los Sin Nombre, uno de los mejores
conjuntos vocales que se conocen en suelo santiagueño, así como base y soporte
de Los Demonios, apoyó incondicional
de Los Rock lands y de tantos otros
grupos que signaron el pentagrama local.
Ricardo estaba considerado entre
los músicos cultos del folclore santiagueño. Así lo consideré durante aquellos
largos diálogos en "la pieza del fondo" sobre esa añosa mesa “tacuchada”
de letras. Ahí entre esas charlas de mate y vino, descubrí que el “Pelado” era
un tipo diferente de lo que constituye la masa de músicos y folcloristas. Sin
duda fue un ser especial, que mereció mejor destino, conforme su esencia
personal.
Carismático, responsable,
respetuoso, lector incondicional, critico agudo, irradiaba un don de gentes muy
característico de aquellos, que tienen mucho más para dar.
Su talento siempre fue reconocido
e indiscutido. Lástima que se conozca poco de su personalidad y de su obra
musical.
El 10 de marzo de 2006, falleció repentinamente. Esta recordación no es más que la síntesis de
la nostalgia de aquellos tiempos compartidos.
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