viernes, 28 de noviembre de 2025

LUIS IGNACIO “Nacho” ARAUJO… cuando la radio era una juguetería.

Por Miguel A. Brevetta Rodriguez

Nos conocimos por los   pasillos de la Libertad al 200[1] en la década del setenta, cuando yo apenas desplegaba mi afición por la radiofonía. No había cumplido veinte años —me delataba el uniforme del Colegio San José— y ya pisaba con cierta reverencia, aquellos corredores donde nacía la magia.

 Por entonces, el aire de Santiago del Estero vibraba con el eco de guitarras criollas y el rumor de chacareras que se filtraban desde los patios internos, mientras la ciudad se desperezaba entre aroma de café y polvo de calles empedradas.

Cada paso era un latido de esperanza: un joven soñador cruzándose con leyendas vivas y con otros que, como yo, aguardábamos una oportunidad, como el niño en una juguetería.

 Cada paso por esos corredores era un latido de esperanza, un joven soñador    cruzándose con leyendas vivas y otros esperando una oportunidad.  En ese tiempo Luis Ignacio Araujo, “Nacho”[2], ya era una figura prominente del espectáculo y el entorno radiofónico, se lo distinguía por su voz simple y envolvente que parecía tejida con hilos de raigambre santiagueña.

 Fuimos, como se decía entonces, compañeros del micrófono. Compartimos auriculares y sueños en cabinas apretadas donde el humo de los cigarrillos se mezclaba con el zumbido de los transmisores y cada audición era un abrazo invisible a quienes nos escuchaba

Con el tiempo, la amistad creció más allá de los estudios. A pesar de la diferencia de edades, formamos parte de un grupo que tenía como templo la esquina de Independencia y Avellaneda, apenas caía la noche, de los viernes o sábados.

 Allí se paraban, al pasar, Agustín Chazarreta, Marcelo Santillán, Leandro “Meneco” Taboada, Hugo el Negro Ocaranza, Pedro Carol Pose y tantos otros convocados por la música y la cultura santiagueña.

Mientras tanto Nacho ya era una figura consagrada en los medios de prensa, acreditado con el título de Locutor Nacional[3] lo que lo habilitaba en el ejerció profesional de esa actividad.

 La historia de la radio en Santiago del Estero es un capítulo de pasión y pionerismo.


Todo comenzó en 1935 con la sigla LV11, la primera emisora provincial, instalada en los altos de un edificio céntrico que tenia de base al decano del norte argentino[4].

Con equipos semi profesionales, transmitía la voz de los locutores locales y las melodías populares en el interior; reinaban tras las llamadas de los oyentes, que nos hacían sentir vivos y cercanos, aunque estuviéramos a cientos de kilómetros.

 Más tarde, la vieja LV11 cambió su sigla por LW5, pero seguimos ligados al micrófono: El, en los horarios centrales del mediodía, llevando calidez a amas de casa y trabajadores; yo por la tarde y, luego, en el trasnoche, de 23 a 1 de la mañana, de lunes a viernes, cuando la noche se volvía confidente y las confesiones fluían como ríos de intimidad.

 Aquella radio era la única ventana al mundo para miles de santiagueños: unía ranchos lejanos con la capital, combatía el aislamiento y acompañaba desde el amanecer hasta la medianoche.

Recuerdo algunos de mis programas: Argentina Arte y Cultura, donde desgranábamos poemas de Borges o tangos de Gardel; Improvisado, reino de la espontaneidad y las llamadas; Emisión 70, guiño a la década que nos marcaba; y Música Breve, selecciones cortas que, en la madrugada, invitaban a la reflexión bajo la luna santiagueña y acompañaban soledades con notas que sanaban el alma.

 Este amigo fue el pionero de la “música ambiental[5] en la provincia: transformaba un simple café en escenario de ensueño y envolvía a la gente en emociones que hacían olvidar las penurias cotidianas.

También fundó una de las agencias de viajes más importantes del medio: Gran Turismo, abriendo puertas al mundo desde nuestra tierra quimérica

 Promediando los ochenta nos reencontramos, esta vez impulsados por la fe católica. Nos sumergimos juntos en la Renovación Carismática Católica, ese torrente espiritual que irrumpió en Argentina tras el Concilio Vaticano II.  que llegó a Santiago liderada por el padre José, un sacerdote de fuego interior que recorría el norte con su cruz al hombro, llenando templos de cantos en lenguas, oraciones espontáneas y sanaciones que arrancaban lágrimas.

 Eran reuniones donde el Espíritu descendía como viento impetuoso: grupos de oración en parroquias humildes, retiros en el campo, testimonios que rompían cadenas de dolor.

Nacho y yo orábamos en círculos donde las manos entrelazadas borraban diferencias de edad o condición; cada encuentro era un milagro de unidad y un bálsamo para el alma.

 Hace más de treinta años, saliendo de la Iglesia San Francisco, con el sol poniente tiñendo de oro las cúpulas y el aroma a incienso aún en el aire, me llamó con voz temblorosa de emoción para que escuchara una propuesta que quería concretar, un sueño que le ardía en el pecho.

 Me habló de lanzar una radio que promueva la palabra del Creador, a la que llamaría El Tiempo de Dios[6], la misma que arrancó pasado los años ochenta transmitiendo desde su domicilio[7], convertido en una sencilla emisora casera, donde los micrófonos se evangelizaban en púlpitos y cada onda era una plegaria al cielo.

 


En esas transmisiones, la voz de Nacho no era solo sonido: era consuelo, era esperanza, era el latido de un amigo que nunca fallaba y que siempre tenía cosas por hacer o por decir.

 Hasta allí concurría como invitado permanente, cuando por ese tiempo produje Devociones Populares Santiagueñas[8] un CD que revivía las tradiciones devotas de nuestra gente –desde las procesiones al Señor de Mailin con velas y promesas cumplidas, hasta las imágenes conservadas en los ranchos del interior donde la fe se mezclaba con el mate y las coplas–, tejiendo fe y folclore en una sola trama eterna, que nos hacía sentir vivos, conectados con generaciones de devotos que habían llorado y cantado ante el mismo Dios.

 Recién me llega la triste noticia de su partida hacia la casa del Padre, después de casi nueve décadas de realizaciones y de una fe entrañable.

Desde estas líneas lo despido y lo honro: fue uno de los primeros, gestores del arte radiofónico santiagueño y, por ende, maestro de muchos.

Que Dios lo reciba en su gloria, junto a los suyos, y que su voz siga resonando eternamente en el corazón de esta provincia que tanto amó. Descansa en paz, querido Nacho



[1] desde donde transmitía la vieja radio LV11… arriba del diario El Liberal

[2] ( 31 de marzo de 1939- 1 noviembre 2025.)

[3] Expedido por el Ministerio de Comunicaciones, Dirección General de Radiodifusión, Carnet Profesional No. 1667, otorgado en Buenos Aires el 6 de agosto de 1963.

[4] El diario El Liberal.

[5] Primer emprendimiento musical en donde los comercios locales difundían música gravada

[6] Hoy donada a las Hermanas Franciscanas desde donde continua en el aire.

[7] En calle libertad 764, siempre acompañado por su mujer Norma “bocha” LLugdar

[8] Primer CD con música folclórica evocando las fiestas religiosas populares de Santiago del Este

sábado, 1 de noviembre de 2025

LAS MENTAS DEL PAYADOR: HOMERO MANZI EN EL SIGLO XXI

 


En la poesía de Homero Manzi persisten todas las temáticas y todas las historias, ahora entrelazadas con lo sociológico, lo filosófico y lo digital de nuestra era.

Hay en ella amor, como hay también dolor, miedo, rebeldía y soledad –emociones que trascienden el tiempo, amplificadas por las redes sociales y las crisis globales contemporáneas.

Pareciera que para Homero el amor era una etapa lejana, inalcanzable, difícil, y esta constante búsqueda se inserta a lo largo de sus entregas, clamando por lo que pudo ser y no fue... En un mundo de conexiones efímeras y algoritmos que dictan afectos, sus versos resuenan como un eco de lo analógico en lo virtual.

“Pero hoy en medio de lo que todavía no he podido amar.

Y tu amor en la ventana

Todo ha muerto, ya lo sé...”

O cuando dice, en “Ninguna”, con voz definitiva y queja consecuente...

“Todas murieron en el momento que dijiste adiós...

Sabrá que sufro pensando en ella

Desde la tarde que la dejé...”

Sea como fuere, Manzi lloró un amor y lo interpuso entre verso y verso, como si fuese una culpa o un castigo que definitivamente debía ir hermanado a su obra y a sus propios recuerdos. Hoy, en 2025, esa melancolía se lee como un presagio de las rupturas digitales: amores que se desvanecen en pantallas, fantasmas en chats archivados.

EN CADA VERSO SU CORAZÓN

De entre las tantas cosas publicadas por Manzi en diarios, periódicos y revistas especializadas –muchas de las cuales hoy sobreviven solo en archivos digitales o repositorios en línea como la Biblioteca Nacional o plataformas de hemerotecas virtuales–, Luis C. Alen Lascano[1] rescató un extenso poema firmado por el autor y que fuera publicado en el diario La Prensa en su sección dominical, poco antes de su desaparición en 1950.

En aquel poema: “Hombre”, Manzi deja sentado para siempre su rol de escritor meditativo y profundo, de conocedor rutinario y certero, de visionario nato –cualidades que anticipan las distopías modernas de la inteligencia artificial y el cambio climático:

“Corres como un gigante desolado

con fuerzas que tú mismo has convocado.

Eres trágico así y eres absurdo

cuando te vistes con el gesto burdo.”

Hay en estos versos más que un alegato al presente de posguerra; una acusación al futuro del hombre en la era de la hiper conectividad y la crisis ecológica, un interrogante que pregunta incansablemente y responde al mismo tiempo las pautas dadas, las creadas para ser así. En 2025, con el auge de las IA generativas y las redes que amplifican lo absurdo humano, estas líneas suenan proféticas.

Otro de los logros de Homero Manzi es su poema “El último viaje de Quiroga”, escrito poco antes de su muerte y lamentablemente inconcluso. Sobre este tema tan trajinado –la trágica expedición de Horacio Quiroga al Amazonas–, me atrevo a afirmar que, a mi juicio, sigue siendo lo mejor que se ha escrito hasta el momento, lástima que haya quedado sin terminar. En la era de documentales en streaming y reconstrucciones digitales, su narrativa cruda gana nueva vida.

Hay en estos versos un sabor extraño, como la forma de contar la historia con conocimiento del lugar del hecho y absoluta veracidad en el concepto que se expone. Particularidades visibles al comparar con otros poemas o relatos modernos que versan el mismo tema –incluso adaptaciones cinematográficas o podcasts contemporáneos–, y sin dejar de ser correctos, no poseen la fuerza que le da Manzi a lo largo del relato:

“¡Déjense de pavadas y enganchen la galera!

Por cuenteros y maulas les metería una soba.

¿Qué quieren que a mis años pida la escupidera

y me quede en Santiago masticando algarroba?”

No solo pinta una realidad histórica, sino que cuenta una verdad con estilo y gracia muy particular, características en él. Hoy, en un mundo de fake news y narrativas virales, esta autenticidad cruda resalta como antídoto.

NADA MENOS QUE TÚ ERES POETA

Otros de los buenos poemas de Manzi lo constituyen esos “42 versos a la Facultad de Derecho” y un largo poema que titulara “30 años”, en donde deposita toda una gama de recuerdos y experiencias vividas en su niñez y parte de su juventud –ahora releídos en el contexto de movimientos estudiantiles globales como los de 2018 en Argentina o las protestas por el cambio climático.

“Pero siempre fui avaro Con mi propio dolor.

Abandoné los libros y me hice luchador.”

La vida de Homero se encuentra escrita en estos versos que constituyen su cronología versificada con increíble sencillez y candor, un testimonio que inspira a generaciones de activistas en redes sociales.

Aquellos “42 versos…”, publicados por primera vez en la revista El Hogar el 7 de marzo de 1948 –y que hoy circulan en ediciones digitales y antologías en PDF–, deambularon por cuentas casas de altos estudios, en el país; entre los estudiantes de esa carrera, que parecen identificarse tras los conceptos vertidos por Manzi, que se conjugan entre la seriedad y la farsa, satirizando un sistema educativo que muta… pero no cambia.



[1] en su obra “Manzi: poesía y política” (publicada en los años 70, pero reeditada y digitalizada en décadas recientes),