sábado, 1 de noviembre de 2025

LAS MENTAS DEL PAYADOR: HOMERO MANZI EN EL SIGLO XXI

 


En la poesía de Homero Manzi persisten todas las temáticas y todas las historias, ahora entrelazadas con lo sociológico, lo filosófico y lo digital de nuestra era.

Hay en ella amor, como hay también dolor, miedo, rebeldía y soledad –emociones que trascienden el tiempo, amplificadas por las redes sociales y las crisis globales contemporáneas.

Pareciera que para Homero el amor era una etapa lejana, inalcanzable, difícil, y esta constante búsqueda se inserta a lo largo de sus entregas, clamando por lo que pudo ser y no fue... En un mundo de conexiones efímeras y algoritmos que dictan afectos, sus versos resuenan como un eco de lo analógico en lo virtual.

“Pero hoy en medio de lo que todavía no he podido amar.

Y tu amor en la ventana

Todo ha muerto, ya lo sé...”

O cuando dice, en “Ninguna”, con voz definitiva y queja consecuente...

“Todas murieron en el momento que dijiste adiós...

Sabrá que sufro pensando en ella

Desde la tarde que la dejé...”

Sea como fuere, Manzi lloró un amor y lo interpuso entre verso y verso, como si fuese una culpa o un castigo que definitivamente debía ir hermanado a su obra y a sus propios recuerdos. Hoy, en 2025, esa melancolía se lee como un presagio de las rupturas digitales: amores que se desvanecen en pantallas, fantasmas en chats archivados.

EN CADA VERSO SU CORAZÓN

De entre las tantas cosas publicadas por Manzi en diarios, periódicos y revistas especializadas –muchas de las cuales hoy sobreviven solo en archivos digitales o repositorios en línea como la Biblioteca Nacional o plataformas de hemerotecas virtuales–, Luis C. Alen Lascano[1] rescató un extenso poema firmado por el autor y que fuera publicado en el diario La Prensa en su sección dominical, poco antes de su desaparición en 1950.

En aquel poema: “Hombre”, Manzi deja sentado para siempre su rol de escritor meditativo y profundo, de conocedor rutinario y certero, de visionario nato –cualidades que anticipan las distopías modernas de la inteligencia artificial y el cambio climático:

“Corres como un gigante desolado

con fuerzas que tú mismo has convocado.

Eres trágico así y eres absurdo

cuando te vistes con el gesto burdo.”

Hay en estos versos más que un alegato al presente de posguerra; una acusación al futuro del hombre en la era de la hiper conectividad y la crisis ecológica, un interrogante que pregunta incansablemente y responde al mismo tiempo las pautas dadas, las creadas para ser así. En 2025, con el auge de las IA generativas y las redes que amplifican lo absurdo humano, estas líneas suenan proféticas.

Otro de los logros de Homero Manzi es su poema “El último viaje de Quiroga”, escrito poco antes de su muerte y lamentablemente inconcluso. Sobre este tema tan trajinado –la trágica expedición de Horacio Quiroga al Amazonas–, me atrevo a afirmar que, a mi juicio, sigue siendo lo mejor que se ha escrito hasta el momento, lástima que haya quedado sin terminar. En la era de documentales en streaming y reconstrucciones digitales, su narrativa cruda gana nueva vida.

Hay en estos versos un sabor extraño, como la forma de contar la historia con conocimiento del lugar del hecho y absoluta veracidad en el concepto que se expone. Particularidades visibles al comparar con otros poemas o relatos modernos que versan el mismo tema –incluso adaptaciones cinematográficas o podcasts contemporáneos–, y sin dejar de ser correctos, no poseen la fuerza que le da Manzi a lo largo del relato:

“¡Déjense de pavadas y enganchen la galera!

Por cuenteros y maulas les metería una soba.

¿Qué quieren que a mis años pida la escupidera

y me quede en Santiago masticando algarroba?”

No solo pinta una realidad histórica, sino que cuenta una verdad con estilo y gracia muy particular, características en él. Hoy, en un mundo de fake news y narrativas virales, esta autenticidad cruda resalta como antídoto.

NADA MENOS QUE TÚ ERES POETA

Otros de los buenos poemas de Manzi lo constituyen esos “42 versos a la Facultad de Derecho” y un largo poema que titulara “30 años”, en donde deposita toda una gama de recuerdos y experiencias vividas en su niñez y parte de su juventud –ahora releídos en el contexto de movimientos estudiantiles globales como los de 2018 en Argentina o las protestas por el cambio climático.

“Pero siempre fui avaro Con mi propio dolor.

Abandoné los libros y me hice luchador.”

La vida de Homero se encuentra escrita en estos versos que constituyen su cronología versificada con increíble sencillez y candor, un testimonio que inspira a generaciones de activistas en redes sociales.

Aquellos “42 versos…”, publicados por primera vez en la revista El Hogar el 7 de marzo de 1948 –y que hoy circulan en ediciones digitales y antologías en PDF–, deambularon por cuentas casas de altos estudios, en el país; entre los estudiantes de esa carrera, que parecen identificarse tras los conceptos vertidos por Manzi, que se conjugan entre la seriedad y la farsa, satirizando un sistema educativo que muta… pero no cambia.



[1] en su obra “Manzi: poesía y política” (publicada en los años 70, pero reeditada y digitalizada en décadas recientes),