miércoles, 8 de agosto de 2018

LEGISLAR SIN LOS JUÁREZ

Nota Editorial del 6 de enero de 2008.-

Carlos Juarez y Sra la política de la ineficiencia  y el terror
De las tantas conversaciones que tuve con Vicente Solano Lima, suelo rescatar un tema muy interesante, que en un principio no entendí, pero después, con el tiempo, alcancé a comprobar que estaba cargado de una notable sabiduría empírica producto de sus largas y sostenidas luchas en la arena política nacional.



La cuestión versaba sobre las bancas de los diputados nacionales, en espacial de quienes llegaban del interior del país a descubrir una Capital tan cosmopolita, como huraña e introvertida, a los ojos de una dirigencia política que recién despertaba de una pesadilla que duró más de un lustro, entre un autoritarismo prepotente, la degradación de los derechos humanos y la violencia ilimitada instalada en todos los campos. 

“La mayoría de los dirigentes políticos y en especial los provincianos, explicaba,  se disputan un lugar en las listas de legisladores nacionales pensando que desde la Capital Federal realizaran un gran salto que los coloque en una posición superior en la carrera política.

Pero nada más equivocado. Solo muy pocas excepciones conozco que se les haya cumplido el sueño que trajeron. En éstas Cámaras se oscurece el más iluminado. Y con el tiempo suelen descubrir que aquí, no son nadie….”

Desde que los argentinos comenzamos a reconstruir una nueva democracia, fenecido el genocida golpe del 76, en Santiago del Estero Carlos Arturo Juárez, retomó una vez más las riendas del poder que se le había arrebatado precisamente, en esa alzada militar de aquellos años, que abrieron tantas heridas en el tejido social y que aun treinta años después, no terminan de cicatrizar.

Gestor de una aplastante mayoría tras el resultado electoral sobre la Unión Cívica Radical, el Partido Justicialista y sus aliados históricos retornaban a fines de octubre de 1982 al cetro del poder político, para ejercer una supremacía a ultranza, acaparando los puestos estratégicos en casi todo el territorio provincial, salvo una que otra excepción.

El denominado “juarismo”, como lo hizo siempre, se alzó con los dos tercios de los legisladores provinciales, más los dos Senadores Nacionales –de aquel entonces-  y la mitad mas uno de los Diputados de la Nación.

Y así sucesivamente el partido del General Perón, a veces con el rostro de Iturre, Mujica, Díaz o Aragonés, reservaron entre sus filas a la mayoría de legisladores nacionales y provinciales, dejando a la oposición totalmente desguarnecida, sin que pudiese lograr, la aprobación de un solo proyecto ante la mayoría exultante del gobierno de turno.

No obstante las últimas dos Intervenciones federales que soportó nuestra provincia, dispuestas desde el poder central durante estos años de nueva gestación democrática, en las Cámaras nacionales  Carlos Juárez,  per se o por otro, siempre estuvo presente.

Resulta paradójico ese interés desmedido del caudillo por acaparar las bancas nacionales, pues ningún buen resultado, ni político, ni económico, recibió de ellos a lo largo de estos más de 20 años de hegemonía personal  en su feudo, al que gobernó con  tinte autocrático desde la conocida soledad del poder de la que nunca pudo escapar.

Sus largas meditaciones previo a la confección de los “listados sabanas” antes de cada disputa electoral daban la sensación de que se encontraba inmerso en una búsqueda intrincada  para arribar a una prolija elección de quienes serían los candidatos a legislar, en beneficio de la provincia y de un país mejor. Pero, nunca existió nada mas alejado de esa realidad.

Ante cada acto electoral Juárez siempre “escondió bajo siete llaves” la nomina de quienes serían sus candidatos, las que mandaba a presentar al cierre del vencimiento de los plazos procesales, no como estrategia electoral en busca del factor sorpresa, sino como una manera de detener una segura estampida de la “la tropa” –solía decir- cuando se enteren que no formaban parte de los elegidos.

Nunca le interesó ni la calidad cultural, ni el prestigio personal de los postulantes que colocó en el parlamento, tampoco la cantidad de votos posibles que esos nominados podían  aportarle. 

TRISTE,  SOLITARIO Y  FINAL

Las resultas de éstas maniobras están ampliamente publicadas mediante datos históricos y reiteradas estadísticas que forman parte de la memoria parlamentaria nacional y provincial.

Sirva como mero ejemplo ilustrativo, que la provincia de Santiago del Estero encabezó en varios periodos de sesiones ordinarias las nominas jocosas de los llamados “diputados mudos” (los que nunca hicieron conocer su voz en el recinto) para vergüenza ajena de los santiagueños.

También su señora esposa Marina Mercedes Aragonés de Juárez, ex gobernadora de la provincia, cuando resultó ungida Diputada Nacional, no escapó a la observación de los memoriosos cronistas especializados del “Semanario Parlamentario” y es recordada dentro de las crónicas insólitas, pues jamás asistió a ninguna las sesiones ordinarias de la Cámara, mientras duró su mandato, salvo el día de su incorporación.

A tanto llegó el desprecio por nuestras instituciones, que en una oportunidad Carlos Juárez llegó a negociar una banca de Senador Nacional, mandando a votar a sus acólitos por un extraño  y foráneo personaje que no conocía ni el mapa de la provincia, que sin embargo llegó a representarla, sin aportar absolutamente nada para destacar, ante el Honorable Senado de la Nación.

No podemos decir que la “era Juárez” en las Cámaras de Diputados y Senadores nos legó algún párrafo para insertar en las páginas de las glorias conseguidas al servicio de la Patria. Nada más lejano que esa posibilidad.

Hoy ya no queda un solo  vestigio de lo que fuera el juarismo, ni en las Cámaras legislativas de la provincia, como tampoco en Asamblea  Nacional.

De aquí en más corre otro tiempo de la democracia y otros son los elegidos,  a quienes podremos observar y analizar con detenimiento cuando llegue la oportunidad de rendir cuentas.

Ahora ocupamos el rol de anónimos testigos del… ¿ Cómo será, de aquí en más, legislar sin los Juárez..?

Por el momento escuchamos a Peteco:

       “Carlos Arturo Juárez
            Cincuenta años dominó
                       No hay nada que agradecerle  
Ya olvidémoslo...”


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