viernes, 14 de septiembre de 2018

MALDITAS RE-TENCIONES.-

Nota editorial del  15 de julio de  2008.-


       

    Muchos se preguntan: ¿Quién es Gustavo Grobocopatel, conocido por estos días como el rey de la soja? Se trata de un ingeniero agrónomo y productor agropecuario exitoso, que capitanea un pool de siembra que en otrora simpatizaba con el matrimonio gobernante, pero cambió de parecer cuando se aumentaron las retenciones al agro, porque a su criterio "concentran la riqueza y distribuyen al revés".

El titular del Grupo los Grobo, le dijo al diario La Nación el 2 de diciembre del año pasado, a días de la asunción de la Presidenta Cristina Fernández que su propuesta es: "crear un impuesto fijo a la tierra que remplace las retenciones. Al ser fijo cuando hay mayor productividad el impuesto se diluye y entonces se estimulan la producción y la inversión. Este impuesto a la tierra es fácil de recaudar y difícil, casi imposible, de evadir como las retenciones".

Además sugirió como propuesta que los Intendentes manejasen directamente una parte de ese ingreso: "Sería un sistema descentralizado, en red, más propio de la sociedad del conocimiento".
Estoy más que seguro que quienes leyeron el reportaje publicado en el suplemento Enfoques, poco entendieron de lo que se trataba, menos aun la terminología empleada hace apenas siete meses, la misma que hoy suena hasta el hartazgo en todos los medios de comunicación. 
Es que sin saberlo (¿?) este rico empresario encendía una mecha de efecto tardío, que explotó cuando una vez más -en tan poco tiempo- se recurría al embolse rápido y mágico de las retenciones.

Felizmente la capacidad de asombro sigue intacta entre los argentinos después de tanta anomia y sin razón, que marcó estos últimos lustros de estabilidad democrática. Nadie imaginó lo acontecido en la escena política en la primera mitad de un año con estreno de nueva imagen presidencial.

Gatopardismo, sugieren algunos, otros creen en el retorno del dios Jano el de los dos rostros, pero esta vez con una cara de mujer. Lo cierto es que el tema de las retenciones no estaba instalado  hasta hoy en la arena política, pues se reservaba a los dogmas de la fina e intrincada economía, porque no todos los ex presidentes acogieron esta manera de recaudar, lo que no quiere decir que con anterioridad éramos ricos, sino que para formar recursos se "metía la mano" en otros bolsillos que también eran ajenos, con la diferencia de que estos no sabían, o no podían  protestar.

Tengo dicho que: "El Poder es como el vuelo de un barrilete siempre depende del viento circunstancial que lo mantiene" y  se conoce que cuando cesa el viento o cambia su rumbo, sobreviene el tembladeral  que es lo que está aconteciendo en estos momentos de angustia colectiva,  sorpresa y vacilación. ¿Vientos contrarios?

¿Pero… a quién se le ocurrió que se podía, sin el menor riesgo político, asumir el manipuleo a las retenciones? ¿Fue en verdad una brillante idea del ex Ministro Martín Lousteau que aparecía en todo momento respaldado por la presidenta? ¿Y si se fue dando un portazo en medio de la tembladera, porqué no se dio marcha atrás con la medida? ¿Por qué se apeló al enfrentamiento y a la pulseada en lugar del siempre digno reconocimiento ante el error? No sabe. No contesta. Ya nadie quiere asumir como el gestor de la derrota.

Lo malo es que a esta altura del partido el Estado nacional perdió inexorablemente lo que pensaba recaudar con la aplicación de las mentadas retenciones por lo que debe analizar la manera de suplir el déficit que ello traerá aparejado y de pronto también tendrá que advertir que se encuentra jugando en una cancha distinta a la que no estaba acostumbrado y para su pesar con otras reglas en el juego que no son las más beneficiosas.

       LAS PENAS SON DE NOSOTROS

Del otro lado del escenario estamos los argentinos observando boquiabiertos lo que está aconteciendo en la res-publica. Más que sorprendidos, desilusionados, amargados, apesadumbrados ante tanta improvisación mezclada de prepotencia y arrogancia vana y estéril. El peligro latente y permanente de un enfrentamiento entre pares, mete miedo y trae consigo consecuencias imprevistas  que como efecto gatillo recaen sobre la integridad misma de la sociedad en su conjunto.

Estamos viviendo en un clima de tensión permanente, al tiempo que se descubren o reaparecen síntomas de enfermedades que creíamos superadas o de las nuevas, las que existen y se expanden según la calidad de vida y el estado de seguridad en que nos desarrollamos.

Las crisis, no son privativas de los engranajes en donde se mueve el Estado, acontecen también con los seres vivientes. Son cambios espontáneos, no esperados, que aparecen repentinamente y requieren soluciones. Atacan tanto lo físico como lo espiritual y se transforma en un estado de ansiedad permanente que va minando progresivamente el tejido social. Produce desazón y desencanto. Ello se traduce en una serie de trastornos que nos debilitan en forma progresiva.

Hoy se habla de: "estado de pánico con y sin agorafobia", "conflictos de ansiedad social y generalizada", la conocida depresión en sus más variadas concepciones, "esquizofrenias y trastornos psicóticos", fobias especificas, etc., y desde un informe recientemente publicado en el diario El Tiempo de Colombia ya están apareciendo los hiposexuales, apragmáticos y anhedonicos, lo que viene a coincidir con estudios de entidades medicas de la especialidad que dan cuenta del aumento de esos trastornos en la sociedad Argentina en estos últimos tiempos, como consecuencia de la desesperanza instalada en la sociedad.

En fin, sin quererlo, los argentinos estamos conviviendo en desventaja, en medio de un clima enrarecido que de improviso se introdujo entre nosotros en estos últimos meses, donde ya contamos lo que fue un "otoño imperdonable".

Ojala que podamos "pasar el invierno" sin que nos afecten demasiado las malditas re-tensiones.-

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