Son inimaginables las cosas que
nos ocurren en el transito permanente por la vida. Son invariables los hechos
que se van sumando hasta formar una colección de recuerdos a los que recurrimos
a causa de la asociación permanente de ideas.
Los dorados setenta –como suelo
denominar a la década- fueron una constante en donde las sensaciones de asombro
y admiración marchaban al mismo ritmo descubriendo las misceláneas de un mundo
en constante proyección, que se mezclaban entre culturas de las más diversas
fuentes.
En aquel tiempo la Capital
Federal nos parecía una lejanía inconmensurable, que se perdía en la magia de
lo imposible, no solo por las distancias medidas en kilómetros, sino porque las
imposibilidades de acceder a la vorágine de un modus vivendum que se renovaba permanentemente.
ROBERTO CARLOS tocaba en Mau Mau casi todos los veranos de los 70. |
Desde allí se reflejaban las
luces del gran orbe, en donde se construían expectativas impensadas y a donde
arribaban las novedades relacionadas con el cine, la música, la pintura y todas
las formas del arte en su más pletórica realización.
La emblemática boite de aquellos años, se llamó
Mau-Mau. Esa glamorosa sala musical que recibió el mote de “in” a donde
estacionaba el “jet-set” de aquellos años. Por alli pasaron: Liza Minelli, Omar Shariff, Philippe
Junot, Cristina Onassis, en donde Roberto Carlos grabó un Log Play en vivo, Charles Aznavour, Alain Delon,
Geraldine Chaplin, Antonio Gades, Omar Shariff, Rudolf Nureyev, Ornella Vanoni,
Wilson Simonal.
Durante 30 años, Mau Mau fue sinónimo de noche "bien", diversión, moda y vidriera para mostrarse. No era para cualquiera. Para poder ingresar, había que pertenecer a cierta elite
Durante 30 años, Mau Mau fue sinónimo de noche "bien", diversión, moda y vidriera para mostrarse. No era para cualquiera. Para poder ingresar, había que pertenecer a cierta elite
No olvido al estadio del club
Central Córdoba, cuando desde la platea “Pucho” (1) alentando a los jugadores
exclamaba a viva voz: “lata liste, lata
liste” Eran pocos quienes lo interpretaban al hincha más entusiasta de los
aurinegros. Traducido decía:
“baile-baile”.
No sé de cuál sería la fuente de
inspiración de los hermanos José y Alberto Lata Liste (1) para bautizar con esa
extraña expresión, al lugar elegido por generaciones de argentinos, para
deleitarse con la noche porteña.
En la calle Arroyo, entre
Suipacha y Esmeralda, estos hermanos mellizos y oficiaba de socio Federico Fernández Bobadilla, inauguraron el 10 de abril de 1964, ese lujoso boliche para unas 350 personas aproximadamente, con tapizados y pieles de cebra,
mesas ratonas y cabezas de animales embalsamadas en las paredes.
Ese lugar se asemejaba a un portensoso estar de un jeque arabe habida cuenta de los elementos que decoraban el lugar.
Ese lugar se asemejaba a un portensoso estar de un jeque arabe habida cuenta de los elementos que decoraban el lugar.
Como antecedente inmediato, según
el nombre, podemos asegurar que: “Mau
Mau fue una organización guerrillera de insurgentes keniatas que luchó contra
el Imperio británico durante el periodo 1952-1960. Sus miembros eran
fundamentalmente de la tribu kĩkũyũ con algunos elementos Meru y Embu.
Aunque militarmente el levantamiento Mau Mau
fracasó, precipitó la independencia keniata y motivó la lucha contra las
potencias coloniales en otras regiones africanas. La rebelión no tuvo éxito
militarmente, pero ayudó a crear desconfianza entre los colonos blancos y el
gobierno de Londres, lo que contribuyó a crear el clima que llevó a la
independencia de Kenia en 1963.” (2)
Nunca imaginé que alguna vez
podía ingresar por la puerta grande a ese emblemático portal que signó a tantas
generaciones de argentinos. Y el sueño se hizo realidad, una noche cálida
comenzando los noventa. La pasé a buscar por su casa con la idea de un café y
mucho dialogo y sin quererlo nos detuvimos al frente de la discoteca soñada.
En la calle Arroyo, entre Suipacha y Esmeralda, los hermanos
mellizos Alberto y José Lata Liste, y su socio Federico Fernández Bobadilla,
inauguraron el 10 de abril de 1964, un lujoso boliche para 300 personas, con
sillones tapizados con pieles de cebra, mesas ratonas y cabezas de animales
embalsamadas en las paredes.
El lugar simulaba ser el living de un millonario
que organizaba fiestas todas las noches.
La musita estaba pergeñada por el famoso disk jockey Exequiel
Lanús. Y la atención a cargo del maître ‘El tano’ Fabrizzi, tuteaba a los todos
los habitués. En la puerta el Julio Fraga, los hombres sólo con saco y corbata
y las mujeres, con vestidos de soirée.
Nos miramos y sin acuerdo previo
nos dirigimos en silencio hasta el boliche. El mítico morocho –que era parte
del paisaje y de la casa- nos dio las
buenas noches decidiendo que las puertas se abriesen por intermedio de dos
patovicas apostados en el lugar.
Después, todo fue lo imaginado con el lujo de todos los detalles, desde las mesas individuales alumbradas con su velador mortecino, hasta los confortables sillones en los laterales destacando el estilo inconfundible del salón.
Después, todo fue lo imaginado con el lujo de todos los detalles, desde las mesas individuales alumbradas con su velador mortecino, hasta los confortables sillones en los laterales destacando el estilo inconfundible del salón.
Bebí el champan más confortable
de mi vida y escuché a mi corazón latir embravecido a causa del encanto, del
aroma de una piel que por momentos me incitó a
levitar.
Mau Mau cerró en 1994. José Lata Liste, murió en junio de 2011,
cuando tenía 78 años. Su hermano Alberto había muerto unos años antes.
En 1998 el edificio fue
demolido y allí se construyeron dos torres. Alli se derrumbaron las noches del glamour, cuando se decia que Isidoro Cañones después de ‘reventar’
la noche allí terminaba, desayunando en La Rambla o en La Biela.
Recién me preguntaron por la suerte de aquel local que
fue venerado como único en su estilo y se me ocurrió contar en estas líneas,
que alguna vez pasé por el lugar, y me sentí como si fuera el personaje discepololiano de aquel tango:
“ De chiquilín te miraba de
afuera
como a esas cosas que nunca se
alcanzan...
La ñata contra el vidrio,
en un azul de frío,
que sólo fue después viviendo
igual al mío...” (3)
FUENTE:
1- Los creadores de Mau-Mau
3- Cafetín de Buenos Aires, Tango
(1948) autores: Mores y Discepolo
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