A 11 años del triste episodio.
No se lo
conocía, ni como personaje de la cultura mistonga, ni como policía provinciano
de particular aspecto, metido en las profundidades de una vocación orientada a
servir al orden con subordinación y valor.
El Malevo Ferreyra, un personaje salido de un cuento de la belle epoc. Simpático, odiado y querido por su pueblo, se convirtió en leyenda. |
Recién a partir de los ochenta su nombre y su apelativo,
eran un murmullo apenas, por las orillas de un Tucumán que no logra curar las
heridas que sintió, tras la crueldad de los años de plomo, como pocas
provincias argentinas.
Una década más tarde su figura se tornó emblemática. La camisa negra, el sobrero blanco, las patillas pobladas,
entornando unos ojos profundos, inquisidores y altaneros que sobresalían por
sobre un rostro castigado por el sol y los vientos de la pobreza en su pueblo
natal.
"Nació en un barrio con malvón y luna
por donde el hambre suele hacer gambetas"
La crónica periodística lo mostró después en su total
dimensión, cuando se fugó del lugar en donde debía cumplir una condena -según
él injusta y desproporcionada- no así para quienes firmaron la dura sentencia
que lo convertía en un convicto de máxima peligrosidad.
Pero, no se trataba de un delincuente más, empeñado en
introducirse dentro de los tipos penales exponiendo su figura de espaldas a la
ley.
El sentenciado era nada más y nada menos que un policía, al
servicio de la protección de las leyes y de la sociedad, con el rango de
Comisario, que no es poco y que no es fácil ostentar esa condición dentro de
los cuadros de la férrea estructura policial.
Se supo que no había peregrinado su niñez entre los mimos y
los juegos dorados, como que no creció sobre un lecho de rosas, esas que
florecen lejos de los lamentos, los clamores y las necesidades por la
supervivencia.
Y ello nos hace presumir que cuando adultos, nos
convertimos en un pedazo de lo que fue nuestra historia, mezclada con el resto
de lo que conseguimos en la edad madura.
Tal vez por eso la fantasía del sombrero alado, la camisa
emblemática y las patillas desbordantes, para conformar la imagen de
aquellos "guapos" de la belle epoque sin miedos y sin límites
como forma de asumir la vida.
Mario Ferreyra se mantuvo prófugo a principios de los
noventa, después de conocer su cuestionada condena y no pasó inadvertido, ni
para el país, ni para el mundo, pues su imagen recorría por los medios,
mostrando una historia que se mezclaba con la tragedia, la impunidad, el
descontrol judicial y una especie de ternura rosa que también exhibía a una
joven mujer -que se mantuvo unida en el periplo- pues había decidido ser
su compañera para siempre, al mejor estilo de Bonnie & Clay.
"Dicen que
dicen que una noche zurda
con el
cuchillo deshojó la espera"
Alguien rememoró que a los doce años se enfrentó a una
leona con un cuchillo y que por donde él transitaba con su estampa temida, no
había robos, ni desmanes, y que su olfato esclareció innumerables crímenes
ocurridos en su provincia.
Por lo que sabemos, no fue una persona que encarnara el
mal, por lo que no hay razón valedera y responsable que nos lleve a juzgar
-como hoy parece ser costumbre- lo que no se conoce.
Lo cierto es que una multitud despidió sus restos. No
faltaron sus compañeros de armas, ni sus amigos de siempre, ni aquellos
allegados al Poder para quienes sirvió.
Es que en síntesis, la policía no es más que eso, una
institución al servicio de los que mandan, bien o mal.
No conocí al personaje popular, salvo su imagen mitad
romántica, mitad leyenda que escogió los montes de Santiago del Estero para
hacer un alto al asedio judicial y que valga la paradoja por la jueza que lo
mandó a detener, quien también pasó por la función publica en mi provincia, sin
resultar ser de las mejores.
Pero, no acostumbro a opinar sobre estos casos, sin
expediente en mano. Y en verdad, no es aventurado a veces, guiarse por
indicios o por pequeños gestos que a los ojos de la objetividad, nos devuelven
un conocimiento inmediato de lo que puede resultar verdad. A pesar de todo, no puedo ocultar que la figura del
"malevo" siempre me resultó simpática.
¿Y cómo definir a un hombre que decidió dejar este mundo
por causa de la incomprensión de los que no conocen los grados del poder?
Llamó a un sacerdote y pidió su absolución poco antes del
tremendo desenlace. Y fue absuelto, por la justicia divina, pues a pesar de
todo, tuvo el tiempo reflexivo para pensar en Dios.
Y antes del estampido final, balbuceó sus últimas palabras
desde el corazón: "Hasta siempre, María…" Era el triunfo del
amor sobre los infortunios.
"…y entonces sólo, como flor de orilla,
largó el cansancio y se mató por ella."
Nota: Los subtítulos pertenecen al tango: "Te llaman Malevo" Letra de Homero Expósito y Música: Aníbal Troilo.
Mario Oscar Ferreyra, "Malevo" nació el 17 de junio de 1945, en Los Pereyra, Cruz Alta, al este de Tucumán.
El 21 de noviembre de 2008, el ex comisario ponía fin a su vida delante de las cámaras de Crónica TV.
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