A Roberto Eduardo Voza (Pupy)
Ayer al caer la tarde, se encendió el rumor y se sucedieron constantemente los llamados que buscaban confirmar la triste noticia. Se fue de este mundo Roberto Eduardo Vozza, el emblemático periodista que durante décadas informó a los santiagueños con inigualable objetividad desde todos los medios: radios, gráficos, televisivos, informáticos y hasta epistolares, porque su avidez por la noticia se esparcía a diario entre quienes lo conocimos en cercanía.
Vecinos de toda la vida,
compartimos desde muy jóvenes la pasión por el básquet en el estrecho predio de
Patagonia Central y estuvimos sobre los viejos tablones del club atlético Unión,
el equipo mil rayas de nuestra predilección.
También anduvimos cerca de
la vieja L.V.11, en tiempos de la pasión por la radio, él cantando tangos en cortos
intervalos solo acompañado por su guitarra y yo aprendiendo a perderle el miedo
al micrófono, cuando se encendía la luz roja avisando que estábamos al aire.
Después el abrazó al
periodismo y yo a las letras y el destino nos condujo en la vida –como se dice
ahora- juntos, pero separados y es por eso, que pocos entendían el grado de cercanía
y el conocimiento pleno que exhibíamos sobre determinados temas.
Memorioso hasta el asombro,
nunca olvidó ningún detalle de sus actuaciones profesionales, ni a los
personajes a quienes les tocó entrevistar. Recordaba los planteles completos de
los equipos de futbol y del básquet, los goles, los títulos, los campeonatos y
las anécdotas personales de sus protagonistas principales.
Hombre de consulta, sobre la
historia de los últimos cincuenta años de la vida y obra de los santiagueños.
Nadie pudo conocer sus fuentes informativas, pero todos tenían la certeza de
que Pupy, conocía del tema hasta los mínimos
detalles.
Desde niño hasta sus últimos
días, lo cubrió el aura de “la buena gente” debido a su especial cordialidad,
el buen trato, los buenos modales y la disposición plena a colaborar con toda iniciativa
relacionada con la actividad cultural.
Fue un hombre culto y serio. Lo sorprendí meditabundo, no hace mucho, cuando le propuse que grabara el primer CD de “tangos santiagueños” de mi autoría que estaba dispuesto a producir. ¡No es fácil!, me dijo, pero lo podemos intentar.
Me habló de la fragilidad de su salud, lo que se podía advertir a simple
vista, y no por ello dejó de caminar por las calles del centro todas las
mañanas, para luego retornar al encierro en su casa solariega a esperar un
nuevo día.
Soportaba una cruel
enfermedad que se arrastraba con el tiempo, que en partes podía controlar desde
la medicina. Pero remaba también con otro mal de estos tiempos, que también enferman
y a veces no es posible remediar. Fue la
soledad el enemigo silencioso, quien lo acompaño el último tramo de su vida.
Y finalmente ese rumor de la
tarde, se confirmó a la noche. Encontraron muerto al amigo de tantos años en su
propia casa, sin que nadie escuchara sus últimas palabras y sin que pudiese oír
este triste adiós de despedida.
“Para saber cómo es la soledad. La soledad es un amigo
que no está, es su palabra que ya nunca ha de llegar…” (Luis Alberto Spinetta).
1 comentario:
La soledad de una mitad nuestra q se fue con el... la careta que se cayo del “estoy bien”, “no te preocupes que yo me cuido”, miles de preguntas que nunca tendrán respuesta porque nos protegía como si fuésemos niñitas pequeñas. Homenajes y alabanzas que nos llenan el alma destrozada pero con la honra de ser hijas de este ser maravilloso cuya mirada se apagó hace tiempo cuando su pasión por su trabajo se vio truncada. Ya nunca mas volvió a sonreír como lo hacía antes. Sus nietas lo esperan sus hijas lo lloramos con un nudo en la garganta. Pudimos despedirlo... su cara de estar en paz nos palmó la espalda. La cachetada de la noticia de su partida se convirtió en patada cuando advertimos que no hacía nada de lo q nos prometía. No se cuidaba... no aceptaba ayuda porque ya no quería estar en este mundo. Le dijimos todo, lo retamos, le preguntamos porque... pero hubo silencio. Fuiste un grande papá! Un alma libre. Ya vuelas x tu santiago querido. Tu alma descansa en Paz pero se que estás con nosotras. Me dueles tanto, te amo tanto! Y solo se que te voy a extrañar toda mi vida. Tu hija laura
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