Desde
hace bastante tiempo venimos anunciando que la reiterada conducta de
tendencia delictiva que caracterizan los actos políticos de Juan
Schiaretti y su banda, mas tarde o mas temprano requerirán de la
acción judicial, toda vez que están dadas objetivamente las condiciones
para ello, ante la existencia de numerosas denuncias sobre ilícitos
penales cometidos en el ejercicio de sus funciones las cuales
inexplicablemente se mantienen en carácter y categoría de “cajoneadas”
porque éste individuo continúa amparado en los fueros que lo inmunizan
desde el comienzo de la vida democrática.
La calamitosa gestión que lo tuvo como
Interventor Federal en Santiago del Estero 1993/1995 en complicidad con
Carlos Menem, Jorge Busti, Eduardo Fellner y su “gestor” Domingo
Cavallo, entre otros dejaron al desnudo a éste “camaleónico” y permeable
funcionario, en cuanto al malicioso y temerario accionar que suele
imprimir a las gestiones administrativas que se le encomiendan, pues ya
es sabido que a su paso siempre queda una estela delictual que huele a
ocultamiento o impunidad.
Durante estos últimos meses recibí numerosos
mensajes, vía correo electrónico, casi todos provenientes de la ciudad
de Córdoba, dando cuenta de lo pernicioso que resultaría para esa
provincia un posible triunfo en las recientes elecciones para Gobernador
de este inefable y audaz manipulador de la cosa política. Todas las
misivas ingresaron a mi página web: (www.brevettarodriguez.com) y todas
ellas fueron contestadas, advirtiéndose a los interesados que el
“efecto Schiaretti” es como una suerte de pandemia, que se viene
ramificando sin control a lo largo y ancho del país, como que no hace
falta ejemplificar.
Y así fue. Días antes del acto eleccionario se
palpó en el ambiente un micro clima, con rumor a gritos, de una posible
burla al electorado provincial.
El mismo Schiaretti se encargó de anunciar a
viva voz más de quince puntos de ventaja, sobre cualquiera sea su
adversario. Estaba tan seguro de que sería ungido Gobernador a cualquier
precio, que hasta se dignó a debatir ante los medios con los dos
candidatos mejores posicionados de conformidad a las encuestadoras
contratadas por el aparato estatal.
Ese debate lo dejó muy mal parado y desde esa
fecha las acciones del candidato Juez subieron considerablemente,
cotizando en el mercado electoral como carta de triunfo y “favorito” al
mejor estilo burrero.
TU PÁLIDO FINAL
Inexplicablemente apenas cerrado el acto
comicial se mostró a una vez más a un Schiaretti exultante, eufórico
de una irresponsable vanidad, anunciando un ¿triunfo? aplastante, como
si de antemano le habrían acercado los resultados como por arte de
magia. Del otro lado, una oposición mesurada exigía a los gritos: calma y
prudencia, porque los números que se estaban manejando no eran
coincidentes con los del oficialismo.
La formula Unión por Córdoba, llamó a festejar a
la plaza principal, pero no fue nadie. Y de ahí en más se marcharon a
la Casa de Gobierno perdiéndose en medio de un silencio cómplice que
angustiaba a propios y extraños. El actual Gobernante –padre de la
criatura- se encerró en su despacho y no quiso salir a mostrarse en
público con el rostro de un Jano autóctono que por una parte exhibía un
puñado de laureles y por la otra el sinsabor de una derrota sin
atenuantes.
Una provincia de la entidad de Córdoba, dotada
de la más moderna tecnología en la era informática, sin ningún pretexto
válido, se negó a realizar un escrutinio en tiempo real y normal. Ello
despertó la duda y ésta exhibió ante la mirada atenta de todo el país,
una cadena espuria de manipulación, manejo discrecional, impunidad y
dirigismo oficial, hasta llegar al ocultamiento de un acto comicial
escandaloso, imposible de ser revertido sin apelar a practicas
delictivas.
Tres días después entre la efervescencia de un
pueblo pidiendo claridad y transparencia, se vio a un De la Sota
ensayando públicamente una exhortación poco creíble dirigida a quienes
son los responsables de administrar Justicia en su provincia, muy lejos
de advertir que un sistema que no puede atemperar los desbordes que
acontecen a diario en el seno de un Poder Judicial obediente o adicto al
Poder político de turno, hace sucumbir la cláusula garantía que la
comunidad le ha encomendado al Estado constituido. Ello es así, pues
nadie parece estar dispuesto a encarar ésta cuestión con los elementos
idóneos que conformen a las partes en conflicto.
Esto es “tongo” dijo el pueblo de Córdoba
reunido espontáneamente al frente mismo de la Casa de Gobierno de donde
se sospecha que proviene el mal manejo de la cosa que es publica.
¿Confusión o despropósito? Sabe el pueblo
soberano, que esas experiencias fueron siempre negativas.
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