La
historia esa grande y memoriosa, suele muchas veces dejar de lado hechos
y figuras prominentes que muy pocas veces llegamos a conocer y ello se
debe en la mayoría de los casos a la jerarquía de la importancia, cuando
no, al ocultamiento internacional de los publicistas de turno quienes en nombre de un supuesto beneficio a la comunidad, escogen con natural subjetividad,
los sucesos y sus protagonistas que han de perdurar en los recuerdos -con rotulo de por medio- de los argentinos del futuro.
Quizá ese empeño desfigurativo de la verdad real
fue lo que provoco estériles enfrentamiento entre provincianos y
portuarios o unitarios y federales sin advertirse previamente que se
estaban echando raíces en el principio de la división de un mismo e
idéntico pueblo.
Estas circunstancias nos privaron del conocimiento
objetivo de nuestros grandes hombres sobre quienes hoy, un manto de
olvido y mezquindad se cierne sobre sus memorias. Ramón Carrillo es
nuestro mejor ejemplo y si bien hoy se pretende reivindicarlo, lejos se esta del conocimiento profundo y sistemático de sus obras, como de su
personalidad.
TAN SOLO EL ANECDOTARIO
Hace unos días- por iniciativa del actual
ministro de acción social- se televisó por un canal de capital federal,
con gran despliegue de publicidad de por medio, un especial titulado
“Carrillo historia de una pasión” en donde se entrevistó a familiares
del científico-político y se reseñó su paso por el primer ministro de
salud pública que tuvo el país.
Como novedad, destacamos que en las
películas que se conservan - obvio en blanco y negro- no se registró la
voz de Carrillo ¿o fue borrada?
Durante el transcurso del programa fue
doblado por un actor del medio, lo demás solo fue referencia aislada de
su copiosa labor, sin que se aportasen detalles a lo que ya conocido.
UN PERFIL DOCTRINARIO
Quizá su provincia natal Santiago del Estero poco sabe de él, por haber partido desde muy joven en busca de su
destino. Lejos quedó su medalla al mérito como el mejor graduado en su
promoción de bachiller, e igual lauro en la facultad de medicina en
Buenos Aires, su pasión por los clásicos de la filosofía, de las letras, lo llevo a conformar una de las bibliotecas mas completas de la
especialidad que aun se conserva en capital federal.
Fue un destacado dirigente del partido Demócrata
Nacional -con el mismo dijera- impulsado por convicciones,
sentimientos, simpatía y por propia tradición familiar.
De haber aceptado la senaduría por la capital
federal que le ofreciera el coronel Perón en enero de 1946, quizá otra
habría sido la historia de Carrillo claro, que desde el parlamento no
habría podido desplegar su notable condición de sanitarista, hoy
evidenciadas en todo el territorio nacional.
Pero el entonces partido laborista insistió en
asignarle un lugar a este conservador provinciano dotado- sin lugar a
dudas- de las tan necesarias soluciones que el área de la salud exigía en
su momento y la obra se hizo.
DEL PROGRESO AL RETROCESO
Para interpretar la magnitud de sus obras, para
aquilatarla en su justa medida, es necesario saber cual era la realidad
sanitaria del país antes de la creación del ministerio de salud pública,
con Carrillo como ministro, y cual era después de su paso por el ministerio.
Transcurrieron casi 40 años y no hay indicio de avances en relación con
esa área. Los índices con mortalidad infantil, desnutrición, sub
alimentación, número de camas en los hospitales, etc., han crecido
considerablemente, tanto es así que en la política sanitaria, las
referencias se establecen entre: “antes y después de Carrillo”.
Largo sería de destacar otros aspectos de la
personalidad de este insigne santiagueño. Sus obras sobre la
especialidad y sus descubrimientos son hoy fuente de consulta en el
mundo entero.
En algún momento usted transitará por lo extenso
de nuestro territorio y seguramente en el lugar mas inhóspito,
descubrirá un imponente hospital de estilo colonial, galerías criollas y
rojos en la techumbres - no lo dude - porque esa, es una obra de
Carrillo.
Publicado, diario El Liberal 19 de marzo 1985
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