Jura en casa de gobierno: Juan Jiménez Domínguez, René Gómez Álvarez, Guillermo Abregú Mitelbach, diputado Infante y otros |
Hoy hace cincuenta años que
asumí en el cargo de Director General de
Cultura de la Provincia de Santiago del Estero, jurando también en esa oportunidad como Secretario General del N.O.A. Cultural.
También juré el cargo de Director General del
Teatro 25 de Mayo que por aquel entonces formaba parte del "paquete"
de actividades, que necesitaban de una reforma integral.
De inmediato me avoqué a la formulación de un plan cultural para que la función fuera dotada de
un presupuesto acurde a sus necesidades y debo
reconocer que fue el último en su género, ya que nunca se conoció estrategia
alguna, para ejercer esa función.
Había cumplido 23 años. Recuerdo
que fue un agosto atípico, veraniego,
pues ese día –asado de por medio-
fui sorprendido por la noticia de mi designación, cuando la radio LV11 anunciaba
una serie de asunciones en la casa de gobierno, encontrándome entre quienes
conformarían el flamante elenco gubernamental.
En esa oportunidad la provincia
se encontraba intervenida por el P.E.N. y el Profesor Juan Jiménez Domínguez ya había asumido como Interventor. En
verdad, nada sabía al respecto, solo me habían sugerido si deseaba participar
en la gestión, a lo que respondí de manera negativa.
Conocí al Interventor en Buenos
Aires, el mismo día que lo designaron,
cuando llamó a la casa del Ing.
Belisario Carrillo –hermano de Ramón- en donde me encontraba almorzando con
su familia. Se presentó para pedirle a su amigo “Mocho” que lo acompañase como
Ministro de Obras Publicas en un proceso incierto que no tenia fecha de
vencimiento, conforme a los sucesos de índole político que se desarrollaban en
la provincia, entre las fracciones justicialistas López Bustos- Juárez.
- Me gustaría que haya un
Carrillo entre mis ministros, anunció el Interventor al llegar. Gesto que fue largamente agradecido por el
anfitrión, quien declinó el ofrecimiento por razones de salud. Mientras se
desarrollaba la charla el visitante advirtió por la tonada, mi identidad santiagueña,
y de inmediato lo interioricé de las causas que habían motivado su presencia en
la vieja casona del barrio de Belgrano.
Me pidió si podía redactarle el
discurso de asunción, pues esa misma tarde debía asumir en el cargo. También me
solicitó si podía acompañarlo en el viaje, a lo que me negué, ya que eran otras
las razones que motivaban mi presencia fuera de Santiago.
Más tarde el Ing. Carrillo se
comunicó por teléfono diciéndome que se había comprometido con el Interventor
para que lo acompañase en su gestión durante su permanencia en Santiago. Al día siguiente se
presentó el piloto afectado a la casa de gobierno con “orden” de trasladarme a Santiago
y de paso experimentar mi “vuelo bautismal”.
Arribé a la provincia, en
compañía de Ramón “Tito” Castillo
Carrillo, y de inmediato fuimos trasladados a la casa gubernamental. Nunca
olvidaré el gesto generoso del Interventor, cuando nos entregó el listado de
cargos, y nos dijo: “Menos el Ministerio de Gobierno, el de Economía y la
Secretaria General de la Gobernación, elijan el lugar que quieran.”. Yo no
acepté el ofrecimiento. Al otro día Castillo
Carrillo asumía como Presidente de la entonces Corporación del Rio Dulce.
En verdad, no sabía que mi
designación ya estaba pergeñada por el propio Interventor, quizá por ello la noche de las asunciones el
Director del Ceremonial, Jorge Bruhn Gauna me perseguía por las escaleras, decreto
en mano, porque no conocía el numero de mi documento de identidad, para formalizar la asunción.
Aun recuerdo el salón de acuerdos de la casa de gobierno, totalmente colmado. El Interventor cuando me vio llegar, me pidió que dijera unas palabras, hecho inusual ante lo sencillo del cargo. Lo demás... es historia conocida, sin
duda que ocurrieron tantos episodios que ya son parte del anecdotario político
local, lo que me hace suponer que cincuenta años… no es nada.
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