Hace unos días, se conmemoró una nueva década del hedor de un viejo desfalco: la extradición a Santiago del Estero de ese foráneo ratero que anduvo suelto por una docena larga de años, después de haberse embolsado con total descaro más de un millón de pesos de nuestro ex Banco Provincia.
Era la
época en que otro saqueador, plantado al frente del Poder Ejecutivo como
Interventor Federal, chupaba la sangre del erario público con la misma cara de
palo que el ahora extraditado. La nota iba adornada con una foto amarillenta de
aquellos días, donde posaba el entonces Juez de la causa: Roberto Rubén Lafouret, el "títere" de Schiaretti.
Todos
guardamos en la memoria el circo montado para intervenir la provincia en 1993, cuando
el ex Presidente Carlos Menem se
medía a codazos diarios –por tajadas de poder– con el todopoderoso Ministro de
Economía Domingo Cavallo, que no se le ocurrió nada mejor que endosarle a uno
de sus perros de presa más fieles: Juan
Domingo Schiaretti.
Llegó
este con su jauría de burócratas improvisados, todos foráneos como él, y se
llevaron hasta el último mango de la caja provincial, dejando un tendal de
deudas y promesas rotas. Muchos se rascan la cabeza y preguntan: ¿Y quién rayos
es Roberto Rubén Lafouret?
Un
abogado de tres al cuarto del foro cordobés, que aterrizó en la provincia para
jurar como Juez del Crimen de Quinta Nominación, el corralito perfecto donde se
amontonaban todas las causas con olor a política podrida. Ahí las manipulaban a
gusto y placer el Interventor Federal y su lugarteniente en el Ministerio de
Gobierno, el impresentable Eduardo
Fellner.
Este "títere" –al que apodaron "Danny DeVito" por su parecido con el yanqui de las películas– desembarcó con una valija de cartón marrón y se fue en un camión de mudanzas cargado de billetes, gracias a la obsecuencia vil que marcó su paso por el Poder Judicial, ya de por sí tambaleante.
Sorprende –o no tanto– que en el antro de este funcionario cayeran las causas más jugosas de la era. Los estertores del 16 y 17 de diciembre de 1993 que desembocaron en la Intervención Federal, los infames "cheques de Civallero" –hoy un pez gordo en el gobierno cordobés–, el robo millonario al Banco Provincia por más de un millón de pesos, y esa causa por accidente automovilístico donde pereció la mujer de Oraldo Senn, el actual diputado provincial de Córdoba, en la que se apartó al juez natural y se incautó un maletín rebosante de billetes.
Por
supuesto, el expediente del choque nunca vio la luz de un fallo, engullido en
la niebla de la impunidad. Lafouret,
con mano de plomo, mandó a esposar a medio gabinete provincial, incluido el ex
Gobernador Carlos Mujica, sin una mísera prueba en la mano.
Pisoteó el derecho de defensa en juicio
durante todo su reinado, hasta que las denuncias por inoperancia e impericia lo
barrieron del juzgado, pero reasumió como Camarista del Trabajo, cargo al que lo habían ascendido y en su ex trono, pusieron a una
dupla de Juez y Fiscal que no sabían ni por dónde empezar a hacer justicia.
Hoy, tres
décadas después, Lafouret sigue
siendo un fantasma: retirado en sus pagos cordobeses, sin un solo eco en los
tribunales, ni en la rosca política. La Justicia santiagueña, remozada a medias, bajo la queja de los santiagueños por la mora que la caracteriza, lo recuerda
como un mal sueño, pero sin revanchas,
ni juicio que lo arrastre de nuevo al ruedo.
Sin duda que fue el inefable Juan Schiaretti,
entre otros, el que prostituyó y degradó la justicia santiagueña, un cáncer que
aún palpita sin rumbo fijo hacia el deber ser. Y miren ahora: el mismo Schiaretti, fresco como una lechuga, se
planta como candidato a diputado nacional por Córdoba en las listas de
Provincias Unidas, de cara a las legislativas del 26 de octubre.
Encabeza
la boleta con Carolina Basualdo y Miguel
Siciliano a la cola, prometiendo desde el Congreso eliminar las retenciones
al agro en dos años y blindar el federalismo contra el "ajuste cruel"
de Milei.
Habla de
equilibrio fiscal y desarrollo productivo, como si el saqueo de 1993 fuera un
cuento de hadas. Su peronismo cordobés se hincha como tercera fuerza nacional,
pero en Santiago del Estero, donde dejó un reguero de cenizas, la memoria duele
como herida abierta.
Otro que
bien baila Eduardo Fellner, el
compinche en el Ministerio de Gobierno, también colecciona fantasmas: ex gobernador
de Jujuy, preso en 2018 por la mega causa de viviendas truchas y liberado por
tecnicismos, hoy vegeta escondido en el olvido, sin cargos, ni revancha, un
dinosaurio del PJ que nadie extraña.
Domingo Cavallo, el titiritero de fondo, a sus 79 abriles, sigue soltando veneno económico desde su blog: advierte de un "salto devaluatorio" en 2025, si no se libera ya el cepo cambiario, y sueña con dolarización para domar la inflación.
El mismo
que en 1993 mandó a Schiaretti a
"ordenar" Santiago del Estero con mano dura, hoy critica el atraso
cambiario y el freno a la actividad, como si su convertibilidad no hubiera sido
el prólogo de tantos desastres.
Carlos Aldo Mujica, el gobernador maniatado sin pruebas, yace en la tumba
desde 2013, víctima de un cáncer que se lo llevó a los 79. Su breve paso por el
cargo queda como símbolo de la obediencia debida que llevo a los interventores
a encarcelarlo gratis y condenarlo a un desprestigio indebido.
Y Oraldo Senn, el diputado cordobés,
sigue en la rosca provincial, pero su maletín de billetes de 1993 es un secreto
que la justicia nunca quiso desentrañar, un hilo suelto en la madeja de la
corrupción.
Resulta
imperioso revolver estos cadáveres, que forman la interminable sarta de
impunidad que aún cuelga de nuestros tribunales. Los señalo con apellido y
nombre, para que la memoria no se oxide, porque por despiste o la amnesia,
estos mismos buitres podrían osar volver al festín, canjeando la libertad por
dos monedas en las urnas del 26 de octubre.
Que la
historia no se repita: la justicia santiagueña, con sus reformas a medias, debe
cerrar estas cuentas pendientes antes de que el "títere" y su amo
regresen disfrazados de salvadores.
1 comentario:
Valiente nota MIguel. ¿Será justicia?
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