Nota Editorial del 8 de mayo de 2009
El
17 de abril a las 22,30 el canal de aire America 2 puso en el aire el
programa semanal Documentos America, que conduce el periodista Facundo
Pastor.
Durante una
hora se vio un documental relacionado con la ciudad de Añatuya donde se
desarrolló una triste historia que siempre se conoció como: trata de
menores o mayores, sumisión a servidumbre, rufianismo y prostitucion,
todas prácticas delictuales a las que creía superadas por el transcurso
del tiempo.
El periodista
llegó desde Buenos Aires con el dato cierto de que en nuestra provincia
aun se llevan a cabo estas practicas ultrajantes, tan repudiables y
anacrónicas, tan características de los regimenes mafiosos del siglo
pasado, en donde la degradación del ser humano vale la misma moneda que
una botella de alcohol, o algún envoltorio para la fumata alucinógena.
Las cámaras
de la televisión nos mostraron las imágenes de un pueblo arrodillado
ante los embates de la miseria. Los mismos ranchos desolados y mustios,
subsistiendo al pie de centenarios algarrobos, esos que cobijan a las
vinchucas y al mal de Chagas. Las mismas distancias polvorientas, los
animales sueltos a la buena e Dios y el rostro en blanco y negro de
niños inocentes creciendo a la intemperie de los patios desnudos.
Alias Brenda
Cortez, la vimos negar en blanco y reconocer en negro. Reseñó cuánto
cobra por engañar a niñas menores, facilitar los medios para que sean
llevadas a otras provincias, en donde sabe que serán abusadas, sin
consideración alguna, hasta sin piedad.
El otro, un
tal Juan Hoyos, escondido detrás del conductor de una moto, tapándose el
rostro para no ser reconocido, cuando se supo descubierto.
Dos
impresentables al comando de una organización delictiva, en total
impunidad, obvio ambos sueltos, ante la mirada atónita de toda la
República que conoció por medio de la televisión las alternativas de una
serie-verdad, con protagonistas delincuentes, como actores principales
de la tragicomedia.
La máxima
autoridad de la Iglesia Católica, no quiso emitir palabra, vimos también
su actitud gestual. ¿Hasta dónde alcanza la competencia y las resultas
de la responsabilidad? ¿Qué el silencio es salud? Tal vez, en algunas
ocasiones, cuando no está en juego el destino de las generaciones
jóvenes, la reserva nacional.
La señora
Antonia tuvo una hija que desapareció hace seis años. La anciana lloró
antes las cámaras. Nada se sabe de ella, dijo. Me dejó sus tres niños,
diciéndome que se iba a Córdoba. Nunca más la volví a ver.
Se llama Marcela Lilia González, la hija de doña Antonia, quien reza todos los días para que se produzca el milagro del retorno.
A la fecha,
deducimos que ningún Juez vio el programa documental, tampoco lo vieron
los señores Fiscales. ¿Algún preso por las dudas? Es decir que la
justicia santiagueña, pareciera que no tiene interés en estos temas que
degradan al ser humano hasta el colmo de la indignidad. ¿Quién debe
hacerse cargo? Y… otra vez el gran bonete. Y sin embargo nos gobiernan
Añatuya desde
donde sostenemos que Homero Manzi se inspiró para escribir el tango
Sur, está olvidada de progreso y colmada de indiferencia. A los
santiagueños nos duele su tragedia y abandono, pues la sentimos como
parte de nuestro ser, como dice el poeta: "Añatuya es aña…mía.".-
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