Santiago
del Estero, provincia de provincias, quizá por ser tan vieja, cobija en
su regazo personajes notables que abarcan y exceden casi todas las
disciplinas que nuestra memoria pueda rescatar.
El autentico sentir tradicionalista,
basado en el latir de nuestras propias emociones, los añejos estandartes
que custodiamos celosos los santiagueños, fruto de un peregrinar de
varios siglos, hoy nos están clamando por la historia, es decir por la
difusión de tantos logros que jalonan el acervo cultural provincial.
Esta primera provincia Argentina, no
solo acunó a guerreros y caudillos que a fuerza de chuza y lanza
impusieron sus derechos para lograr y contribuir al gran acuerdo
nacional. También nacieron en esta tierra las primeras inquietudes
culturales que con el correr de los años contribuyeron al
engrandecimiento de nuestra realidad como Nación.
A cien años de su natalicio queremos
evocar al ilustre Ramón Carrillo (1906-1956), el protagonista de un
particular estilo de vida que durmió un tiempo largo en las memorias
argentinas y a fuerza del empeño de muchos y de la anhelada justicia,
que suele llegar mas tarde que temprano, hoy pudo despertarse.
Tal vez
por ello es que la prensa del país al igual que la del exterior,
decidieron rescatar casi del olvido, la sombra de quien logró dedicarse
durante toda su vida al estudio de los males que aquejaban a su pueblo,
único testigo confiable de tantos acontecimientos surgidos de la mente
fértil del científico santiagueño.
Pero lo extraño es que casi todos se
detuvieron ante la labor profesional del hombre de ciencia, en el
desinterés tan característico de su persona, en el efectivo acierto de
su incursión en la arena política; pero nadie eligió conmemorar la otra
actividad, que escondió Ramón en el reverso de su rostro.
Quizás pocos conozcan hasta hoy lo que
quiso decir desde su adolescencia provinciana, lo que escondió en su
corazón de narrador precoz y la tristeza y soledad, que latió en sus
fibras, hasta aquel día en que lo sorprendió la muerte.
Esta es su otra
cara, la de la lírica profunda y sensitiva, la que manifestó a los más
cercanos, la que deleitó a familiares y a amigos y a los que lo apoyaron
durante toda su vida.
Desde niño Ramón había heredado de su
padre, el profesor Ramón Carrillo, un gran interés y vocación
relacionado con el arte, la filosofía y la historia universal y es así
como no tardó en dar rienda suelta a sus aspiraciones de niño ágil, al
cederle su famosa biblioteca, una de las mas completas de la época (hoy
se conserva en Buenos Aires) en donde Ramón pudo profundizar las
bonanzas de aquellos clásicos literatos de aquel tiempo, adquiriendo
para si, una exquisita cultura literaria.
Llevado por sus inquietudes y siendo
estudiante del segundo año del Colegio Nacional allá por el año 1920
intentó su primera aventura periodística cuando con un grupo de
compañeros decidieron publicar un semanario denominado: “El metido” de
quien Ramón se erigió como su director.
Mas adelante con el apoyo de Miguel
Ángel Figueroa, resolvieron utilizar los elementos pertenecientes al
diario El Liberal; es de suponer que se realizó este intento, a
escondidas de su propietario Don Juan Figueroa.
Pero este novedoso intento, mejor dicho, aventurero accionar, fue rechazado y censurado por Don Baltasar
Olaechea y Alcorta, entonces el Rector del Colegio Nacional; negativa
que no produjo mayor preocupación en el joven Carrillo y sus amigos, ya
que los frustrados periodistas salieron nuevamente a la calle con otra
publicación que llamaron: “La Tijera”, esta vez redactado a maquina y
manuscrito en algunas partes.
Mas adelante Ramón tuvo una nueva
oportunidad, mas sólida esta vez que la anterior, pues su padre, ya
Director del diario “El Siglo” no dudó en adjudicarle una columna,
cuando el promisorio periodista contaba solo con catorce años.
Sin lugar a dudas la suerte estaba de
lado de Ramón, porque también otro cultor del periodismo, Don Marcos
Argañaras le brindó una nueva oportunidad en su diario: “La Mañana”.
No paso mucho tiempo cuando Santiago
del Estero recibía la noticia de la publicación del trabajo: “Juan
Felipe Ibarra, su vida y su tiempo” monografía histórica, escrita por
Ramón que mereció el premio “Damas Patricias Santiagueñas” consistente
en una medalla de oro.
Significó este galardón para el escritor, un gran
adelanto en sus tareas periodísticas, pues desde entonces su
inclinación por las letras tomó un cauce casi definitivo, que lo llevó mas adelante a identificarse con una vocación que el no conocía o bien,
no creía poseer.
Era ya Ramón alumno del 5º y último año
del Nacional, cuando con el asesoramiento del poeta y periodista
Enrique Almonacid, asomaba a las columnas del El Liberal con un ensayo
socio-biográfico que titulara: “Glosas de los servidores humildes” al
publicarse el numero especial con motivo de la conmemoración de un nuevo
aniversario del diario local.
El escritor que ya contaba con 16 años y
como base de experiencia, comenzó su trabajo con una frase del filósofo
Eráclito: “…Todo fluye todo corre, nadie ha atravesado el mismo rió”, a
lo que Ramón contesto: “Nadie atraviesa ni una sola vez el rió; antes
que el nadador toque la otra rivera, ya es otro río…”
En aquel ensayo, había una
manifestación propia de un visionario y precoz justiciero que bien se lo
puede llamar hoy un autentico revolucionario adelantado a su
tiempo.
Respecto de sus ideas dijo su hermano
Belisario: “…Ramón solía manifestar que ni los médicos, ni los hombres
de su generación podían comprender su obra, porque el se les había
adelantado en 50 años; pero que los argentinos del año 2000 la
entenderían.”
De aquella glosa escrita en 1923 nada ha quedado
en el olvido, todo se ha realizado. Es por ello que se dice que había
un adelanto de 50 años entre Ramón, la medicina y la época.-
Transcribo un fragmento de aquella
glosa profeta: “…Acabamos de ver como estos hombres tan meritorios y
sobre todo tan viejos han trabajado honrada y fielmente. Han encanecido
en el puesto sin ascender en 50 años, ganando apenas para no vivir
miserablemente. Ahora están enfermos y agotados; sus fuerzas no dan para
el trabajo más liviano. Como no existe jubilación tendrán que trabajar
hasta que el destino no disponga otra cosa...”
“…Los países europeos mas adelantados y de
población obrera muy densa han dictado leyes protectoras de hombres,
leyes que no son, sino un reflejo de las nuevas orientaciones sociales.
Habrá que cumplir un alto deber de justicia dando el primer paso en el
sentido de amparar institucionalmente a la invalidez y a la vejez.
Conquista que ya es una bella realidad en muchos países extranjeros y
que otros empiezan a acariciar como el complemento de su cultura y de su
civilización….”
Por cierto Carrillo no estaba
equivocado en su esquematización y la prueba de sus aspiraciones se vio
más tarde reflejada en el país entero, merced a sus sacrificios de
hombre luchador y conciente de aquel proclamado devenir de los tiempos.
Pero aquí no terminan todas las ansias
de Carrillo escritor, puedo citar entre sus obras las siguientes:
“Yodoventricuografía” (Primer Premio Facultad de Ciencias Medicas), 92
monografías sobre Histología del Sistema Nervioso, Neurología y Cirugía;
Tratado de Anatomía comparada del Sistema Nervioso, Política Sanitaria
Argentina, Plan analítico sobra la Salud Publica, Teoría del Hospital
(dos volúmenes) reeditados por la ex Editorial EUDEBA; Contribución al
Conocimiento Sanitario, Política Alimentaría Argentina; La Teoría
General de Hombre (consta de 28 tomos y un tomo resumen), obra esta que
el medico concluyo en el exilio.
Lo que no debo dejar de mencionar, se
refiere a una publicación aparecida en 1941, se trata de un estudio
económico-social titulado: “Desarrollo de la Industria Agropecuaria en
Santiago del Estero: caracteres etnográficos y sociológicos de la
población de Santiago del Estero, dos obras que fueron agotadas a poco
tiempo de aparecer.
Hasta aquí la otra cara de Carrillo, la
cara de un escritor que escondió su rostro talentoso en las penumbras
de la sencillez y prefirió el anonimato ante la gala vana de la
figuración. Solo mencioné algunas de las obras de este ilustre
científico santiagueño sin detener mi exposición en los más de 150
artículos sobre diversos temas, sin contar publicaciones en diarios y
revistas especializadas.
Otro punto muy importante de destacar
consiste en que diariamente se están encontrando trabajos científicos
del ilustre santiagueño, que no estaban en los planes de nadie -excepto
de su autor- y las sorpresas en aumento, nos hacen suponer que todavía
hay mucho por descubrir.
Es de suponer que la prolifera obra de
Carrillo anduvo, por los distintos países que recorrió, no quiero decir
con esto que para salir de viaje el escritor “acarreaba” sus trabajos,
sino que en cada punto que visitaba, se detenía sorpresivamente a
informarse de un tema u otro y de inmediato surgía el estudio.
Esta breve nota es una pauta de las
dimensiones insospechadas que el medico político logró a través de una
encomiable inquietud: escribir sus conocimientos.
Así como advertí que se continúa
encontrando trabajos inéditos, tengo entendido que muchos de ellos se
“perdieron” intencionalmente durante la época dura de 1956, felizmente
suele triunfar la verdad entre tantos avatares; lo importante es que la
obra “grande” fue recuperada para el orgullo de los argentinos y para
bien de la humanidad.
Quizás Franklin defina la obra “escrita” de
Carrillo: “Si no quieres perderte en el olvido, tan pronto como estés
muerto y corrompido, o bien escribe cosas dignas de leerse, o bien haz
cosas dignas de escribirse…
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