Cuando Domingo Cavallo le impuso su nombre de al entonces Presidente Menem, como Interventor Federal en
Santiago del Estero nadie advirtió el “regalo sorpresa” que nos remitían desde
la Capital Federal. ¿Quién era por
entonces J.D. Schiaretti y qué se sabía de él?
Poco y nada, recuerdan los memoriosos, tan solo que había resultado
electo diputado nacional por la provincia de Córdoba y que era miembro de la
Fundación Mediterránea, de donde salió su inspirador, el ex Ministro de
Economía (Menem-De la Rúa) que dejó al
país –luego de su frustrada gestión- prácticamente mirando al sudeste.
Es decir que se designó como
Interventor Federal –con la suma del poder público- a un inexperto y
desconocido en la arena política, que llegó con la misión de equilibrar las
cuentas públicas provinciales y se fue
dejando un saldo deudor de más de 320 millones de dólares, amén de las
tropelías conocidas propias de un delincuente común.
Nada cercano a Juan Schiaretti
huele a legal. Nadie sabe cómo llegó a ser electo Gobernador de Córdoba y antes
Vice de su amigo De la Sota. Pero todos opinan que la “magia del dedo” todo lo
puede, y que el fraude electoral que denunciara Luis Juez no fue investigado
como corresponde por la permanente injerencia del poder central en las provincias.
En mi opinión Schiaretti fue
quien introdujo la corrupción en todos los estamentos de la justicia
santiagueña. El abuso que hizo del poder durante su gestión no tiene parangón,
ni encuentra justificativo que no fuera investigado con el retorno de la democracia,
merced al pacto suscrito con Carlos Juárez, que vino a legitimar –mediante sus
prácticas hegemónicas- todas las tropelías conocidas del dictador cordobés. (1)
Pero cuando se hizo presente en
la provincia, no llegó solo, lo hizo en compañía de una autentica banda de
improvisados rapiñadores que en ningún momento simularon sus perfiles
delictuales y hoy paradójicamente, se encuentran desempeñando encumbrados
cargos públicos. Entre ellos Horaldo Alejo Senn, a quien designó como
Subsecretario de Interior.
Aun se recuerda un lamentable
accidente en donde perdiera la vida la cónyuge de este, por entonces
funcionario, en donde se secuestró un misterioso maletín del que nunca más se
supo, merced a que se despojó arbitrariamente de la causa al juez natural,
pasando las actuaciones a un “magistrado títere” -Rubén Roberto Lafouret- sobre quien hacían
recaer los sumarios que los involucraban.
En estos días la provincia de
Córdoba fue virtualmente conmocionada con la noticia que da cuenta de: “Ex
presos de la dictadura en Santa Fe aportaron nuevos cargos contra Senn. Carlos
Chiarulli relató que mientras estuvo alojado en un centro de detención en Santa
Fe, Horaldo Senn visitaba ese lugar. Chiarulli fue quien destapó el pasado de
Senn como presunto colaborador de los militares de la dictadura durante el
juicio al ex juez Víctor Brusa. “Días después de la recuperación física de la
tortura, fuimos trasladados a la Guardia de Infantería Reforzada (GIR) y al
segundo día aparece este personaje Senn, a quien yo conocía de la Facultad”,
dijo. Aunque se trataba de un lugar para alojamiento de prisioneros, Chiarulli
dijo que le llamó la atención que “Senn entraba y salía como Pancho por su
casa”. (2)
En la actualidad Senn se
desempeña como diputado provincial, y antes ocupó diversos cargos en la gestión
de su amigo y socio Juan Schiaretti. Lo patético del caso es que nadie se quiere hacer
cargo del caído en desgracia. Se dice que la justicia se niega a investigar y
que: “Además, denunciaron que la causa contra Senn en Santa Fe estaría frenada
por la “protección” de la que gozaría el legislador de parte de sectores
políticos, entre los que mencionaron al ex gobernador Jorge Obeid.” (3)
En fin, una vez más la “conexión
Schiaretti” involucrada en situaciones non
santas.
Estos amigos exhiben entre sus logros un pasado “montonero”, que los habilita para ser parte del gobierno nacional. Pero como se sabe, hay mal olor en el ambiente. Es aroma a “proceso”, que es mala palabra para los dueños del poder.
Estos amigos exhiben entre sus logros un pasado “montonero”, que los habilita para ser parte del gobierno nacional. Pero como se sabe, hay mal olor en el ambiente. Es aroma a “proceso”, que es mala palabra para los dueños del poder.
Pero al margen de todo está pendiente
la degradación humana y el servilismo ominoso, en la tarea del “buchón”, que se
les endilga a estos conspicuos socios del silencio… delictivo.
FUENTE:
2- La Voz del Interior,
25/11/2010.-
3- La Voz del Interior,
28/11/2010.-
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