Alguna mañana de invierno en el cafe dela Caja Forense tras divertidos relatos de un narrador excepcional
Se fue el Puma. Y hoy son recuerdos gratos, aquellas caminatas en las siestas calientes por la vieja y la nueva costanera. El otro caminar, por las amplias galerías de la facultad orientando a los jóvenes sobre él toma y daca del derecho penal. Mas otro transitar, por los pasillos de los tribunales impartiendo justicia, a veces y al final ejerciendo el duro oficio de la litigación.
Nunca un alto en la jornada,
pues la vida es un oficio a seguir sin
pausas, empezando un camino, antes de la culminación de otro.
Ese extraño don de gentes
que lo caracterizó, se fue alargando en el tiempo hasta que se hizo un símbolo en
su personalidad. Anfitrión como pocos, ofrecía su casa como sede, de
cuanto acontecimiento se refleje en
donde estuviera presente la cultura, el derecho y la juventud.
El Puma, fue un hombre justo
con corazón de niño que abrazó al derecho, no solo desde su condición de
abogado, pues fue más allá, desentrañando hasta sus últimos días, la letra fría
de la norma jurídica, para que fuese interpretada con sabiduría social.
Nunca dejó de ser un soñador
que se veía reflejado en el porvenir, de una administración de justicia
independiente, en donde Ulpiano, pudiera hacer verdad su norma de equidad,
dando a cada uno lo que le corresponde, sin distinciones de ninguna especie.
Su familia fue
su norte, sus hijos la verdadera razón de su vida. Siempre valoró la amistad,
quizá por ello, no fuimos pocos quienes buscamos en él, la palabra oportuna y el apoyo
afectivo, sabiendo que respondería con la inteligencia y la sensibilidad que
siempre lo distinguieron.
¡Cuántos diálogos se
hilvanaron en el tiempo!. Profundo y criterioso, sabia
poner paños fríos a situaciones candentes. Siempre se ingenió, al sugerir y
buscar las mejores resoluciones, para evitar el conflicto antes que
sobreviniera una crisis.
Generoso hasta la
prodigalidad, siempre pendiente en la rueda de amigos, para ofrecer algún
servicio o dar la bienvenida a quienes se acercaban a compartir las anécdotas
de su extenso trajinar en la labor tribunalicia, de los secretos y vicisitudes
en torno de la profesión o los conocimientos adquiridos por el paso de los años,
en su rol de hombre ante los misterios de la vida.
Se fue el Puma, el profesor,
el consejero, el compañero, el amigo… Tremendo luchador por las causas justas y
emblema al servicio de un Santiago de pie, ante toda adversidad.
Dr.
Ernesto Antonio Jesús Vital.
requiéscat in pace,
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