jueves, 21 de diciembre de 2023

JOSE ANTONIO UÑATES, A LA VERA DEL RECUERDO.

                         

   Hace unos días,  se presentó una vecina pidiendo hablar conmigo, porque traía un regalo que encontró dentro de la caja de recuerdos, esos que se atesoran en todos los hogares. Lamentablemente no estaba en Santiago, pero el obsequio fue recibido y agradecido por mi asistente, quien me comunicó la novedad, desconociendo, como es lógico, el significado de ese gesto generoso.

Se trata de una fotografía revelada  allá por los  años setenta, tomada en la puerta de mi casa solariega, en donde compartimos infinidad de reuniones, con mi amigo José Antonio Uñates.

Obvio,  que me desbordaron los recuerdos, aflorando una nostalgia que vengo conteniendo desde hace largo tiempo. Sin duda que la vida es la suma de momentos compartidos, y en ciertas ocasiones son tantos, que no encuentro la manera de reunirlos a todos dentro de un solo pensamiento.  

Con “Tuky” compartí infinidad de situaciones que se fueron aferrando al altar de una amistad plena, sincera, seria, diáfana a la que podría agregar cientos de calificativos, sin poder terminar de destacarla.

Desde aquella congoja asumida el día en que murió su madre, pasando por tantos acontecimientos, hasta el último día de su vida, que nunca supe descifrar, lo digo porque lo vi sufrir su enfermedad, la que supo asumir con estoicismo, negándose siempre a aceptar las modernas variantes medicinales que le ofrecí, que se encontraban en otro país.

Estudiamos juntos casi toda la carrera, nunca dejamos de celebrar ningún acontecimiento cercano. Estuvo al frente de mi defensa, cuando los foráneos-delincuentes llegados de Córdoba, asolaron la provincia mediante la Intervención Federal  gestada por la dupla Menen-Cavallo.

Después fue designado en el Ministerio Publico Fiscal, en donde fue implacable, cargo que lo llevó a ejercer la Magistratura en el fuero penal. Antes y después realizó una carrera brillante en la policía provincial, retirándose con la máxima jerarquía.

Estuve presente cuando juró como Director de Defensa Civil. Nunca nos separamos, es decir anduvimos recorriendo el mismo camino y cuando me radique fuera de la provincia, por algunos años, nunca dejamos de visitarnos mutuamente.

Fuimos parte de un nutrido grupo que se dedicó a fortalecer y honrar la amistad. Quizá por ello es que jamas tomamos decisiones importantes, sin previamente consultarnos.

Pero el destino, que no entiende estas virtudes, se encargó de ponerle fecha de adiós a los aconteceres de la vida. Así se fueron marchando, encolumnados, en silencio, hacia otra latitud indefinida, sin comprender que me estaban dejando solo en el camino.

En fin… recién pude ver la foto que comparto con este inolvidable amigo y antes de quebrarme en llanto, preferí escribir estas líneas, al barrer… como diría Guiraldes, porque la espontaneidad está asociada a la franqueza. Y con eso justifico este recuerdo.

 

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