Los
Rodríguez de Santiago: Una Saga de Honor y Cultura en Tiempos de Transformación
Mantener el perfil bajo,
muchas veces, suele ser perjudicial para la historia y es así como con el
transcurso del tiempo, resulta una aventura tener acceso a la información,
conseguir datos, gráficos, ilustraciones, etc. para argumentar teniendo por
ciertos, sucesos acaecidos a nuestro alrededor, los que se tornan imposibles
con el curso de los años, si el material no fue resguardado o no se cuenta con
datos ciertos.
En nuestra provincia, los
hechos fortuitos, como el vandalismo inconsciente perpetrado entre el 16 y 19
de diciembre de 1993, atentaron en contra de la conservación de materiales
históricos esenciales para el conocimiento fiel de hechos irrepetibles.
En este caso en especial en
que pretendo rescatar la actividad, social, política y cultural de “Los Rodríguez”, debo admitir que el
pillaje que actuó en la depredación de edificios públicos y privados, hace casi
30 años en esta provincia, incineró y saqueó la prueba documental que
debiera ilustrar esta nota.
En la vasta y cálida llanura
de Santiago del Estero, donde el sol abraza la tierra y los vientos susurran
historias de antaño, la familia Rodríguez se alzó como un pilar de la vida
social, política y cultural de la provincia. Sin embargo, como suele ocurrir
con las grandes gestas, el tiempo y los avatares históricos han disipado parte
de su legado.
La pérdida de documentos
esenciales, consumidos por el fuego, ha convertido la reconstrucción de su
historia en una tarea titánica, como si se tratara de armar un rompecabezas con
piezas extraviadas.
A pesar de ello, las
crónicas periodísticas y los ecos de una época vibrante permiten esbozar el
retrato de una familia que marcó con su impronta los albores de una provincia
en transformación
Atanasio
Rodríguez: Un Hombre de Época
La Revista Social [1]
en un artículo titulado: “Dos Perfiles”, reseñó el perfil de Jorge A. Perkins y Navarro y el del Dr. Atanasio Rodríguez, de quien expresa:
“Nuestra exigencia justificada,
nos ha valido conseguir la fotografía del actual Fiscal Federal Señor Dr. Atanasio Rodríguez, distinguido y
talentoso jurisconsulto que debía figurar en nuestras columnas en este lugar
preferente
Nacido el 2 de mayo de 1852
en Ardiles un pueblo de la ciudad de Santiago del Estero, Atanasio Rodríguez fue un hombre cuya vida se entrelazó con los
destinos de su tierra natal y de la nación misma.
Nos limitaremos únicamente a
dar algunos datos biográficos.
En una Argentina que aún
buscaba consolidarse tras las guerras de independencia y los conflictos
internos, Rodríguez emergió como un
faro de ilustración y compromiso cívico.
Su trayectoria, narrada en
las páginas de la Revista Social y otras crónicas de la época, revela a un
jurisconsulto de talento excepcional, un caballero de modales refinados y un
ciudadano cuya probidad era un estandarte en una sociedad que valoraba la
rectitud.
A los 25 años, Atanasio ya
era profesor en el prestigioso Colegio Nacional de Santiago del Estero, una
institución que, fundada en 1869, se convirtió en cuna de las mentes más
brillantes de la región. Su labor educativa no fue un mero oficio, sino un acto
de construcción cultural en una provincia que comenzaba a despertar del letargo
colonial.
Entre 1881 y 1883, ocupó el cargo
de secretario del Consejo General de Educación, un rol que le permitió moldear
las bases de la instrucción pública en un momento en que la educación era vista
como el cimiento de la modernidad. Pero Rodríguez no se limitó a las aulas. Su
pluma, ágil y certera, lo llevó a ser corresponsal del influyente diario La
Nación de Buenos Aires, desde donde narró los acontecimientos de su provincia
con una visión que combinaba rigor y pasión.
Al mismo tiempo, dirigía La
Opinión Pública, el periódico más destacado de Santiago, que se convirtió en un
foro de ideas progresistas y debates encendidos. Su labor periodística, que se
extendió por una década, le granjeó admiradores y consolidó su reputación como un
intelectual comprometido con el bien común.
En el ámbito político, Atanasio Rodríguez dejó una huella
imborrable. Fue diputado provincial entre 1888 y 1892, presidiendo la Cámara en
una época convulsa marcada por el gobierno de Absalón Rojas y las tensiones
entre facciones políticas.
Los
Rodríguez de Santiago: Una Saga de Honor y Cultura en Tiempos de Transformación
Mantener el perfil bajo,
muchas veces, suele ser perjudicial para la historia y es así como con el
transcurso del tiempo, resulta una aventura tener acceso a la información,
conseguir datos, gráficos, ilustraciones, etc. para argumentar teniendo por
ciertos, sucesos acaecidos a nuestro alrededor, los que se tornan imposibles
con el curso de los años, si el material no fue resguardado o no se cuenta con
datos ciertos.
En nuestra provincia, los
hechos fortuitos, como el vandalismo inconsciente perpetrado entre el 16 y 19
de diciembre de 1993, atentaron en contra de la conservación de materiales
históricos esenciales para el conocimiento fiel de hechos irrepetibles.
En este caso en especial en
que pretendo rescatar la actividad, social, política y cultural de “Los Rodríguez”, debo admitir que el
pillaje que actuó en la depredación de edificios públicos y privados, hace casi
30 años en esta provincia, incineró y saqueó la prueba documental que
debiera ilustrar esta nota.
En la vasta y cálida llanura
de Santiago del Estero, donde el sol abraza la tierra y los vientos susurran
historias de antaño, la familia Rodríguez se alzó como un pilar de la vida
social, política y cultural de la provincia. Sin embargo, como suele ocurrir
con las grandes gestas, el tiempo y los avatares históricos han disipado parte
de su legado.
La pérdida de documentos
esenciales, consumidos por el fuego, ha convertido la reconstrucción de su
historia en una tarea titánica, como si se tratara de armar un rompecabezas con
piezas extraviadas.
A pesar de ello, las
crónicas periodísticas y los ecos de una época vibrante permiten esbozar el
retrato de una familia que marcó con su impronta los albores de una provincia
en transformación
Su liderazgo en el Partido Autonomista Nacional (P.A.N.) y su rol como presidente del Colegio Electoral en 1897, durante la elección de Julio A. Roca, lo situaron en el centro de la escena política nacional. Además, su paso por el Banco Hipotecario Nacional y el Banco Nacional como consejero y representante dejó una estela de eficiencia y dedicación, ganándose el respeto de sus contemporáneos.
En 1897, asumió como Fiscal
de Estado en Santiago del Estero, y más tarde, entre 1906 y 1911, como Fiscal de
Estado Federal en Rosario, donde su actuación fue tan destacada que su
renuncia, motivada por problemas de salud, fue considerada una pérdida
irreparable
Hombre de ilustración
desempeñó en su provincia natal muchos cargos públicos de importancia: Profesor
de varias cátedras del Colegio Nacional, fue además miembro de la Convención
que proclamo la formula Julio A.
Roca-Quirno Costa, para la presidencia y vice de la república,
respectivamente.
“La dolorosa enfermedad que
desde hacía algún tiempo aquejaba al Dr.
Atanasio Rodríguez, ha tenido ayer su fatal desenlace con el deceso del
paciente. El Dr. Rodríguez nació en
la ciudad de Santiago del Estero el 2 de mayo de 1852, contando por
consiguiente en la actualidad 62 años, dejó un vacío en la sociedad rosarina
y un gran pesar entre los santiagueños.
La noticia del fallecimiento
ha sido recibida con la dolorosa impresión que es de suponer, por tratarse de
una respetable persona, cuya actuación entre nosotros la hacía merecedora de
cariño y consideración de todos.” [1]
Su sepelio, descrito como
una “imponente manifestación de duelo”, reunió a lo más granado de la sociedad,
desde juristas y políticos hasta familias de abolengo, todos congregados para
rendir homenaje a un hombre cuya vida fue un testimonio de servicio y virtud.
El
Contexto de una Época en Ebullición
La vida de Atanasio Rodríguez se desarrolló en un
contexto de profundas transformaciones. La segunda mitad del siglo XIX fue un
período de modernización para Argentina, marcado por la consolidación del
Estado nacional tras la batalla de Pavón (1861) y la Guerra de la Triple
Alianza (1865-1870), en la que, según las crónicas, Rodríguez participó en su
juventud, alistándose para defender el honor nacional.
Santiago del Estero, aunque
alejada de los centros de poder como Buenos Aires, no era ajena a estos
cambios. La urbanización de la ciudad capital, iniciada en 1866, trajo consigo
un florecimiento cultural que se manifestó en la creación de instituciones como
el Colegio Nacional y en la emergencia de una prensa local vibrante.
En este escenario, la
sociedad “Estudios Rivadavia”, fundada en 1876, se convirtió en un epicentro de
la actividad intelectual. Integrada por jóvenes como Rodríguez, Benjamín Abalos, Mariano Gorostiaga y otros, esta
institución no solo promovió la literatura y el debate, sino que también
desafió el statu quo político de la época, particularmente el dominio de los
Taboada, una familia que marcó la política santiagueña durante décadas.
Los artículos publicados en El Norte y Prensa Libre reflejaban las
inquietudes de una generación que, educada en el rigor del Colegio Nacional,
aspiraba a modernizar la provincia y a insertarla en el proyecto nacional.
El movimiento cultural de
los años 1870 no fue un fenómeno aislado. Coincidió con el auge del positivismo
y la fe en el progreso que caracterizaron a la Generación del 80 en Argentina.
En Santiago del Estero, esta
efervescencia se tradujo en conferencias, bibliotecas públicas y una prensa
que, lejos de ser un simple vehículo de noticias, era un espacio de creación
literaria y crítica social.
[1] (Diario
La Capital 10 DE JULIO 1911).-
DE
LAS CRONICAS PERIODISTICAS
“Se acaba de extinguir en nuestra ciudad tras
un larga y serena ancianidad el distinguido abogado, doctor Atanasio Rodríguez,
fundador de una familia prestigiosa y extensamente vinculada.
Muere el Dr. Rodríguez a la
edad de 62 años después de sufrir con una entereza poco común las alternativas
de una cruel dolencia, que ha provocado en el extenso núcleo de sus relaciones
honda y sincera pena.
Dentro de la sociedad
rosarina tan cauta y escrupulosa para consagrar reputaciones el nombre del Dr.
Rodríguez era una garantía incontestable de probidad y de inteligencia recta y
desinteresada.
Era el extinto un
distinguido abogado a quien rodeaban las simpatías y afectos que lo habían
hecho acreedor las prendas caballerescas que le adornaban.
Con extensas vinculaciones
en los círculos en que actuaba su fallecimiento ha de ser sinceramente sentido.
Desde la alta posición que
ocupaba por su rango propio y por su bienestar, el Dr. Rodríguez se destacaba
como un ejemplo de trabajo, ejerciendo al propio tiempo las funciones de un
noble y generoso benefactor.
Caballero sin tacha, su
hogar respetable fue siempre centro de la cultura y sociabilidad más
distinguida llenando con su prestigio el ambiente de esta ciudad, tan querida
para él.
Originario de Santiago del
Estero el Dr. Rodríguez desempeño en su ciudad natal los siguientes cargos:
Desde 1875 a 1880 fu
profesor del Colegio Nacional.
1881-83 Secretario del
Consejo General de Educación.
1886-92 Consejero y Vicepresidente
del Banco Hipotecario Nacional.
1988-92 Diputado a la Legislatura. Habiendo sido en
los tres periodos presidente de la Cámara.
1890-92 Representante del
Banco Nacional.
1897-98 Fiscal de Estado.
1897 Elector de Presidente
de la Republica que presidio el General Roca.
Y entre otros cargos
desempeño finalmente desde 1906-11 e de Fiscal Nacional en nuestra ciudad.
Su desaparición evocara en
la ciudad de su nacimiento justos recuerdos y un melancólico y fundado pesar.
El acto de sepelio de sus
restos tendrá lugar hoy a las 3 pm en el Salvador y constituirá a no dudarlo
una imponente manifestación de duelo”
“Dr Atanasio Rodríguez.
Hondo pesar ha causado en el círculo de sus relaciones, la noticia del
fallecimiento del Dr. Atanasio Rodríguez, ocurrido ayer por la tarde.
Hombre inteligente y
batallador incansable, ocupo diversos puestos públicos en su ciudad natal
Santiago del Estero, y en esta, conquistando merecidos elogios y sinceras
amistades por su actuación correcta y su carácter.
Vinculado a nuestra sociedad
por los lazos de la amistad el Dr. Rodríguez se granjeo el aprecio y estimación
de cuantos lo trataron. Muere a los 62 años de edad lleno de vigor y cuando su
actuación como abogado era por demás lucida.
El sepelio de sus restos
efectuase esta tarde en el cementerio San Salvador, a cuyo acto asistieron
numerosas personas” [1]
“El acto de inhumación de
los restos del Dr. Atanasio Rodríguez, verificado ayer en el cementerio de San
Salvador dio lugar a una elocuente exteriorización de pesar. Todo cuando de
representativo cuenta esta ciudad, acudió al acto del sepelio”[2]
“Dr. Atanasio Rodríguez.
Falleció el 9 de junio de 1914 Su esposa Justina López de Rodríguez, sus hijos:
Atanasio, María Justina, Tomasa, María América, Angélica, María Selva, Elena
Leontina y Emma Argentina. Su hermana Salomé R. de St.John, su hermano político
Walter St John y demás deudos invitan a sus relaciones a acompañar sus restos
mortales del extinto al cementerio San Salvador hoy miércoles 10 del corriente
a las 3 ½ . Favor que se agradecerá eternamente. Única invitación. Casa
mortuoria Laprida No. 1220. Se ruega no enviar coronas. El duelo se despedirá
por tarjeta. Nota: en la Empresa Simonetti habrá carruajes hasta las 3 y ½.” [3]
Asistieron
al sepelio
Dres. Luis V. González,
Marcelino Medina, Teófilo Rojas, Sandalio Alarcón, Luis Goncebatt, Juan
Quijano, Omindo Araya, Benjamín Avalos, Martin Meyer
Eugenio Pucia y Benza,
Domingo Álvarez, Néstor Noriega, Aristóbulo Enzo, José Fernández, Jacinto Rodríguez
Pardo, José E Mata, Miguel Porfirio, Ernesto J. Arias, José Meca, Juan de
Rojas, Heriberto Arias, Rufino Alegre,
Juan A. Surrey, Carlos Herrera, Luis J. González, José V. González,
Jorge Mayer Basabilbaso, José F. Caligaris, Miguel Bafico, P. Luis Zeggio,
Feliz Martínez Zurbano, Juan José García, Rodolfo F Bustos, C. García Álvarez, Hugo Moltedo, Manuel
Gigena, Luis A. Rivano, Antonio Perernostti,Francisco Ahumada, Inocncio Zito,
Pedro Galloso, José F. González, Camilo Porfitio, Modesto barroso, Sixto
Peñaloza, Bernardino Callgaris, Carlo0s María Lara, Juan J. Noriega, Alfredo
Labord, Carlos González Funes, Mariano Saracho, Rodolfo J. Bustos, J.
Monasterio, Jerónimo Van Zandaregh, Francisco J. Bravo, Carlos A. Martinel,
Ángel Tassi (hijo) Jorge Beoleto, Juan J, Trillas, Atilio B. Greco, S.U,
Sánchez, Abel Reguls, Eduardo Grandi Casanuva, Enrique J. Martinel, Juan
Soldati, Manuel s. Bravo, Simón Sánchez, Serafín Mateo, Carlos Gigena, José
Mata, Manuel Antelo, Pedro J. Duran, Sulpicio A. Correa, Antonio R. Andujar,
Jose María Compte, Francisco Ahumada Bernaldez, A. Núñez Martínez, Horacio A.
Gigena, Carlos A. Sánchez, Sinforoso Palacios, G.R. Cateura, José A Thedy,
Mariano Ahumada Bernárdez, Francisco A.S Falco, Cipriano A. Benítez, Juan C.
Palacios, A. Monts, Nolasco Argeñaras, José V. Corralz, Alfredo T Diedrich Juan
F. Danuzllo, Salomón Corrales, Arturo Gigena, Pedro A, Ríos, Inocencio S.
Olmos, Isidoro Sosa, O.F. Dietrich, Arol de Zeggio, Egleo O. Olivera, Juan M.
Palacios, Antonio A, Urrutia, Ramón Armando Martínez, Alberto Jorge Corrales,
C.M. Barroso, Rufino J. Flores, Jorge González,
Julio Ramírez, Néstor Oscar Noriega, Armando Castanigno. Emilio Moreno,
M Patrina (h), Salvador Matria, Ernesto
Acevedo, Pierina y Adelaida Tamborini, Federico P. Rojas, Cipriano Benítez y
flia, España y flia, Rosario Jonte de Solar e hijas, Amador Solar, Luisa F
Siguot, Juanita J.M del Carme Boalo, José Tazaloti, Bartolomé Delgado y Bietma,
Luis Mancocini, Alejandro Risana y Sra. y Vicente Manzolotti. Etc
HACIENDO
HISTORIA
Sin duda alguna es notable
la participación del Dr. Rodríguez en los orígenes de los primeros pasos
culturales de Santiago del Estero, que lo recuerda joven entusiasta forjadores
de cultura. Efectivamente “según un artículo del diario El Norte recuperado por
Orestes Di Lullo, la ciudad capital de Santiago del Estero comenzó el proceso
de urbanización en 1866, lo que trajo como consecuencia, a partir de 1874, un
destacado movimiento cultural. También la prolífica labor periodística ofrece
datos de intensa actividad cultural” [1]
Así es como se van formando
los primeros movimientos conformado por jóvenes estudiantes “en congruencia con
estos sucesos, emerge la primera sociedad cultural, “Estudios Rivadavia”, que
Horacio Rava identifica –por los poetas que la conformaron y por su producción
en los periódicos de la época– pero no la considera el inicio de un movimiento
intelectual.” [2]
Sin embargo este centro de
estudios tuvo una entusiasta participación desde su creación y “esta fue, según
Alfredo Gargaro, la primera institución literaria, fundada el 13 de mayo de
1876 producto de la actividad del Colegio Nacional, fundado en 1869, y de la
acción de la prensa local que ofrecía espacios para la literatura.
Esta sociedad tuvo una
biblioteca pública y un salón de conferencias, y se reunía periódicamente para
que sus socios leyeran sus producciones ante un público femenino y selecto.
Estos intelectuales publicaron en los diarios El Norte, y la Prensa Libre, y
por sus colaboraciones parece que los jóvenes poetas iniciaron su tarea en
ellos hacia 1870.
En El Norte estuvo como
director Luis Varela, literato, y en Prensa Libre escribió Benjamín Abalos,
presidente de la citada sociedad; esto explica los espacios que tuvo la
juventud letrada en los citados diarios. Estuvo formada por los jóvenes
Benjamín Abalos (presidente), Mariano Gorostiaga, Manuel Argañaraz, Benjamín
Palacio, Belindo Iturbe, Benjamín Jiménez, Abdón Palacio, Anastasio Rodríguez, Froilán Soria, Luis Ponce, José Gorostiaga,
Eleodoro Juárez, J. Achaval, Tirso Yánez, Dámaso Palacio y Teodomiro Juan Paz.”
[3]
Era el despertar de una
provincia política y culturalmente activa que trascendía merced a las
inquietudes aportadas por una generación entusiasta y organizada, pues “todos
estos jóvenes habían estudiado el secundario en el Colegio Nacional, y
conformaron, junto a los movimientos estudiantiles que tenían posiciones
políticas tomadas, francas rebeliones contra el sistema político de ese momento
(taboadismo), dando así nacimiento a un actor moderno, el estudiante, que
ingresaría en la escena urbana de la capital como signo de los nuevos tiempos” [4]
Atanasio
Rodríguez, con su pluma y su oratoria, fue un protagonista de este
despertar, un puente entre las tradiciones de su tierra y las aspiraciones de
una nación en construcción.
[1] (INTELECTUALES
POSTIVISTAS Y MODERNISTAS EN SANTIAGO DEL ESTERO (1876-1916) Héctor Daniel
Guzmán)
[2] Rava,
Horacio (1978), Panorama de las letras santiagueñas, Dirección Gral. de cultura
de la Provincia, Sgo. del Estero, p. 10.
[3] 37
Gargaro, Alfredo (1948), “Páginas poéticas del histórico pasado santiagueño”,
en El liberal, número del cincuentenario, Sgo. del Estero, p. 282.
[4] Alen
Lascano, Luis (1969), El Colegio Nacional en la cultura de Santiago del Estero,
Mimeo, Sgo. del Estero, p. 14.
EL OTRO RODRIGUEZ [1]
Es mencionado en la crónica
periodística como miembro de un grupo que enviaron coronas al sepelio: “Doctor Atanasio Rodríguez (hijo),
Justina López de Rodríguez, María Justina Rodríguez López y hnas., Walter St
Jhon y Sra., Celina P. de Taboada, alumnas del 4to año normal, Escuela Alterna
No. 2, Tomasa R. de Guardo, Luisa Sánchez Morteo. Etc”[2]
Es su primogénito, bautizado con su mismo nombre,
apodado como “pico de oro”, nació en la localidad de Ardiles Pcia de Santiago
del Estero el 30 de septiembre de 1882. Conocido terrateniente de la zona se
dedicó a la administración de sus campos, mientras estudiaba derecho en la
Universidad de Santa Fe.
Fue uno de los principales
oradores en las arengas provocadas por el fusilamiento del Cabo paz
Tuvo una activa militancia
en la Unión Cívica Radical, partido que representó en la Cámara de diputados de
Santiago del Estero.
También fue designado Juez
de Paz en esta ciudad, previo a su fallecimiento acontecido el 26 de junio de
1943
El
Hijo: Atanasio
Rodríguez (hijo), el “Pico de Oro”
La saga de los Rodríguez no
terminó con el patriarca. Su hijo, Atanasio Rodríguez (hijo), nacido el 30 de
septiembre de 1882 en Ardiles, heredó el carisma y el compromiso de su padre.
Conocido como “Pico de Oro”
por su elocuencia, este joven terrateniente combinó la administración de sus
campos con una carrera en el derecho, estudiada en la Universidad de Santa Fe.
Su vida, aunque menos documentada, refleja el espíritu combativo de su época.
Miembro activo de la Unión
Cívica Radical, Atanasio (hijo) se destacó como orador en momentos de gran
tensión social, como las protestas desencadenadas por el fusilamiento del cabo
Paz, un episodio que conmovió a la sociedad santiagueña.
Su militancia lo llevó a
ocupar una banca en la Cámara de Diputados provincial, donde defendió los
ideales radicales en un contexto de creciente polarización política.
Nombrado Juez de Paz de la
Capital, su trayectoria se vio truncada por su fallecimiento el 26 de junio de
1943, dejando tras de sí el recuerdo de un hombre cuya voz resonó en los
debates de su tiempo.
Un
Legado de Virtud y Servicio
La historia de los Rodríguez
es más que la suma de cargos y distinciones. Es el relato de una familia que,
en una época de cambios vertiginosos, encarnó los ideales de trabajo,
honestidad y compromiso con la comunidad.
Atanasio
Rodríguez, el padre, fue un hombre de su tiempo: educador,
periodista, político y jurista, cuya vida se entrelazó con los esfuerzos por
construir una Argentina moderna.
Su hijo, heredero de su nombre y su espíritu,
llevó adelante la antorcha del activismo y la oratoria en un siglo XX que
comenzaba a perfilar los contornos de una nueva era
.A pesar de las pérdidas
documentales sufridas en 1993, las crónicas periodísticas y los testimonios de
quienes conocieron a los Rodríguez permiten reconstruir, aunque sea
parcialmente, su legado.
En las calles de Santiago del Estero, en las
aulas del Colegio Nacional, en las páginas de La Opinión Pública y en los
salones de Rosario, los Rodríguez dejaron una huella que trasciende el tiempo.
Su historia no es solo la de una familia, sino la de una provincia y una nación
que, en sus momentos de mayor desafío, encontraron en hombres como ellos un
faro de inspiración.
[1]
Son escasos sus datos biográficos a los
que hago mención infra, desaparecidos en los sucesos de 1993.
[2]
Ídem La Acción 11 de junio de 1914

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