martes, 27 de agosto de 2024

C E N T E N A R I O

 A mi padre.


                       Cuentan que mis abuelos abordaron el “Principessa Mafalda”- que fue la gran nave de su tiempo, única capaz de unir Italia con Argentina en catorce días, bautizado en homenaje a la princesa italiana Mafalda de Saboya, hija del Rey Víctor Manuel III y de la Reina Elena-, a mediados de 1914. Recuerdo la anécdota porque mi padre pudo haber nacido en ese barco, que naufragó años después. Pero, nació en estas tierras el 28 de agosto de 1914.

Fue el tercero de los cinco hijos que nacieron del matrimonio entre mis abuelos, don Miguel Brevetta y Lucia Falcione. Junto a su padre y hermanos sus vidas transcurrieron como partes de una cadena de negocios alimenticios, relacionados con productos importados, muy acreditados en la época, todos sitos sobre la vieja calle Tucumán. La estrategia comercial los divisó en la entrada y a la salida del mercado Armonía allá por 1937. Otro a mediados, entre las calles Pellegrini y Salta, y el famoso cine de principios de siglo, situado al frente del pasaje Castro, que después se convirtió en una gasolinera o estación de servicio.

No recuerdo mucho que pueda destacarse de aquellos tiempos, tan sólo que mi padre y su familia fueron reconocidos como adictos al trabajo, formados por progenitores con mentalidad europea, que arribaron en calidad de colonizadores a una provincia que en ese momento se encontraba en proceso de formación.

Levantaron su vivienda principal al frente del ferrocarril, y de espaldas al rió Dulce, para poder importar mercadería, sin el costo adicional a las distancias. Mi casa solariega fue construida con materiales llegados de los barcos, con portones y puertas de hiero cinceladas a mano, tirantes de pinotea, y vidrios biselados, que aún se conservan, transcurridos casi dos centenarios.

Rescato en mi memoria haber tenido en mis manos el pasaporte de mi abuelo firmado por Humberto I de Saboya, llamado en italiano Umberto I di Savoia, que fue rey de Italia entre 1878 y 1900 y haber contemplado los retratos de sus padres, pintados al oleo y colgantes de marcos dorados, los que adornaban la sala comedor de entonces, el lugar en donde convergían las remembranzas de familia, que se atesoraban convertidas en lugar sagrado para los niños.

Por años se conservaron sus botines, el pantalón y la camiseta de fútbol que lució mi padre en su adolescencia cuando integró el plantel del club Principiantes Unidos, fundado oficialmente el 29 de Marzo de 1932 fusionado después con Comercio Central, el equipo que lo signó por siempre.

El boxeo fue otra de sus pasiones. Admirador de Luis Ángel Firpo (1894 -1960), boxeador argentino conocido como el toro salvaje de las Pampas y considerado como el lumen del boxeo profesional argentino.  

Contó mi abuela, que mi padre viajó a Buenos Aires a comprar un auto deportivo y aprovechar asistiendo a la despedida del box de su ídolo, el que casualmente había tomado la representación de los automóviles Stutz. Una semana después, recibió un telegrama pidiendo que le enviase dinero para poder retornar, porque se había deslumbrado con las luces del buenos aires de entonces, obvio que volvió sin su auto.

Tanguero destacado, me enseñó algunos secretos del 2x4 y me narró la anecdota cuando improvisó de productor artístico y contrató a Osvaldo Fresedo -uno de sus ídolos- para que se presentara en el Parque de Grandes Espectáculos. Pero una lluvia despiadada arruinó la gala, se suspendió el evento y pagó callado el alto costo de la efímera incursión. 

Desde niño vi frecuentar a sus amigos: Sebastián Abal García, Raúl Elli, Víctor Zain, Emilio Fernández, Manuel Barthe, Antonio Gel, Adolfo Cortina, Pity Llugdar, Pedro Silva, Víctor Cinquigrani, Tito Coria, Negro Elías, Morocho Martin, Rodolfo Scilia, Julio Barraza, Agustin Chazarreta, Leopoldo y Mario Corbalán, Polo Zarbá, Tedy Bur, Atilio y el flaco Orieta, Dalmiro Coronel Lugones, Marcos J. Figueroa, Maico Díaz, Rubén Yema, Rubio Focci, Tigre Infante, Vidal Ceballos, Mocchi, Reinoso, Pedro Vidarte, Tulio Pavon Pereyra… fueron tantos que me resulta imposible nominar a todos, pero continuaré la lista en la medida de que encuentre mayor información.

Se casó con Laura Zulema Rodríguez Bustos, mi madre, el 8 de abril de 1949, recuerdo que siempre se hizo alusión a que ese mismo día se había programado también el casamiento de Carlos Arturo Juárez con Luz Máques, -amiga de mi madre-  pero fue postergado a raíz de la inminente asunción como gobernador de la provincia (21 de Mayo de 1949 - 4 de junio de 1952).

Siempre se pregonó independiente, lejos del partidismo político, pero por su ejercicio comercial tuvo notables vinculaciones, que le posibilitaron acceder a una copiosa información. Ello valió que evitase que me “levantaran” a fines de marzo de 1976, cuando sus amigos del poder, le informaran que me encontraba en un listado que provenía de Buenos Aires. Después de su gestión no me molestaron, pero me dejaron prescindible de mi puesto como Delegado organizador del PAMI, al que había inaugurado en l974, en la calle Salta No. 85.

Valga la paradoja de los 28 de agosto, cuando en mi casa era solo fiesta y celebración, hasta el correspondiente a 1977, el mismo día que lo sorprendió la muerte, exactamente a los 63 años.

Hoy en el centenario de su natalicio lo recuerdo con el cariño intacto de siempre, agradecido por sobre todas las cosas, de ser su hijo.

P    A    D    R   E
(a don Miguel Brevetta, con afecto.)

Quien no comprende padre tu siembra
Tus sacrificios fiel luchador
Tú que la vida la das por todos
Sin pedir nada tan solo amor…!

Eres el árbol de la familia
El buen amigo y el redentor.
El noble esposo y el compañero
Que brinda puro su corazón

Eres el firme recto cimiento.
Del hogar digno, tu gran pasión
El fuego en cuyo torno tus hijos
Buscan amparo tibio calor.

Todo lo puedes con tu palabra:
El buen consejo, la paz, la unión
Por eso canto tu esfuerzo y ruego
Que te bendiga por siempre Dios…!

Dalmiro Coronel Lugones,
Santiago del Estero, 28 de agosto de 1969

 

 





sábado, 24 de agosto de 2024

CINCUENTA AÑOS DE CULTURA...


Jura en casa de gobierno: Juan Jiménez Domínguez, René Gómez Álvarez, Guillermo Abregú Mitelbach, diputado Infante y otros
Hoy hace cincuenta años que asumí en el cargo de Director General de Cultura de la Provincia de Santiago del Estero, jurando también en esa oportunidad como Secretario General del N.O.A. Cultural.

También juré el cargo de Director General del Teatro 25 de Mayo que por aquel entonces formaba parte del "paquete" de actividades, que necesitaban de una reforma integral. De inmediato me avoqué a la formulación de un plan cultural para que la función fuera dotada de un presupuesto acurde a sus necesidades y debo reconocer que fue el último en su género, ya que nunca se conoció estrategia alguna, para ejercer esa función.

Había cumplido 23 años. Recuerdo que fue un agosto atípico, veraniego,  pues ese día –asado de por medio-  fui sorprendido por la noticia de mi designación, cuando la radio LV11 anunciaba una serie de asunciones en la casa de gobierno, encontrándome entre quienes conformarían el flamante elenco gubernamental.

En esa oportunidad la provincia se encontraba intervenida por el P.E.N. y el Profesor Juan Jiménez Domínguez ya había asumido como Interventor. En verdad, nada sabía al respecto, solo me habían sugerido si deseaba participar en la gestión, a lo que respondí de manera negativa.

Conocí al Interventor en Buenos Aires,  el mismo día que lo designaron, cuando llamó a la casa del Ing. Belisario Carrillo –hermano de Ramón- en donde me encontraba almorzando con su familia. Se presentó para pedirle a su amigo “Mocho” que lo acompañase como Ministro de Obras Publicas en un proceso incierto que no tenia fecha de vencimiento, conforme a los sucesos de índole político que se desarrollaban en la provincia, entre las fracciones justicialistas López Bustos- Juárez.

- Me gustaría que haya un Carrillo entre mis ministros, anunció  el Interventor al llegar. Gesto que fue largamente agradecido por el anfitrión, quien declinó el ofrecimiento por razones de salud. Mientras se desarrollaba la charla el visitante advirtió por la tonada, mi identidad santiagueña, y de inmediato lo interioricé de las causas que habían motivado su presencia en la vieja casona del barrio de Belgrano. 

Me pidió si podía redactarle el discurso de asunción, pues esa misma tarde debía asumir en el cargo. También me solicitó si podía acompañarlo en el viaje, a lo que me negué, ya que eran otras las razones que motivaban mi presencia fuera de Santiago.

Más tarde el Ing. Carrillo se comunicó por teléfono diciéndome que se había comprometido con el Interventor para que lo acompañase en su gestión durante su permanencia en Santiago. Al día siguiente se presentó el piloto afectado a la casa de gobierno con “orden” de trasladarme a Santiago y de paso experimentar mi “vuelo bautismal”.

Arribé a la provincia, en compañía de Ramón “Tito” Castillo Carrillo, y de inmediato fuimos trasladados a la casa gubernamental. Nunca olvidaré el gesto generoso del Interventor, cuando nos entregó el listado de cargos, y nos dijo: “Menos el Ministerio de Gobierno, el de Economía y la Secretaria General de la Gobernación, elijan el lugar que quieran.”. Yo no acepté el ofrecimiento. Al otro día Castillo Carrillo asumía como Presidente de la entonces Corporación del Rio Dulce.

En verdad, no sabía que mi designación ya estaba pergeñada por el propio Interventor,  quizá por ello la noche de las asunciones el Director del Ceremonial,  Jorge Bruhn Gauna me perseguía por las escaleras, decreto en mano, porque no conocía el numero de mi documento de identidad, para formalizar la asunción.

Aun recuerdo el salón de acuerdos de la casa de gobierno, totalmente colmado. El Interventor cuando me vio llegar, me pidió que dijera unas palabras, hecho inusual ante lo sencillo del cargo.  Lo demás... es historia conocida, sin duda que ocurrieron tantos episodios que ya son parte del anecdotario político local, lo que me hace suponer que cincuenta años… no es nada.


jueves, 22 de agosto de 2024

SUSANA POMAR LA ESPOSA DEL SILENCIO

Cuando la conocí, a principios de los setenta, me asombró su gracia maternal, su gesto tranquilo, pausado y su mirada clara y elocuente que se acentuaba desde el contorno de una mujer indiscutidamente bella.

Me preguntó si ejercía como periodista, le dije que no, pero que me apasiona escribir sobre hechos y personajes de nuestra historia. Creo que le inspiré confianza, porque en cada oportunidad que la visitaba, me hablaba de su vida ligada a la política y al peronismo de entonces, sin ocultar ningún detalle, bajo mi promesa de no revelar nada.

Sabía que me había convertido, desde los años setenta en un defensor acérrimo de la figura pública de su marido, apenas evocada  en ese tiempo en que fuimos gobernados de bota en bota, entre el temor y la incertidumbre de nuestros destinos.

La temática fue recurrente, como obligatoria, desgranado sobre su azorada juventud y aquellos días acompañando a su ilustre compañero, que la había obnubilado desde la cátedra de historia argentina en su paso por la secundaria

Isabel Susana Pomar, cumplidos diez y nueve años, se casó  el 16 de julio de 1946 con Ramón Carrillo, que contaba por entonces cuarenta años y se encontraba al frente del Ministerio de Salud de la Nación, la boda se realizó en la vieja casona familiar de la calle French entre Billinghurst y Sánchez de Bustamante –adquirida por el cónyuge-  y fue apadrinada por el Gral. Juan Perón y su esposa Eva Duarte.

Siempre nos recibió en su casa, una pequeña, antigua quinta entre Adrogue y Villa Calzada a la que bautizaron con el nombre de “Villa Antares” (1). Allí fue feliz en su matrimonio y crecieron sus cuatro hijos, pero también ese solar fue el laboratorio de estudios e investigaciones de Ramón –que no solo ejercía la medicina, estudiaba los insectos entre otros- y el sitio obligado de las reuniones políticas, de la familia numerosa y de los estrepitosos allanamientos y saqueos ordenados por el régimen militar que derrocó al peronismo en 1955.

Su vida no fue ni simple, ni fácil. Se integró de inmediato al numeroso ámbito familiar del clan Carrillo y desde que lo conoció hasta el fin de sus días, secundó a su marido en la buenas y en las malas, más desde el llano, que en la función pública.

Vivió un destierro involuntario, y soportó con estoicismo el vituperio y la maledicencia de propios y extraños que no conciben que sea posible la honradez y el sacrificio en el cargo político. Su extraordinaria belleza se convirtió en un estigma que no le fue fácil sobrellevar en tiempos aciagos.

Viuda en plena juventud, vivió tan sólo diez años de matrimonio, sin recursos y al frente de su familia, se mantuvo incólume cuando arreciaba una voraz campaña difamatoria en contra de su marido, a quien nunca le  pudieron probar ni una sola de las diatribas que le endilgaron.

Se supo que la canallada estaba inspirada -por un emulo de Goebbels- (2) el entonces Coronel Enrique Rotjer, uno de los inspiradores de la Revolución Libertadora, el mismo que emitía comunicados falsos y mandaba a empapelar la ciudad de Buenos Aires con supuestas investigaciones e imputaciones de toda índole en contra del ex funcionario muerto..

Pero Susana estaba fortalecida desde el dolor y aun se recuerda la solicitada publicada en al diario La Prensa, motivada por la angustia que le provocó el saqueo de su casa cuando estuvo exiliada en el exterior junto con su marido y sus hijos. 
Decía, refiriéndose al militar aludido: “Se acuerda usted, cuando se tiró en una cama y revolcándose con las botas puestas, pedía a gritos whisky importado y discos? ¿Se acuerda de que no hallándose en una garconniere (especie de habitación utilizada para encuentros amorosos) y sí en una casa de familia, abrió los cajones de las cómodas, extrayendo las piezas íntimas de mujer y levantándolas en alto como trofeos de victoria, acusó al nylon y a la seda de ser productos de contrabando?

¿Sabrá usted decirme qué destino tuvo la colección de corbatas de mi marido, las lapiceras de oro, las medallas, las condecoraciones, regalos de sus amigos o pacientes y otros premios otorgados a su valor científico, como la estrella de oro y esmalte azul, regalo de Francia? ¿De la pistola Brownig, del tocadiscos Webster, de las dos radios portátiles y del secreto que contenían cuatro bolsas no identificadas que salieron con usted de mi casa?
¿Sabría usted decirme de las otras “chucherías” artísticas que yo tenía en mi hogar y que después de su sonada visita ya a pesar de los focos de luz con que iluminaban el edificio y del cordón policial que rodeaba la manzana, desaparecieron a plena luz o cuando usted impartió la orden de que se hiciera sombra? (3)

El 24 de diciembre antes de la medianoche se fue para siempre, la dueña de los ojos color turquesa que me contó la otra historia que vivió, muy diferente a la que se conoce.

Se fue tan silenciosa, como vivió. Guardó el secreto. Yo haré lo mismo.

Referencia:
1- Adquirida por Ramón Carrillo que abonó $ 90.000 de contado mas hipoteca por $ 180.000 con BHN a 30 años.
2- Joseph Goebbels: Ministro de propaganda nazi autor de la frase “miente, miente que algo quedará”
3- Marin Guillermo. Ramón Carrillo: la grandeza y el exilio.


jueves, 15 de agosto de 2024

RAMÓN CARRILLO: CIENCIA Y CONCIENCIA


                               La historia esa grande y memoriosa, suele muchas veces dejar de lado hechos y figuras prominentes que muy pocas veces llegamos a conocer y ello se debe en la mayoría de los casos a la jerarquía de la importancia, cuando no, al ocultamiento internacional de los publicistas de turno quienes en nombre de un supuesto beneficio a la comunidad, escogen con natural subjetividad, los sucesos y sus protagonistas que han de perdurar en los recuerdos -con rotulo de por medio- de los argentinos del futuro.

Quizá ese empeño desfigurativo de la verdad real fue lo que provoco estériles enfrentamiento entre provincianos y portuarios o unitarios y federales sin advertirse previamente que se estaban echando raíces en el principio de la división de un mismo e idéntico pueblo. 
Estas circunstancias nos privaron del conocimiento objetivo de nuestros grandes hombres sobre quienes hoy, un manto de olvido y mezquindad se cierne sobre sus memorias. Ramón Carrillo es nuestro mejor ejemplo y si bien hoy se pretende reivindicarlo, lejos se esta del conocimiento profundo y sistemático de sus obras, como de su personalidad.

TAN SOLO EL ANECDOTARIO

Hace unos días- por iniciativa del actual ministro de acción social- se televisó por un canal de capital federal, con gran despliegue de publicidad de por medio, un especial titulado “Carrillo historia de una pasión” en donde se entrevistó a familiares del científico-político y se reseñó su paso por el primer ministro de salud pública que tuvo el país. 
Como novedad, destacamos que en las películas que se conservan - obvio en blanco y negro- no se registró la voz de Carrillo ¿o fue borrada? 
Durante el transcurso del programa fue doblado por un actor del medio, lo demás solo fue referencia aislada de su copiosa labor, sin que se aportasen detalles a lo que ya conocido.

UN PERFIL DOCTRINARIO

Quizá su provincia natal Santiago del Estero poco sabe de él, por haber partido desde muy joven en busca de su destino. Lejos quedó su medalla al mérito como el mejor graduado en su promoción de bachiller, e igual lauro en la facultad de medicina en Buenos Aires, su pasión por los clásicos de la filosofía, de las letras,  lo llevo a conformar una de las bibliotecas mas completas de la especialidad que aun se conserva en capital federal.

Fue un destacado dirigente del partido Demócrata Nacional -con el mismo dijera- impulsado por convicciones, sentimientos, simpatía y por propia tradición familiar.

De haber aceptado la senaduría por la capital federal que le ofreciera el coronel Perón en enero de 1946, quizá otra habría sido la historia de Carrillo claro, que desde el parlamento no habría podido desplegar su notable condición de sanitarista, hoy evidenciadas en todo el territorio nacional.

Pero el entonces partido laborista insistió en asignarle un lugar a este conservador provinciano dotado- sin lugar a dudas- de las tan necesarias soluciones que el área de la salud exigía en su momento y la obra se hizo.

DEL PROGRESO AL RETROCESO

Para interpretar la magnitud de sus obras, para aquilatarla en su justa medida, es necesario saber cual era la realidad sanitaria del país antes de la creación del ministerio de salud pública, con Carrillo como ministro, y cual era después de su paso por el ministerio.
Transcurrieron  casi 40 años y no hay indicio de avances en relación con esa área. Los índices con mortalidad infantil, desnutrición, sub alimentación, número de camas en los hospitales, etc., han crecido considerablemente, tanto es así que en la política sanitaria, las referencias se establecen entre: “antes y después de Carrillo”.

Largo sería de destacar otros aspectos de la personalidad de este insigne santiagueño. Sus obras sobre la especialidad y sus descubrimientos son hoy fuente de consulta en el mundo entero.

En algún momento usted transitará por lo extenso de nuestro territorio y seguramente en el lugar mas inhóspito, descubrirá un imponente hospital de estilo colonial, galerías criollas y rojos en la techumbres - no lo dude - porque esa, es una obra de Carrillo.


Publicado, diario El Liberal 19 de marzo 1985

sábado, 3 de agosto de 2024

RAMÓN CARRILLO: CASI SESENTA AÑOS DESPUÉS...


                                           Asomaba el fin del año 1956, la crónica reflejada los días duros de la llamada “Revolución Libertadora”, la Argentina vivía otra interrupción en la legalidad institucional, pese a que el fragor de la lucha política no estaba ausente y se hacia sentir con Ricardo Balbín por un lado y por el otro Arturo Frondizi, preparando su lanzamiento con el apoyo de la estructura justicialista -que por entonces estaba proscripta- la que mas tarde, lo llevaría a la Presidencia de la Nación.

En Buenos Aires, la obra de José Sánchez Silva, “Marcelino, pan y vino”, llevaba cuatro meses en cartelera reseñando el éxito plasmado simultáneamente en el interior del país. Los caballos “Mangangá” y “Tatán” hacían las delicias del Carlos Pellegrini, para regocijo de los burreros en ese entonces, mientras el cuarteto de Aníbal Troilo con Roberto Grela desplazaba a la numerosa orquesta típica de costosos presupuestos.

Fuera del país, en el nórdico pueblo de Belén, capital del Estado do Pará en la República del Brasil, otra era la historia. Fallecía víctima de una hemorragia cerebral un santiagueño que años atrás había revolucionado las viejas estructuras del sanitarismo argentino. 
Era Ramón Carrillo, el primer ministro de Salud Publica que tuviera la Nación. Muchas veces el destino, al igual que la suerte, suelen desconocer el sentido de la justicia, y para el caso Carrillo, ni el destino, ni la suerte, ni la justicia han sabido corresponderle a este insigne científico que adquirió desde muy joven nombradía en el mundo entero, merced a la gigantesca obra que le debemos y que lamentablemente aun no se ha dado a conocer en su magnitud.

EL PRIMER PAISAJE: SANTIAGO.

Su infancia y su juventud lo vieron transitar el paisaje santiagueño, en donde adquirió una sólida formación cultural, moral, y cristiana, empapado de las enseñanzas de su padre – otro ilustre santiagueño con el mismo nombre – de quien asimiló un bagaje de conocimientos que él mismo reconociera posteriormente.

Con su medalla de oro al mejor egresado de su promoción en nuestro Colegio Nacional, algunos ensayos literarios de su autoría y una profunda pasión por las ciencias medicas, arribo a la Capital Federal a buscar seis años después una nueva e idéntica medalla otorgada esta vez por la Facultad de Medicina de Buenos Aires, al medico sobresaliente de la promoción de 1929.

Corría el año 1930, la inestabilidad política y social lo hacia todo mas difícil. Uriburu derrocaba al gobierno constitucional de Yrigoyen y la Universidad Nacional de Buenos Aires –mediante concurso de por medio- distingue a Carrillo con una beca por tres años para proseguir sus estudios en el extranjero. “Anatomía y clínica nerviosa” con el profesor Brouwer en la Universidad de Amsterdam, “Anatomía General del Sistema Nervioso” con Ariens Kappers, en Berlín y “Clínica del Sistema Nervioso” con Guillain en París, sientan las bases de una meritoria formación, para integrarse a su regreso al país al Instituto de Cirugía que dirigía por ese entonces el profesor José Arce.

Atrás quedó el viejo mundo que le sirvió para el ejercicio profundo de su pasión científica, las vinculaciones con eminentes y reconocidos investigadores de la especialidad que mas adelante testimoniaran las condiciones especiales con las que estaban dotado el medico santiagueño.

Era 1933, Carrillo volvía a su tierra, mientras que en Europa, Adolfo Hitler, abandonaba la Liga de las Naciones y se retiraba de la Conferencia del Desarme.

Ese mismo año se celebraba al pacto Roca- Runciman, que somete a nuestro país a los arbitrios de Inglaterra, mientras que Carlos Gardel grababa la obra de Cadícamo:

“Al mundo le falta un tornillo,
         si habrá crisis, bronca, y hambre/
                 que el que compra un cacho´e fiambre/
   hoy se morfa hasta el piolín...”

En 1937, Carrillo se adjudica del premio Facultad de Ciencias Medicas, por su trabajo “Diagnostico de los tumores infratentoriales”, un año mas tarde, le está reservado el Premio Nacional de Ciencias, por su obra mayor “Yodoventriculografia” (fosa posterior), impresa ese mismo año en ediciones “El Ateneo”, exponiendo en mas de seiscientas paginas el producto de su estudio que lo consagrara definitivamente como el maestro de la cirugía cerebral.

Las artes, la historia, la literatura y la filosofía, no eran extrañas para Carrillo, una gran cantidad de ensayos sobre las disciplina mencionadas y que aun permanecen inéditas, así lo acreditan. Estaba dotado sin duda de una personalidad polifacética. Su incesante labor profesional que alternaba con la investigación en la cátedra universitaria, no le impedían militancia política, quizá por ello nunca se desprovincializó, departiendo su fama entre Buenos Aires, el mundo y Santiago del Estero.

Fue reconocido entre los mas destacados dirigentes del partido Demócrata Nacional: “…entiendo que el conservadorismo -cuya esencia es el sentimiento de respeto a la tradición - es una fuerza doctrinaria capaz de neutralizar el efecto inicialmente perturbador de las corrientes foráneas, los cambios violentos en el país y los modos de vida importados con las olas inmigratorias. 
Me enrolé en esa organización política, impulsado por convicciones, sentimientos, simpatías y por mi propia tradición familiar...” (1)

CARRILLO, PERÓN Y LA SALUD PUBLICA.

Los cafetines de Buenos Aires lo vieron a Carrillo departir con otro santiagueño de sobrados méritos artísticos: Homero Manzi.

Corría el año 1940 y hasta el año 1945 declinó a los ofrecimientos para ser Director Nacional de la Salud Publica, de Asistencia Publica y del Hospital Churruca: “…no quiero alejarme de mis tareas como profesor universitario y cirujano especializado” - comentaba a  sus amigos- Estaba dedicado profundamente a la tarea de investigación, ello muestra la razón del porque un medico de la fama de Carrillo nunca abrió un consultorio particular, ni lucró en forma individual con sus conocimientos.

Carrillo no ocultaba su amistad con el entonces Coronel Perón, el mismo que le ofreció la candidatura a Senador Nacional por la Capital Federal, bajo la sigla, del partido Laborista y la coalición de otras expresiones políticas, que más adelante lo llevarían a la Presidencia de la Nación.

La humildad del medico santiagueño se reflejó una vez mas en su respuesta a tan caro ofrecimiento. En carta de fecha 11/1/46 expresaba: “…mi estimado coronel y amigo; en la convicción de mi experiencia para la tarea parlamentaria, me veo obligado a renunciar indeclinablemente al alto honor que me ha conferido al consagrarme candidato a Senador Nacional...” (2)

Ignoramos las razones del cambio de actitud, ¿o pudo más la amistad o el deseo de servir mejor a los intereses de la patria?, porque once meses después de conocida su renuncia, aparece el Plan Analítico de Salud Publica, editado en diciembre de 1946 y preparado por Carrillo en cuatro gruesos tomos. Fue éste el primer Plan Oficial elaborado en nuestro país. Se trataba de la ampliación de los proyectos de ley que daban contenido al Primer Plan Quinquenal de Gobierno, es decir las leyes básicas de Sanidad Nacional.

Al asumir la Presidencia Constitucional el Coronel Juan D. Perón, la Secretaria de Salud Publica se transformó en Ministerio y Carrillo era el ministro. Era otra etapa que comenzaba a transitar la vida de nuestro personaje, de no haber sido así, solamente habría descollado en el ámbito científico y nunca tal vez, se abría encarado esa gigantesca obra publica en materia hospitalaria que hoy cuenta con el reconocimiento de todos los argentinos.

A él le debemos todos los adelantos logrados en materia sanitaria. Eran los tiempos de la Tuberculosis, el Paludismo, Chagas, la Fiebre amarilla, que asolaban nuestro territorio, sin que fueran encaradas a través de un programa serio y eficaz. La mortalidad infantil registraba índices idénticos a los países en guerra, era el momento de encarar campañas sanitarias en serio y Carrillo estaba al frente.

“Todo estaba por hacerse en materia tan grave, tan fundamental para la Nación. Nunca ni en ella ni en ninguna otra parte se había planificado nada. El propio General Perón, cuando tuvo que afrontar su primer periodo de gobierno hizo buscar antecedentes en ese sentido que pudieran servirle de guía, de orientación. No se encontró nada. Hemos buscado, General, le dijeron sus colaboradores, hemos llegado hasta Cornelio Saavedra y no encontramos nada. Todo lo demás es obra de Carrillo.” (3)

LOS AÑOS DIFÍCILES.

Corría el año 1954, y un sugestivo malestar campeaba el ambiente económico-social de la Argentina, pese al reciente triunfo del gobierno justicialista que promovió la reelección de Perón por un nuevo periodo. Asume la presidencia del partido Alberto Teisaire, quien no tiene mejores relaciones con Carrillo, pues le había criticado la conducción de algunos engranajes del gobierno, que hacían presumir un seguro enfrentamiento con la Iglesia.

Ya un extraño mal -que el también conocía- progresivamente había minado su salud, flaquearon sus fuerzas y no le quedaba otro camino que el alejamiento de la función publica. Lo sucederá en su cargo el Dr. Raúl Bevacqua. Aceptando una beca en Estados Unidos - y en busca de alivio a su quebrantada salud- se embarca en el buque “Río Tunuyan”, perteneciente a nuestra Marina Mercante, junto con su esposa e hijos.

A su arribo se aloja en el 82 Street West, barrio portorriqueño, a dos cuadras del Central Park, un lugar modesto por no decir bastante pobre; elegido éste conforme a su precaria situación económica. En septiembre de 1955, sus predicciones se cumplían: caía el gobierno de Juan Perón. La familia Carrillo vivió consternada ese singular episodio, recordando quizá las causas de la renuncia al ministerio y sus advertencias a su amigo General, las razones de esa actitud.

Carrillo entendió muy pronto que no era verdad el lema: “ni vencedores ni vencidos”. Se dictó orden de captura en su contra. Fue acusado de “malversación”. Su casa fue saqueada y parte de su obra destruida. Había llegado la hora de la revancha, aunque nunca entendió el porque. No tenía los medios disponibles para el regreso a su patria, aunque de todas maneras, fue advertido por su hermano Belisario, que miembros de su familia eran arrestados sin causas y que se había desatado una ola de persecución.

El senador norteamericano Mc Carty lo vinculó con la compañía “Hanna Mineralización” que partía hacia el Amazonas en un viaje de exploración y fue contratado como medico de campamento. A esa altura de los hechos su enfermedad había hecho crisis y su suerte estaba echada. Sabía que sus días estaban contados.

Lejos de su gente y de sus cosas amadas, enfermo y vencido, recibía estoicamente las noticias de la campaña difamatoria que se había gestado en su contra. Pero supo sobrevivir y trabajó hasta el fin de sus días. Nunca recibió ayuda económica de persona alguna que no fuera su familia; murió con la plenitud de una lucidez asombrosa que no lo abandono nunca, junto a ella se extinguió su vida un 26 de diciembre de 1956 a la edad de cincuenta años.

Su condición de hombre de profunda raigambre católica y humanitaria, sin dobleces, sin rencores, ni empequeñecimiento marcaban un perdón tácito para sus detractores. Así se evidencia en la carta mandada a su amigo Poncio Godoy, catorce días antes de su muerte: “…vivo en la mayor de las pobrezas de la que nadie puede imaginar... por orgullo no puedo exhibir mi miseria a nadie, ni a mi familia, mi capacidad de trabajo es muy reducida, poco a poco se me han cerrado todas las puertas y no pasa un día en que no reciba un golpe. No tengo odios y he juzgado y tratado a los hombres siempre por su lado bueno, buscando el rincón en que cada uno de nosotros alberga el soplo divino...” (4)

En oportunidad de editarse su “Teoría del Hospital”, en 1951, obra ésta en donde se encuentra reseñada la capacidad del autor, el General Perón decía en el prologo: “La acción del  Ministro de Salud Publica de la Nación a tenido, pues, que ser extensa e intensa. De ella da noticia solo en parte, esta publicación, pero no dice nada, como es lógico, de los desvelos, contratiempos y cavilaciones que le han costado al Dr. Carrillo llevar adelante un plan sanitario, partiendo, puede decirse, de la nada, o peor que de la nada, de lo malo, y mal inspirado, que era lo que antes había”.

Treinta años después...Carrillo descansa en su tierra natal. Pareciera que en tres décadas nada ha cambiado en nuestro país, pero sabemos que no es así. Habrá que esperar el día en que aprendamos a comprender y valorar su obra. Mientras tanto la Nación Argentina le está debiendo un reconocimiento a su memoria.

BIBLIOGRAFÍA:


*1) Carta de Ramón Carrillo al Presidente del Partido Demócrata Nacional, distrito Santiago del Estero
    2) Carta de Ramón Carrillo a Juan Perón 11/01/46.
  *3) Revista Dinamis No. 47 agosto 1972.
  *4) Revista Todo es Historia, No. 117 febrero 1977, Pág. 26.-


Publicado en el Diario El Liberal, el 28 de diciembre de 1986, en oportunidad de cumplirse 30 años de la muerte de Carrillo.-