lunes, 3 de julio de 2023

SCIOLI EL ELEGIDO…?
    El 15 de junio de 1997 se llevó a cabo la interna partidaria del justicialismo en la ciudad de Buenos Aires, en donde me acredité como Fiscal General en representación de la Lista No. 2 del Partido Justicialista, que llevó como candidato a Diputado Nacional en primer término a mi amigo Miguel Ángel Toma.

Del otro lado de la contienda se postuló el entonces motonauta Daniel Scioli encabezando la Lista No. 2 quien había resultado ungido por el dedo del entonces todopoderoso presidente Carlos Menem, como una manera de representar su pensamiento “cholulo” que a posteriori se diseminó por todo el territorio nacional. 

Sin lugar a dudas que las encuestas no le favorecían al deportista, en atención a que competía nada menos que con los “pesos pesados” de un peronismo en ascenso. Semanas antes de los comicios, Toma recibió la llamada de su oponente solicitando una entrevista personal para exponer una propuesta que él mismo había pergeñado. Desde el balcón del cuarto piso de la Avda. Quintana lo vi estacionar su impecable auto deportivo, vino solo, ataviado de un jean camisa clara y campera negra.



Fui quien lo recibió y lo invitó a esperar en el escritorio a quien admiraba por ser uno de los dirigentes más importantes que acreditaba el peronismo en el distrito capital. Después se supo que Scioli traía la propuesta de consensuar una lista de unidad, para evitar así la elección interna, pro poniendo a Toma como candidato en primer término y él en segundo lugar. Pero ya no había tiempo material para acoger tan desinteresado gesto, habida cuenta de que las listas habían sido oficializadas.

Al anochecer del día de la elección, el cómputo electoral distinguió a Scioli con el 49,8 por ciento de los votos, y  contra todos los pronósticos, había triunfado en los comicios internos del justicialismo porteño, frente al actual diputado nacional Miguel Ángel Toma, el favorito hasta la jornada de ayer.

Lo demás resulta ser historia conocida, salvo que ya no figuran los personeros de entonces, que lo acompañaron en la lista como Javier Mouriño e Inés Perés Suárez, ni la banda del Tula, animador de las principales reuniones masivas del menemismo.  Esa noche Daniel Scioli junto a su esposa Karina Rabollini se trasladaron a la residencia presidencial de Olivos donde continuaron los festejos junto al Presidente

Recuerdo que días antes  Miguel Ángel Toma reiteró que un extraño sortilegio presagiaba que Scioli iba a dar una sorpresa y que se había cumplido, reconociendo que "la logística que movió el oficialismo fue imposible de superar". Roberto Digón y Eduardo Rollano, - que lo acompañaban en la lista- le atribuyeron el triunfo "al aparato oficialista".

Al día siguiente de la elección se especulaba con que: “Scioli evalúa qué hacer: ¿asumir su banca en la Cámara de Diputados? ¿Continuar como gobernador para en 2011 competir por la Casa Rosada? ¿O ahora que Eduardo Duhalde amaga con subir al ring optará por perdurar en La Plata e intentarlo en 2015? Mientras afloran estas y otras preguntas, Pérez fue quien trazó la línea: "Este es un proyecto para ocho años". Quizá sea hora de conocer un poco más del Mascherano y el Solomon de la política nacional.” (1)

Desde allí se marcó un selecto derrotero tras una diputación nacional, Secretaria de Turismo, Vice Presidencia de la Nación, Gobernación de la Pcia de Buenos Aires y ahora la candidatura a la Presidencia de la Nación.

¿Cómo llegó a esta instancia electoral, sin militancia partidaria conocida, ni preparación científica para el desempeño del arte de gobernar?, se preguntan muchos. Lo cierto es que como una sucesión de cargos se fueron entrelazando en su trayectoria durante estos últimos diez y siete años y otra vez el dedo presidencial lo vuelve a colocar en la dura tarea de confrontar.
Sortilegios, presagios, magia, unciones, suerte, hechizos  y todo tipo de conjeturas se murmuran a su paso. Lo cierto es que nunca perdió una elección. ¿Sería un elegido? ¿O es que falta sortear el maleficio que impide a los gobernadores bonaerenses, sentarse  en el sillón de Rivadavia?

Esta vez no será fácil por más que el “aparato” apriete las clavijas imponiendo y vaticinando la era del miedo para el caso de una derrota electoral. En la calle se trasunta la necesidad de conocer nuevos horizontes, el fin de una época y la llegada de un nuevo ciclo que como Violeta Parra expresa en su poesía:
                                                     Cambia lo superficial
                                                     Cambia también lo profundo
                                                     Cambia el modo de pensar 
                                                     Cambia todo en este mundo…


(1)    Diario La Nación, 16 /6/1997

Nota publicada en Tierra Política, el 10/10/2015

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