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Gabriel Sapag posando con mis hijos Miguel Alvaro y Maria del Huerto a fines de los años setenta en la plaza Libertad |
Me sorprendió la noticia. No la esperaba. Nadie
espera que se mueran sus amigos, pero cuando la vida va ganado caminos en
competencia con los años, suceden estas cosas, es decir nos vamos quedando solos
en el camino.
Gabriel
S. Sapag fue un querido amigo de los dorados 70 y juntos transcurrimos muchos de
esos años floridos, cuando la juventud se desplegaba entre nosotros
buscado un espacio de contención entre la poca y casi nada oferta cultural de aquel
entonces.
Chichí
venía de una trayectoria vasta y fecunda sobre las tablas de nuestro primer
coliseo y de cuantos improvisados escenarios se montaban en el interior de
nuestra provincia.
"Yo soy de antes", así se definía entre
nosotros, que recién asomábamos nuestros ojos de asombro, por los corredores de
la vieja L.V.11, la Radio
del Norte, que transmitía desde los altos del diario El Liberal en la calle
Libertad al doscientos.
Jovial, entusiasta, impecable siempre, paciente para
escuchar y breve en el consejo parecía abarcarlo todo. Los clásicos de antaño,
los promisorios de la actualidad, los precursores santiagueños y las nuevas
generaciones no le eran indiferentes. Nunca dejó de insistir con su particular
visión de contarme entre su elenco en el rol de actor dramático.
Veo y palpito tus condiciones –me decía- tu aspecto,
tu voz, sabes caminar, consiguiendo que lo mirase desde lo alto de la sorpresa
y la incredulidad.
Ahora, para mis adentros, me pregunto si tal vez
debí haberlo escuchado en su momento e intentado el estudio del arte
dramático, pero sabía que no había nacido para esos menesteres, por eso sólo lo
acompañé con el teatro leído, el primero de enero de 1969 desde las puertas de la Catedral Basílica
en el día internacional de la Paz ,
conjuntamente con las primeras actrices Cristian Neirot y Mercedes Ibarra.

Pasaron los años y pudimos contar tantas distancias,
como tantas ausencias.
No me olvido de su retorno al radio teatro, ni de la
reiteración del "León de Francia" (con su amada María Inés de
Lorena y el villano Felipe de Borgoña), "Fachenzo el maldito"
o el "Galleguito de la cara sucia" estridentes sucesos de
principios de la década del 50, reiterados treinta años después, por la onda de
L.R.A Radio Nacional 21.
Aquellas presentaciones culturales de los bocetos y
las acuarelas del legendario Héctor Marinoni, aquel pintor bohemio que
llegó del Uruguay para afincarse en Santiago, a quien Gabriel asistió hasta sus
últimos días.
Y los tantos actores que lo frecuentaban para
pedirle algún consejo sobre sus trabajos, la lectura o el apunte de alguna
obra, como el reconocimiento del "bolsillo" que nunca se hacía
esperar.
Esos gestos de cortesía elocuente y su
naturaleza generosa fue una constante en su vida, entre sus colegas y ante
tantas noches de amigos en el viejo restauran Marqués, la confitería Ideal o el
viejo salón de la
Sociedad Italiana. Tanta vida y tantos desencuentros.
La última vez que nos vimos se sentó la nostalgia
con nosotros en la última mesa de un bar sobre la calle Urquiza.
Claro que recordamos a Neruda y coincidimos con:"nosotros los de entonces,
ya no éramos los mismos", que habíamos mutado en tránsito dispar y
que eso fue la síntesis de nuestra vidas, ese cambiar constante de rumbo a
distintas direcciones.
Nos acordamos de nuestros cumpleaños y de la
coincidencia de haber nacido el mismo día, signados por acuario, y por las
circunstancias de andar por el camino buscando, la identidad del ser cultural
que nunca logramos encontrar.
Allí quedó como estandarte de ese tiempo el poema
que le dedique en mi libro: "Poemas con Neurosis".
Me dijo: ¡Me siento cansado, como sin fuerzas y no
sabes cuánto me cuesta el primer cigarrillo de la mañana! En vano fue
expresarle lo contrario.
Es que la vida no es lo que se ve desde afuera, sino
lo que se siente por dentro. Tal vez no le alcanzaron los ímpetus para un
tercer intento o no encontró el sendero para el retorno altivo sobre el tablón
gastado de la calle Avellaneda.
Sin embargo, ahora, como suele decirse en el
ambiente, se animó a la gira. La última gira, esa a la que nunca se niegan los
artistas.
Le pedí que intentase volver a ser el mismo de los
años dorados, pero me di cuenta en la mitad de ese encuentro, que ya le
sobraban los motivos para ver pasar la vida, desde la otra vereda.
CANCION PARA MI HERMANO
Sabemos que en la escala suprema de los seres,
lo nuestro se pone en manifiesto a cada instante.
Nosotros que nacimos ayer nos damos cuenta.
Las cosas que nos hacen sentirnos diferentes,
varían de acuerdo al sentimiento, y somos
como todo y como nada… iguales!
A veces la verdad se nos enfrenta crudamente.
No existe la forma de cambiar. Estamos hechos,
de un algo similar e intransigente.
Acuarianos de ensueños nos signaron. Quizá
La luna, el sol o las estrellas, o acaso
esa ansiedad por conocer lo arcano?
Nosotros que sabemos secretos de la noche,
no admitimos razón, ni fundamento,
es la seguridad de los que sienten…
la imperiosa razón que nos impulsa
a vivir una sola trayectoria
ni márgenes, ni escalas en el tiempo…!
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