Algún día se entenderá que la cultura y el arte tienen raíz popular y esta es una muestra de que no estamos mintiendo. |
Imágenes de un fin de año en las calles santiagueñas, en especial en la vereda del ex Barquito Bar que ese día se convirtió en una peña espontánea |
¿A quiénes podrían importarles
las predicas en el desierto? Fluyen los quijotes en el ejercicio de la
adulonería. Nadie opina, porque le puede costar el magro conchabo que les da de
comer. Lo cierto es que orfandad y el desinterés, circulan plácidamente por los
pasillos en donde debieran elaborarse planes culturales serios, idóneos y
competentes que colmen las expectativas de una comunidad desamparada de los
beneficios de la cultura.
Son varios millones de pesos los
destinados al área cultural. Varios millones no justificados, -en muchos casos
al estilo Alegre-, camuflados como pertenecientes a otros rubros, a veces
disfrazados de subsidios destinados a instituciones de las denominadas fantasmas,
pero con titulares de carne y hueso, nombre y apellido.
Nunca conocimos un plan cultural
en Santiago del Estero, tampoco planillas de rendición de cuentas
pertenecientes a ese espacio. Transitamos un enero vacío de contenidos
recreativos, como con seguridad, lo será
el mes siguiente y así sucesivamente hasta que la iniciativa privada aporte
algo de lo suyo. Caso contrario, tanto la Subsecretaria de Cultura, como la Dirección
general –que no sabemos su razón de ser- museos y otras dependencias afines,
solo sirven para adornar un organigrama y para el cobro de sueldos, por nada.
El aislamiento voluntario, en
donde se colocan algunos funcionarios para nada contribuye a la toma de
conciencia del descuido en que se encuentra nuestro acervo intelectual.
No ven, no sienten, no leen y
tampoco quieren escuchar cuando se les señala las magras realizaciones en que
vienen incurriendo. Cuando se les aportan ideas superadoras, miran para otra
parte o hacen lo contrario, tal si fuesen especialistas en las aéreas en que
asumieron, sin importarles los pésimos resultados obtenidos, a lo largo de
varios años de inútil gestión.
El miércoles 30 de diciembre, en
horas del medio día, asistimos involuntariamente a una suerte de explosión
cultural pergeñada, como todos los años, en la vereda de una céntrica
confitería ubicada al frente de la Plaza Libertad.
Desde horas tempranas, las mesas
del antiguo Barquito bar se fueron poblando de artistas santiagueños residentes
fuera de la provincia, que como es natural, retornan a sus ancestros para
celebrar las fiestas de fin de año.
Pudimos ver a Peteco y a Cuty Carabajal, a Juan Saavedra, Carlos Miguel
Fuentes, Eduardo Manzur, entre otros. Destacados bailarines y bailarinas del
medio, artesanos, pintores, actores y
militantes de la cultura popular departiendo fraternalmente las cosas de
Santiago.
Los peatones de paso por el
lugar, abandonaron sus quehaceres para presenciar y aplaudir a sus artistas que
improvisaron en la vereda, un recital con lo mejor de sus interpretaciones. Todos
los presentes, allí mezclados bailaron al son de la zamba, el escondido y la
chacarera, conformando así un paisaje emotivo y sentido que debiera repetirse
en forma permanente.
En el mismo lugar, escuchamos a
varios turistas, que asombrados por el
encuentro espontaneo de músicos santiagueños, destacaron la sencillez y
la originalidad del espectáculo. También escuchamos a los artistas, despotricar
en contra de los jerarcas que administran los fondos de la cultura provincial:
¡Tanto dinero presupuestado en mano de estos inexpertos es un verdadero
despropósito…!
¡Ojalá que los cambios lleguen
con el nuevo año…! Y del mismo tenor
otras expresiones, que por conservar el buen gusto, no reproduzco en esta nota.
En este día de Reyes, quisiera
pedirles que alguien con poder de
decisión me estuche o lea estas líneas, así termina mi predica por el desierto.
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