A la insostenible crisis que
vive la Nación ,
se le han sumado incontables proyectos de soluciones provenientes de los más
diversos medios en actividad con que cuenta el país. Una de las pautas del frágil
Estado democrático en que vivimos lo constituye la general participación –
salvo los mudos escépticos de siempre- pues todos de una manera u otra, han acercado
su cuota de aporte, cada cual desde la óptica que representan.
La saludable iniciativa proviene, las más de las veces, de los partidos
políticos y de aquellos sectores ó instituciones preocupadas por el destino que
han de tener sus constantes esfuerzos, que casi nunca llevan fines de lucro,
razón por la cual exigen la mejor de las atenciones cuando se constituyen en
grupos de opinión.
Sin duda la
Argentina soporta hoy los males del mundo, cuyos efectos
repercuten en su estructura toda, lo que viene a acentuar un desfasaje que
arrastramos desde los últimos cincuenta años, situaciones éstas que no podemos
ignorar, ni tratar equivocadamente.
La democracia que vivimos no ha surgido como un deber ser, sino como la culminación de una etapa de desencuentros é
inexactitudes, por lo que se debió pagar un alto costo social y económico que
irreversiblemente se está manifestando, como así también se toleró la
desjerarquización de la persona humana, hecho éste inédito en el historial
argentino, que esperemos nunca más se vuelva a repetir.
Así nuestro país, no escapó al efecto de la eclosión que extrañamente
produce en las sociedades que pasan de un régimen militar (autoritario) a uno
civil (permisivo). Situaciones que se traducen en cambios vertiginosos, que
lejos de colocarse en posiciones beneficiosas, caen en retrocesos, carentes de
los más elementales valores, en dónde toda sociedad que se precia de
evolucionada, tiende a tolerar estos atropellos disfrazados de cambio, en lugar
de manifestar su más enérgico rechazo.
Hasta el momento no se han producido mejores situaciones que las que
ansiosamente se esperaban, en lo que hace al quehacer cultural. Se han sustituido
manifestaciones triviales é intrascendentes por elementos extranjerizantes y
pornográficos, es decir se permutó lo chabacano
por lo inmoral y en éste
rubro paremos de contar ya que los valores ancestrales y verdaderos
representantes de la autenticidad nacional, siguen durmiendo el sueño de la
postergación y el desaliento.
Continúa la importación desmedida de panfletos extranjeros que se
exhiben y comercializan a toda publicidad, mientras decrece la producción nacional
y no se atienden las carencias propias reiteradamente manifiestas.
¿Es acaso éste el rumbo cierto que debemos seguir…? ¿Alguien se ocupa
de una cruzada cultural renovadora por el interior del país…? Nadie advierte que
mientras no se repare lo esencial, que no es otra cosa que el desarrollo
potencial de elementos vitales de la sociedad, nada ha de cambiar y el
subdesarrollo continuará su marcha ascendente y el analfabetismo puede escalar
los índices más insospechados de América del Sur.
SANTIAGO INDIFERENTE
Nuestra provincia tampoco escapa a la iniciativa reseñada. La
ineficiencia y la consabida pasividad en el campo de la cultura nos colocan en
un oscuro lugar dentro del contexto nacional.
Hasta el momento no se conoce plan
cultural, ni ejecutado, ni en vías de concretarse, pareciera que los
famosos auspicios, no son más que lo
que en verdad significa esa palabra para darle cierto viso de legalidad y
aprobación inmediata a la iniciativa privada, la que cada vez es más escasa y
carente de calidad, debido sin duda a la tremenda carga impositiva con que innecesariamente
se graba la actividad cultural.
¿Qué se le ofrece a la juventud, de parte de la oficialidad, dentro del
área qué tratamos…? Ni siquiera se publican en la actualidad los afamados Cuadernos
de Cultura que en otrora los editaba la Dirección Municipal
de Cultura a cargo de Ricardo Dino Taralli.
Se acabaron las publicaciones masivas de autores locales, los sentidos recitales
de poesías constituyen sólo un anecdotario y las bibliotecas populares, como
las del Estado, no tienen más que espolvorear la vieja nostalgia de la
prometida renovación que nunca llega.
Si analizamos con cierta profundidad la crisis en que estamos todos
sumergidos, sin duda la vamos a encuadrar dentro de lo económico, pero… ¿No
será que lo económico no funciona como debiera, porque falta lo cultural?
El pueblo necesita hoy más que nunca inspeccionar su discernimiento y
ajustar la escala de valores que no son otros que los que siempre guiaron nuestros
destinos. Es necesario comenzar a mirarnos por dentro dejando que los países
que no comparten nuestra idiosincrasia, hagan de su cultura lo que mejor se les
ocurra, nosotros todavía no hemos adquirido la identidad necesaria para
manifestarnos como ser argentino, el
lograrlo es tarea de todos y en especial de los que detentan el poder, que al parecer
piensan, que todo se concluye con una buena campaña electoral.
¿Y quien le pone el cascabel al gato…? Nosotros ya tenemos el cascabel…
ahora, habrá que convencer al gato.-
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