Hoy hace cuarenta años que
presentamos “poemas con Neurosis”, en la biblioteca 9 de julio. Recuerdo esos
años en que una inclaudicable actividad cultural se manifestaba en todos los
órdenes, y en todos los espacios, generada por una juventud activa y
participativa, que salía a respirar un poco de aire puro, después del agobio de
una de las tantas dictaduras que atormentó la conciencia del ser nacional.
Éramos un grupo de veinteañeros
con muchas ganas de manifestarnos desde espectro cultural. Y era el momento
oportuno porque los medios, las instituciones, los claustros y la propia calle
estaban dispuestas para recibir y publicitar un amplio cumulo de expresiones
que se generaban desde todos los ámbitos.
Antes había publicado en una
muestra conjunta el recordado: “Santiago:
7 poetas” que se agotó a días de su presentación. Quizá fue lo que me
motivó a irrumpir en el campo de las letras con una publicación tan temprana,
como presuntuosa.
La Dirección General de Cultura,
avaló mi propuesta y mediante una especie de “préstamo” por intermedio del
entonces banco provincial, se financió la obra que imprimió el Boleten Oficial
en cantidad de mil ejemplares.
La ilustración de tapa, la
realizó el joven plástico Juan Francisco Grupalli. Un amigo que ya no está
entre nosotros, escribió la solapa, más otro amigo, el recordado Ricardo Dina
Taralli suscribió una suerte de prologo en la contra tapa:
“Poemas con Neurosis”, Sugestivo
titulo de este poemario que recoge en una línea emotiva-intencional la obra de
un poeta santiagueño de las últimas promociones. Es una indagación consciente
en torno a la aventura existencial de nuestra hora, que amenaza al hombre
cuando “equivoca el camino de lo arcano”, en su universal condición de ser.
Justamente la neurosis deviene con hondura de personaje para definir una época
en márgenes de alineación, donde el ancestro se obnubila –en la expresión de
nuestro poeta- para dar una imagen divergente de la historia.”
“Hay algo que concilia en todo
avatar las posiciones extremas, lo inefable a través de la poesía: “más allá de
las cosas que convivo/ se muestra oculto mi emblema de poeta”… Es en su verdad
la que madura en el itinerario del yo que se empina vertical en el ligero tono
de balada que representan sus poemas. Aires de nostalgia, “ecos de lo adverso”,
crisol que plasma desde “un camino incierto”, pero que es la parábola simbólica
que vive como escritor santiagueño.”
“Raíces y símbolos, donde “el
sabor a tiempo despreciado” se resuelve en la imaginación poética con las
“márgenes sedientas de la aurora”. Indudable acierto en el cierre del poemario:
agazapado el hombre desde un mundo variable, queda en la temporalidad “un manto
de poeta” y la “exactitud de un niño”, vibración y memoria.”
Lamentablemente muy poco tiempo
nos duró el entusiasmo de la participación juvenil en el quehacer cultural. Una
nueva dictadura –espero sea la última-
se instaló entre nosotros y cada cual eligió la mejor forma de
sobrevivir.
Sin duda alguna, ese fue el
tiempo de hacer cultura con mayúscula, cuando la actividad oficial en la
materia era incansable y los pocos recursos con que contaban, lo ponían a disposición del artista
santiagueño. Los dorados años setenta dejaron una huella que pocos transitan y los
que debieran hacerlo, la desconocen.
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