El viernes por la noche en
el Teatro 25 de mayo asistimos a una velada de excepción, por dos simples
razones. En primer término, presenciamos un espectáculo impecable, muy bien
logrado sobre la base de un repertorio exquisitamente
escogido. Todo sobre un montaje sobrio y con un sonido apto para la puesta en
escena.
Dos pianos de cola como
marco, para la ductilidad de Oscar
Buriek, José Dona y Bruno Juárez como invitado. Batería y percusión en manos de
Juan Escalante, el chelo de Mirta Zarb, el bajo de Fabio Ávila y el violín de
la bella Lourdes Luna, conformaron un ambiente en donde la imaginación elaboró
sus mejores fantasías.
Confieso que por momentos,
me sentí transportado en un viaje relámpago al pasado, cuando allá por los 70,
desde la misma fila de plateas, tuve la
suerte de escuchar al maestro Astor Piazzola y a su quinteto, desplegar los
mismos éxitos a manera de cuasi estrenos, pues por entonces, no habían
alcanzado repercusión popular.
Los artistas, interpretaron:
“La muerte del Ángel”; “Invierno porteño” y “Libertango” tres temas con el
sello inconfundible del autor. Sin dudas estas versiones adquirieron un punto
tal que, sin que se escucharan los acordes del bandoneón, se lo presintió omni
presente, como si el alma del mítico quinteto ejecutaba desde atrás del
escenario.
El otro músico escogido para
dar brillo a la velada fue nada menos que Claude Bolling, el excelente
pianista, arreglador, compositor y afamado director de orquesta francés, reconocido
y ponderado en el mundo entero a quien descubrí en la misma década de oro, promocionando
sus discos por la vieja radio LV 11 a través de mi programa: “música original”.
Aun conservo en disco simple
el tema de Borsalino el film popularizado por Alain Delon y Juan Paul
Balmondo., y California Suite, famosa comedia dirigida por Herbert Ross, con
Jane Fonda, Alan Alda, y Maggie Smith entre otros notables, en donde el músico
mezcla una suerte de popurrí engarzando lo clásico melódico, con el jazz
contemporáneo, logrando un swing tan particular, que sirve para diferenciarlo
de otros notables baluartes del genero.
Es decir que en una sola
noche y por espacio de una hora y media, retorné al pasado, descubrí fantasmas
sobre el escenario, rememoré películas de la
belle epoc sobre héroes y villanos y hasta tuve tiempo de regresar a mi viejo amor, la radio… que no debí dejar
abandonada.
Feliz noche de viernes,
cuando nuestro primer coliseo nos ofrece estos tipos de espectáculos, que
siempre asoman de la inspiración y la producción de la iniciativa privada. Mi
agradecimiento cordial al RRPP José Antonio que no deja de sorprender con su
incesante labor en pro de nuestra cultura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario