Nota Editorial del 20 de mayo de 2009
El gasto público constituye una preocupación permanente para quienes tienen la misión de administrar los recursos del país. No en vano se elaboran presupuestos adecuando estratégicamente, desde lo que se dispone o se puede disponer, atento las necesidades que acusa la comunidad en su conjunto.
Pero
pocos son los que realizan proyecciones y se adecuan a lo aprobado por la
autoridad de aplicación, pues es sabido que casi siempre hay que modificar el
presupuesto a causa de algún faltante.
Nuestro
país desde hace décadas elabora presupuestos sobre la base y el argumento de
las necesidades insatisfechas que angustian a la población. Al momento del
cálculo, pesan más las carencias elementales para la subsistencia del individuo
que el crecimiento intelectual del conjunto en general.
No
se saben las razones a ciencia cierta, del transito permanente de los
argentinos sobre la meseta de un porvenir que nunca llega, pero que se dice es
que está cerca, claro, por-venir.
Vivimos
en Latinoamérica, por ello serían injustas las comparaciones con otros países
de distinto continente, por lo que no hace falta internalizarnos en un mundo de
ensueños y argumentos mágicos, conociendo a un país vecino como Brasil que no
cesa de progresar, ni de asombrar a quienes venimos pregonando que primero
nuestra sociedad debe crecer por dentro, para que pueda proyectarse por fuera.
El gobierno de Lula da Silva, a
través del ministro de Cultura de Brasil, Juca Ferreira, anunció que dará una
asignación mensual de 50 reales (82 pesos) a 12 millones de trabajadores pobres
del país para que la gasten exclusivamente en actos culturales
En la mitad de la crisis
económica, el gobierno de Brasil arremete con esta ofensiva artística que
implicará un gasto gubernamental de 600 millones de reales (987 millones de
pesos). Lula ha dicho que la crisis es una gripe que no lo dejará postrado en
la cama.
El presidente entonces se puso de
pie y ordenó a su ministro, sucesor de Gilberto Gil, el notable músico, regalar
cultura a la clase obrera. Juca Ferreira hizo este anuncio con frases
elocuentes: “Existe un apartheid cultural en este país donde muy pocos tienen
acceso a la cultura”.
Pormenorizados estudios sobre el comportamiento comunitario y la designación de notorios especialistas en los temas de cultura y educación son quienes fijan las pautas de las verdaderas necesidades de la sociedad.
En los países serios se descarta
el “amiguismo” de los ámbitos de la función publica, en donde deben
necesariamente cohabitar quienes se encuentran capacitados para dar verdaderas
respuestas a quienes integran los cuadros de la escala social, lamentablemente
nuestro país está lejos de este tipo de emprendimientos, ya que se encuentra
abocado en conseguir la formula que los lleve a la perpetuación en el poder.
El proyecto Lula, denominado
“bolsa cultura” tiene, por la originalidad y el buen acierto, un notable
significado para quienes trabajan por el engrandecimiento cultural de ese país,
que se pone en la vanguardia de las políticas culturales del continente y con
mayor fortuna, si se tiene en cuenta la ley sobre los incentivos fiscales a las
inversiones culturales.
En nuestra provincia, Santiago
del Estero, como lo tenemos dicho, por
ser la primera fundadora de provincias, debieran sobresalir los emprendimientos
de este tipo en atención a sus antecedentes histórico-culturales que son
orgullo de los santiagueños, pero a juzgar por la pasividad de los organismos
del área, a merito de lo exiguo que se realiza,
estamos lejos de poder materializar estos emprendimientos que constituyen
verdaderas revoluciones en la materia.
¿Qué se pude esperar de una
dependencia como la
Subsecretaría de Cultura –o la propia Dirección- , que ni
siquiera cuenta con un plan cultural al efecto, que le sirva de guía, para el
desarrollo de su gestión?
¿Cómo es posible que no se
conozcan políticas de proyección a corto o mediano plazo que centralicen un
objetivo a cumplimentar?
Sin duda que la conducción que se
viene ejerciendo mediante la política de la improvisación trae aparejado
resultados estériles, que ni siquiera le sirven a la estadística, como dato
cierto de lo que se pudo haber hecho.
La “bolsa cultura” de los
brasileños no llega a conformar ni un gesto de aprobación a quienes practican
el ejercicio del mal gusto, que es lo mismo que introducir a nuestro acervo
cultural dentro de una miserable bolsa…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario