Mientras se conocen más
violaciones a los Derechos Humanos:
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soldado santiagueño muestra los efectos de la tortura |
Cuando
el Ejercito Argentino le envió un telegrama al joven Luís Coronel de
19 años, santiagueño, con domicilio en Beltrán, Departamento Robles para
que cumpliera con el entonces “Servicio Militar Obligatorio”, no le
preguntaron si estaba preparado física y mentalmente para combatir en
una guerra.
Sin embargo, fue uno de los tantos comprovincianos que a viva voz exclamaron: ¡Sí juro…! cuando se les preguntó si estaban dispuestos a servir con honor y gallardía a la Patria, hasta morir.
Sin embargo, fue uno de los tantos comprovincianos que a viva voz exclamaron: ¡Sí juro…! cuando se les preguntó si estaban dispuestos a servir con honor y gallardía a la Patria, hasta morir.
Una guerra injusta e infame, que nos involucró a
todos los argentinos cuando “las urnas estaban bien guardadas”,
concluyó con la claudicación de nuestro Ejército Nacional, que se rindió
sin atenuantes por la decisión de un General ungido Gobernador de las
Islas en conflicto, que entregó su sable al enemigo, luciendo un
uniforme impecable, peinado a la gomina y con las botas bien lustradas.
Quizá por que pensó en aquella frase que dice que: “la guerra es una
masacre de gentes que no se conocen, para provecho de gentes que si se
conocen, pero no se masacran”.
Pero para el ex soldado Luis Coronel, otra era
la historia. Hace unos días el periodista Eduardo Alberto Komaid,
informó, que un santiagueño fue torturado por sus propios oficiales. En
principio la noticia no pareció despertar mayor interés entre los
lectores, actualmente tan acostumbrados a los tantos sucesos insólitos
que a diario registra la crónica policial, pero conocidas algunas
fotografías del lamentable estado en que se encuentra en la actualidad
el ex conscripto que perteneciera al Ejercito Argentino, más algunos
testimonios corroborantes de los hechos allí acontecidos, exacerbó el
sentimiento de los santiagueños que aun creemos en nuestras
instituciones y que consideramos que vivimos en una República seria.
Quienes palpitamos de cerca lo que fue ese
horrendo y trágico episodio por recuperar nuestras Islas ilegítimamente usurpadas, hoy podemos comprobar que, no solamente fuimos engañados
desde los partes de guerra y las comunicaciones oficiales que nos
entregaban por ese entonces, sino que también que se nos defraudó sobre
la integridad, el honor y el espíritu de cuerpo de cierta oficialidad
que viste –indebidamente- el uniforme militar de nuestro país.
El hecho de que un soldado nativo de esta
provincia, fuera brutalmente torturado en pleno teatro de operaciones
por sus propios superiores, mediante el salvajismo de la “estaca” método
de tortura perteneciente al medioevo, constituye una afrenta para todos
los santiagueños, que se extiende más allá de la comisión de un delito
de lesa humanidad, que sin lugar a dudas debe ser investigado de
inmediato por las autoridades judiciales competentes.
Conocemos el significado de lo que representa
una guerra, también sus efectos. Pero escapa a todo atisbo de
comprensión y entendimiento racional, que un Oficial, o quien sea que se
encuentre al frente de una tropa, imponga torturas, a su propia fuerza,
en el mismo teatro de operaciones, agravando el riesgo de vida de
quienes están sometidos al imperio de la obediencia debida, lo que
constituye un grave delito doblemente ultrajante, tanto para las
victimas, como para la Institución que representan.
Pero éste caso no constituye un hecho aislado,
es triste tener que asimilar que en este siglo; “el trato de los
reclutas en los ejércitos gubernamentales es a menudo inhumano y
degradante. Este comienza por los ritos de iniciación de los nuevos
reclutas que implican golpes, humillaciones.
El grado de violencia es tal, que ha podido
conducir a la muerte (a veces por suicidio) a la invalidez y en todo
caso a los daños permanentes bajo un plano físico como emocional. El
hecho de que tales tratos sean infligidos en instituciones del Estado,
crea un problema por una parte sobre los derechos humanos y la
responsabilidad gubernamental y, por otra parte el subsecuente
comportamiento de los soldados” (Journal No. 2, pag. 3 Asociación para
la Prevención de la Tortura, abril-julio 1996).
Quien observe en las fotos publicadas al ex
soldado Luís Coronel, prácticamente en estado de vida vegetativa, por
las secuelas que sobrevinieron a los infortunios vividos tras el
conflicto bélico gestado el 2 de abril de 1982, en donde no intervino el
enemigo en su contra, sino sus propios superiores quienes lo sometieron
a servidumbre, seguramente clamaran justicia.
Y esa Justicia espera ser materializada a la luz
de lo que dispone el art. 5 de la Declaración Universal de los derechos
Humanos, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos y
el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales y nuestra propia Constitución Nacional.
De aquí en más alguien debe hacerse cargo por
las contingencias sufridas por un joven que fue a ofrendar su vida en
beneficio de su patria y terminó siendo víctima de quienes indignamente
la representaron.
Hoy hay un hombre que en este país no pudo
realizarse como tal, conforme con su excelsa dignidad. Es por eso el
titulo de esta nota: ¿Quién le teme al ex soldado Luís Coronel? El mismo
que mira desde una silla de ruedas y no entiende como las sombras de
la impunidad son parte del paisaje nacional.-
*Fotos publicadas Diario El Liberal 22/11/2007
Hoy, 18 de mayo de 2018, apareció la noticia de que están mirando el expediente y citando los responsables. Luis murió el 17 de junio de 2012 en Las Breñas (Chaco) donde estaba al cuidado de su hermano Julio Oscar.
Hoy, 18 de mayo de 2018, apareció la noticia de que están mirando el expediente y citando los responsables. Luis murió el 17 de junio de 2012 en Las Breñas (Chaco) donde estaba al cuidado de su hermano Julio Oscar.
1 comentario:
Justicia para el soldado Luis Coronel(q.e.p.d.🙏💔) y las víctimas que quedaron(familiares)
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