viernes, 29 de enero de 2016

HOMERO MANZI: FUI COMO UNA LLUVIA DE CENIZAS Y FATIGAS...


                                       Desglosar la poesía de nuestro querido y definitivo Homero Manzi, es algo así como penetrar en el corazón mismo de aquel Buenos Aires de antaño, cobijado al amparo de una nostalgia santiagueña que vierte sobre sí su ardiente realidad.

         Analizar la totalidad de su obra para conocimiento de los argentinos de hoy, lo entiendo como un patriótico servicio puesto de manifiesto al alcance de todos, pero desde este medio resulta un tanto difícil pues llenaría columnas y columnas, y el propósito se desnaturalizaría, pues no tiene otro objetivo que tributar el homenaje por cierto y merecido a un preclaro hombre del pensamiento nacional.

         Es por esa razón que es preciso concluir, después de esta serie de artículos publicados, con una definición acerca de nuestro poeta, felizmente rescatado por su pueblo, quien lo palpita y lo siente atreves su prolifera obra de la que nos sentimos agradecidos y orgullosos.

ES TAN TRISTE VIVIR ENTRE RECUERDOS...

         Indudablemente la tristeza - que siempre se asoma silenciosa- nos vuelve casi por rutina,  hacia un presente crudo, feroz, sin piedad le llamaría si temer a equivocarme.

         Y esa tristeza está precisamente ahora, en este momento, cuando estoy finalizando este homenaje al recordado Homero, a quien lo siento cerca, diría,  a mi lado reprochándome esta decisión  a la que no puedo cambiar.

         Quizá si hubiese preferido contar la historia de Manzi cronológicamente todo habría tomado un cariz diferente, porqué su historial no es corto, si no al contrario, es demasiado largo de narrar. Pero ya lo dije: preferí hablar de un Homero distinto, de un poeta neutral como yo lo hubiese querido conocer, es decir un Homero visto a mi manera, a  mi gusto, a mi forma de ver las cosas, en una palabra, como a mi me gusta evocar a las poetas.

         Es por ésta razón y por la tremenda necesidad de estar con mis cosas y con mi pueblo que voy a cerrar este homenaje recordando la amistad que unió a Manzi con uno de los grandes científicos que tuvo la argentina y también hijo dilecto de esta tierra; me refiero al Dr. Ramón Carrillo, nervio y tensión de la medicina y el sanitarismo de nuestro país.

COPA A COPA, PENA A PENA, TANGO A TANGO.

         Corría el año1920. Buenos Aires, es la cita obligada de todos los bohemios, de todos los artistas, de aquellos que se van por un destino mejor, dejando a cambio largos años de estudio y de dolor.

         Uno de ellos fue Ramón Carrillo, destacado santiagueño que no tardó en alcanzar notoriedad en el campo científico a poco de haber obtenido su titulo de medico neurocirujano.

         La vieja casona de la calle Azcuenagua al 100 en la Capital Federal, era la cita obligada de todos nuestros comprovincianos que pasaban por la gran urbe y aun de aquello que se habían afincado definitivamente en esa maravillosa ciudad.

         En esa casa vivía Ramón Carrillo y a esa casa concurría asiduamente el poeta del tango. Largas veladas de versos y política hablaban de una hermandad fortalecida, lejos de la “patria chica”, lejos del Santiago querido que por ese momento estaba casi al costado del olvido.

         Cierta noche  -en una de las tantas reuniones convocadas en la vivienda- se cuenta que en ruedas de amigos, Ramón Carrillo dialogaba con el entonces coronel Perón, además de otros tantos que formaban el grupo mas tarde tomaría el nombre de justicialismo.       
En la ocasión Ramón recordó que había recibido la vista de un santiagueño que dejaba vislumbrar un “gran talento creador” y que había tomado el seudónimo de Homero Manzi, a lo que Perón acotó -“..tuve la oportunidad de conocer una de sus letras, pues le puso letra a un tango que se esta escuchando mucho”.

-“Lastima - acoto Carrillo – que se dedicase solamente a escribir letras  de tango, pues  sus condiciones dan para mucho mas...”

Evidentemente el talento del poeta, daba para mucho mas, pero él mismo ya había preferido, tal como lo expuse en notas anteriores, convertirse antes que en un : “hombre de letras” , ser un creador de: “letras para los hombres”.

Y EL TANGO ES EL DESTINO QUE MARCA SU FINAL.

         Pero hay mas para contar de la amistad de Manzi con Carrillo pues a la vuelta de la gira por Europa de esta ultimo, las reuniones continuaron como continuó la amistad que había nacido hace ya un tiempo largo.

         En los últimos momentos de la vida de nuestro poeta, Ramón Carrillo ocupaba el Ministerio de Salud Publica de la Nación y era Presidente de los argentinos el general Juan Perón, con quien Manzi ya había departido amistosamente y le había profesado su admiración.

         Alguien se llegó al Ministerio y enteró  a su titular, del grave mal que aquejaba a Homero, a lo que Carrillo no pudo permanecer indiferente, tanto es así que ordenó la pronta internación del amigo en el conocido sanatorio Costa Buero y no precisamente en una sala común,  pues mando a preparar una habitación – que mas que sala de hospital - parecía la suit del mejor hotel de la época .

         Otras de las recomendaciones del Ministro fue la instalación de un teléfono en la habitación, cuando en aquel tiempo solo era privilegio para algunos elegidos.

         Carrillo conocía bien los gustos de Homero y no podía desamparar a su amigo y comprovinciano, pues ¿qué  podría ofrecerse a un enfermo que tenía poco tiempo de vida? ¿Y para colmo del grave mal,  de estar consciente de ello?

         Cosas que pasaron simplemente y que fueron así, llanas y limpias, desinteresadas, son estos episodios memorables para quienes conocieron el desenlace de los acontecimientos  que hoy los evoco, en un intento, por demostrar hasta donde pude llegar la amistad y por donde va su aliado... el agradecimiento!


Publicado en el Diario La Hora 19 de marzo de 1975.-

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