Nota editorial del 18 de
junio de 2009
Cuántas veces cantamos o
escuchamos el tango que dice: "La historia vuelve a repetirse… el mismo
amor… la misma lluvia/ el mismo, el mismo loco afán" (1)
Es como decir que el pasado se
recicla y se suceden como por magia hechos y situaciones que vivimos con
anterioridad.
Esa extraña sensación de haber
vivido antes una determinada situación es llamada por los franceses déjà vu,
que quiere decir: "ya visto". Este nombre se debe a un científico
francés de finales del año 800, Emile Boirac. Pero esta manera de denominarla
es considerada poco apropiada por muchos estudiosos, que consideran que sería
más apropiada llamarla déjà vecu, es decir: "ya vivido". Dicen algunos
investigadores que se debe a un error de nuestro cerebro difícil de explicar.
Es una sensación que casi todo el mundo ha sentido alguna vez, más aun si vive
en la República Argentina y en especial en Santiago del Estero y conoce
"la política en los tiempos del dengue" (2)
Precisamente es el tema
político, quien inspira el título de ésta nota y confirma la existencia de de
la llamada anomalía cerebral. Por estos días un Juez Federal de la Nación citó
a un candidato -virtual ganador de la próxima contienda electoral en la
provincia de Buenos Aires- para que preste declaración "indagatoria"
en una causa compleja, porque en uno de sus teléfonos pertenecientes a sus
empresas se registra una llamada supuestamente realizada por el imputado de la
causa. Así viene procediendo la justicia argentina desde el comienzo mismo de
la democracia sentando las bases de la inseguridad jurídica como un elemento
propio del Estado.
Ahora resulta que quienes
deben abandonar el Poder por imperio de la propia Constitución, que dicta las
reglas de juego en la democracia, reniegan de su destino pretendiendo
forzar incomodas situaciones, con el sólo fin de perpetuarse en la
función, que deben dejar, porque que es otro quien debe asumir. De ahí el
manoseo institucional, y la aparición en escena de los "jueces
títeres" que sostienen que el poder judicial es un apéndice del ejecutivo
por lo que deben obedecer las órdenes del "manda más de turno" aunque
se lesione el frágil manto de la independencia de poderes y el debido
procedimiento legal.
"La causa del juez
Federico Faggionato Márquez está poblada de truhanes de módica calidad, capaces
de decir cualquier cosa a cambio de muy poco. Penalistas de renombre han sacado
esa conclusión luego de revisar el expediente por razones ajenas al escándalo
actual. Un juez serio habría hecho todo lo contrario de lo que está haciendo el
magistrado. Habría esperado el final de las elecciones para poder avanzar en la
investigación sin el pataleo y la polémica que provoca la propia campaña.
Fuentes inobjetables revelaron que Faggionato Márquez suele moverse entre
oscuros operadores oficiales en la Justicia. Son personas desconocidas por la
opinión pública y por la mayoría de los políticos, que hacen las veces de
puente entre el Gobierno y muchos jueces. Algunos de esos hombres, ciertamente
influyentes, ocupan cargos en organismos de control del Estado en nombre del
kirchnerismo. (3)
Es decir que estamos
transitando por la línea imprecisa de las especulaciones, en donde el desprecio
por las instituciones democráticas se hace evidente cuando la clase
política actúa sin previsión, ni coherencia, ingresando al terreno de la
repetición de errores, como si se tratasen de aciertos dignos de emular.
(1)
Por la vuelta -tango- 1938 Enrique Cadicamo.-
(2)
www.brevettarodriguez.com/politica.html#dengue.-
(3)
La campaña más sucia de la nueva democracia por Joaquín Morales Solá, La
Nación. 14, junio 2009)
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