Ariel
Álvarez Valdés, al margen de reconocido profesional de las Ciencias
Económicas y de los claustros universitarios, es uno de los miembros
fundadores de la Universidad Católica de Santiago del Estero y tal como
lo reseña en el contenido de este entretenido libro, jamás estuvo
ausente en la toma de decisiones en este meritorio y optimista derrotero
que cuenta mas de cuarenta años plenos de realizaciones, como de no
menos periódicas frustraciones, que resultan tan previsibles y salvables
como las que suelen acontecer con todos los emprendimientos que tienen
como objetivo la búsqueda del Bien Común y requieren necesariamente la
participación y el consenso de las mas diversas voluntades.
Sin duda, nos encontramos ante un trabajo serio y
bien cuidado. Corresponde destacar la calidad de la impresión, la
selección del material base de las ilustraciones, como así el acertado
encuadre y precisión en el análisis histórico, tan elaborado en lo
conceptual, como abarcativo en las notas de referencias.
No es común ingresar en la lectura de una obra
de contenido histórico-institucional y experimentar de inmediato la
sensación de encontrarnos cautivos, entre la narrativa de una lucha de
ideales compartidos en pos de una empresa titánica y los avatares de un
camino sinuoso, intrincado, en donde el pesimismo – en los primeros
tiempos - resultó ser moneda corriente, porque al parecer nadie estuvo
dispuesto a cargar con la responsabilidad de un previsible fracaso, pero
no así de convertirse en los cosecheros de las mieses, si al final la
siembra resultaba fructífera.
Álvarez Valdés, sabe como despertar la atención
en la lectura, porque ante todo, sobresale el ejercicio pleno de su
didáctica que emerge plasmada en los títulos de su entrega, sugestivos,
cronológicos, precisos... y especialmente impregnados de una sinceridad y
valentía que merece se destacada, porque no resulta fácil asumir el rol
de protagonista ante situaciones no queridas, que bien podrían ser
superadas simplemente con el silencio cómplice o con la liviandad de una
pluma complaciente.
Pero, el autor no trata en ningún momento de
esconder o soslayar aquellos periodos críticos que la entusiasta empresa
pudo superar con el tiempo, pues de nada hubiera servido intentar
ocultar en esta entrega, lo que tarde o temprano habría emergido a la
luz, de ahí lo acertado del titulo que sugiere la existencia de: “luces y
sombras” pues coincidentes con Eclesiastés... nada hay nuevo bajo el
sol.
Otro detalle para tener en cuenta es el
reconocimiento que evoca el autor de quienes actuaron como verdaderos
“fogoneros” para poner en marcha ese inmenso tren de ilusiones tendiente
a sacar a esta provincia del estancamiento cultural en que se
encontraba, llegando los años sesenta, dotándola de esa tan anhelada
Universidad, que pudiese contener las mas diversas vocaciones esparcidas
por todo el país, produciendo ese desarraigo tan doloroso en nuestra
juventud que casi siempre termina en la frustración.
Quienes transitamos alguna vez los pasillos de
la Universidad Católica de Santiago del Estero y conocimos de cerca a
los precursores que dieron el paso inicial para la concreción de la
empresa, somos testigos voluntarios de que el texto en análisis, se
ajusta a la estricta verdad y no resulta redundante reiterar los elogios
merecidos al padre Bernardo Niessen, tan reconocido y querido por los
estudiantes de aquella época, tanto como el Hermano Ermas - un santo y
sabio religioso - como acertadamente también lo define el autor.
Y a quienes reconocemos como nuestros formadores
en la escuela del derecho y la doctrina social de la Iglesia: Julio C.
Castiglione, Francisco Eduardo Cerro, Jaime Verdaguer González, Eduardo
Maidana, Julio Víctor Navarro, Rodolfo Arnedo, Azucena Brunello, Luís
Lucena, Marta y José Camuñas González, José Néstor Achaval, Garcia
Pinto, Raúl Danielsen, Rodolfo Cuestas, Carlos Zurita, entre tantos
otros que cumplieron y aun cumplen una laboriosa gestión desde distintos
roles para continuar sosteniendo esa obra en constante crecimiento.
La U.C.S.E. que “es una de las pocas, sino la
única en el mundo creada por iniciativa de laicos y manejada por ellos” –
conforme se reseña en el prologo – ha experimentado en estos últimos
años, un notable crecimiento tanto en lo edilicio, como en lo
institucional, que la coloca a la vanguardia de los mas importantes
centros de estudios radicados en el país.
Por ello no resulta presuntuoso proponer desde
esta nota, que las actuales autoridades de esa casa de estudios
consideren, se promueva el conocimiento de esta obra pletórica de
anhelos y enseñanzas, entre quienes concurren diariamente en busca del
conocimiento científico y la realización vocacional, pues resulta vano
intentar estrechar vínculos pasajeros y por sobre todas las cosas,
porque, no se puede amar lo que no se conoce.
Publicado en el Diario El Liberal, enero del 2005
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