Generalmente
nos encontramos con palabras que, si no nos hacen dudar, tienen el
privilegio de confundirnos o en raras casualidad suelen hacernos acertar
con el vocabulario correcto. Nuestra lengua -muy difícil por ciento-
frondosa de expresiones idiomáticas, sufre periódicamente las
modificaciones que el tiempo, el uso o el abuso expresivo así lo exige,
no escapa del control de nuestros permanentes tutores, de la Real
Academia Española.
Hoy nos abocamos a el contenido que
encierran dos palabra muy en boga en tos últimos tiempos: cultura
política y política cultural, dos vocablos que suelen confundirnos e
incluso extraviarnos, pues es muy fácil invertir esta palabras
resultando tremendamente difícil explicar su significado.
Cultura Política
Acertadamente dijo el General Perón en una
audición televisiva: “que el pueblo argentino aun no ha adquirido lo que
se llama cultura política, si bien es cierto está dotado en conciencia
política, lo que es muy importante puesto que es la etapa previa para
llegar a una verdadera cultura política.”
Es de sumo interés que el pueblo argentino
comience a asumir la responsabilidad que la ha sido asignada en éste
trascendente proceso político que vive el país y para ello los
verdaderos argentinos debemos estar preparados.
No suelen faltar aquellos que menosprecian
la materia tildándola de inoperante, dañina, sucia y hasta ruin. Antes
de proferir insultos de este calibre es más que necesario saber de que
se trata, para recién emitir un juicio valedero o al menos no confundir
los términos reales, pues la política es una cosa y los políticos son
otra.
Felizmente en este tiempo hablar de política
es como hablar de cine, arte, literatura, proceso que se viene dando en
la medida que los argentinos nos comprendemos menos. Marta Hildembrant
directora del Instituto Nacional de Cultura, en la gestión inaugural de
primer Congreso de Escritores, Artistas e Intelectuales convocados en
Lima, dijo: “Ya no se puede en ésta época revolucionaria; aceptar que
alguien se llame a-político. El a-político es un enemigo nuestro, es un
enemigo de la revolución, en tiempos de incendio no se puede ser
a-bombero”.
Estas sabias palabras demuestran una bien
sentada cultura política, es decir que no es preciso ser correcto en el
proceder sino saber porqué lo somos, ser consciente de lo que se hace
siempre respetando el pensamiento ajeno sin salir de los lineamientos
democráticos.
Política cultural
No hace mucho desde estas mismas paginas
destaqué el autentico significado de lo que se debe entender, en un
articulo titulado: “Hay que ponerle el hombro a la Cultura”.
No obstante creo -es menester repetir hasta
el cansancio- lo que ciertos señores se niegan a reconocer. La cultura
nace del pueblo y a él le pertenece, no puede ni podrá nunca ser el mero
privilegio de algunos elegidos. Muchas veces nos preguntamos: ¿Quién
tiene a su cargo la cultura? Sin darnos cuenta que el gobierno que
nosotros elegimos es el encargado de proporcionarla a todo el pueblo sin
distinción de banderías, ni de credos.
Lo lamentable del caso es que cada gobierno
que asume -legal o inconstitucionalmente- de lo menos que se ocupa es de
la cultura del pueblo, relegando a éste hacia inferiores condiciones
sociales e intelectuales.
Para que este mal no se repita, es necesario
adoptar normas y medidas que tiendan a una distribución cultural
equitativa, no es posible que los pobladores urbanos reciban
periódicamente numerosos aportes culturales (teatro poesía,
conferencias, diapositivas, periódicos, televisión, etc.) y el interior
sea siempre el mismo postergado por las causas que siempre hemos
lamentado, incapacidad y desorganización.
Se llama política cultural a la planificación
minuciosa de actividades intelectuales (fomento cultural, creación de
bibliotecas, academias, escuelas, etc.) que los gobernantes nos prometen
y nunca nos cumplen, es decir que cada día que pasa se nota mas el
abandono ideológico del publico ante todo tipo de manifestaciones
artísticas que contribuyen al buen desenvolvimiento del intelecto.
Estas pautas nos demuestran que siguen las
maniobras instrumentadas de aquellos que continúan desde la sombras
tratando de mantener en la total ignorancia a nuestro pueblo,
continuando así con la explotación desarmada que sigue ejerciendo.
Débenos desarrollar una profunda conciencia
critica que nos permita discernir lo verdadero de lo falso, lo justo de
lo injusto, lo leal de la traición, para evitar que el pueblo siga
siendo objeto de abusos especulaciones y atropellos de todo tipo.
Creo dejar bien en claro lo que se entiende
por cultura política y lo que comprende la política cultural. Hasta el
momento la cosa está en pañales, es decir sin miras a mejorar, pero
esperamos con urgencia un cambio que derribe la inoperancia y la
desorganización ¿Se dará este cambio? Ojalá.-
Publicado en el diario La Hora el 13 de marzo de 1974
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