domingo, 17 de enero de 2016

PARA SABER CUANTOS SOMOS


       
                              Una de las preguntas mas angustiantes que seguramente desvela a los partidos políticos, es seguramente la necesidad de saber cuantos se cuentan en las urnas, no así cuantos se cuentan en las afiliaciones.

            La escasa vida democrática en este país ha agudizado el ingenio de los dirigentes políticos en relación a las variadas motivaciones existentes en cuanto a los modos y métodos para conseguir afiliados, no dudamos que el excesivo tiempo de inactividad partidaria haya logrado que el ingenio desborde los limites de la normalidad, o mejor dicho, del deber ser en cuanto a la ética necesaria aplicable a la ciencia política.

            Si bien es cierto que no siempre se camina por el sendero deseado muchas veces nos vemos obligados a marchar en una procesión que nos disgusta o bien que no resulta conforme con nuestro intereses, sin dejar de lado los casos en que se nos obliga a no cambiar el rumbo, todo por supuesto bajo penas y condenas que no son fáciles de evadir.

       En política, pensamos, que si estamos como nos encontramos, no hay razón para echarle la culpa al “dueño del chancho” que es aquel que brinda las posibilidades para el mantenimiento de la institución, somos “los chanchos” los que necesariamente debemos encauzarnos por carriles menos adversos y paternalitas, en una palabra, somos nosotros los argentinos los que debemos aprender a conducirnos solos, con criterios objetivos, en ejercicio del libre albedrío, sin atender las necesidades o intereses de los que se nos muestran como protectores.

      No hace mucho, en oportunidad en que varios partidos políticos firmaron el acta de coincidencias con el actual gobierno, el periódico Esquiú comentaba entre sus columnas que: “ no podía faltar, junto al Justicialismo el Partido Conservador popular, cuyos votos se ignoran porque siempre se sumó ha aquél.”

      Este comentario, que sin duda invita a una profunda reflexión no deja de ser acertado y motiva a los dirigentes del partido conservador popular a preguntarse no sin razón ¿Cuántos somos…?

      Esta pregunta será muy difícil de resolverse hasta tanto el P.C.P. se enfrente sin aliados a un llamado electoral. De otra manera se tendrá una visión aproximada según sea el caudal de afiliados que no siempre reflejan el verdadero potencial de  las manifestaciones que se realizan a solas, en un cuarto oscuro.

      Muchas cosas han pasado desde qué el lúcido y visionario estadista Vicente Solano Lima rompiera con los conservadores retardatarios y antiprogresistas y formara su propio partido levantando las banderas de lo popular y lo cristiano – imprimiendo a su plataforma la función social en armonía con la doctrina social de la iglesia- y tantas otras sucedieron desde que se abrazara con el entonces líder exiliado Juan Domingo Perón y advirtieran juntos la necesidad de conducir una gran fuerza nacional para concretar oportunamente una alianza con América latina.

     Sin duda el ámbito de los grandes temas nacionales, el trabajo fecundo en contra de las dictaduras, las necesarias reorganizaciones internas y el diálogo permanente en la búsqueda de la integración de un frente nacional y popular no ha permitido que los conservadores populares puedan saber cuántos son.

    Muchos años de rigor y de presión han marcado la ruta de los argentinos. Años de miseria y desesperanza en busca de la anhelada estabilidad qué se mostró siempre esquiva, de una libertad que ha sido siempre retaceada y cercenada por los militarismos de turno, así las apresuradas salidas electorales que hemos conseguido desde 1930 a la fecha, no han sido más que engendros estatutarios confeccionados en la soledad del poder usurpado, sin el tiempo necesario para los gobernantes, de constituir para sí una base de acción política que contemple las más elementales necesidades posibilitando una digna integración.

     Así concurrimos siempre a los comicios, improvisados, vacilantes, inseguros. Lo que salvó a los  conservadores populares fue el verdadero sentido integracionista y colectivo, siempre buscando la unión de los argentinos y alistándose junto a la corriente más afín y coincidente que no es otra que el Justicialismo, movimiento popular éste, que estuvo desde su creación hasta la muerte de su inspirador totalmente convencido de la necesidad de la conformación de un frente electoral con todos los partidos de raigambre netamente popular.

     Hoy ambos partidos han acusado la pérdida de sus conductores. La desaparición de Juan Domingo Perón y Vicente Solano Lima colocan al Justicialismo y al Conservadorismo Popular en calidad y categoría de huérfanos, quienes ya han experimentado el impacto de la desprotección reconociéndose culpables de los errores ya  cometidos.

    Sin duda ha  llegado el momento de asumir la conducción de la empresa y para ello deben concientizarse de que solos,  carecen de los medios suficientes para afrontar los embates de la crisis cada vez en aumento.

     Ambas fuerzas se encuentran en una contingencia que requiere inmediatas y urgentes soluciones, pues hay interrogantes a los que habrá que darles respuestas validas y precisas en el margen de la premura que la situación lo requiere.

    Los argentinos no debemos olvidarnos que tenemos un país y una idea que atender, no son éstos precisamente los tiempos del “vedetismo”, la ridícula figuración y la fácil y vetusta demagogia, nos esperan días difíciles  a los que habrá que encararlos con espíritu victorioso.

    No hay mejores soluciones que la mesa de las grandes coincidencias para la elaboración de proyectos comunes, la “unión nacional” debe ser el basamento para la construcción de la Republica.

    Solos y dispersos seremos victimas fáciles de nuestros enemigos que nos vigilan solapados y al acecho. Y no lo hacen desde hoy, sino desde el comienzo mismo de nuestra historia republicana.

     El último resultado electoral es el cabal ejemplo que nos demuestra que la disgregación, el unitarismo y la individualidad no son más que expresiones de deseos que en muy contadas oportunidades pueden llegar a convertirse en realidad.

     Las bases comunes y el plural entendimiento, deben ser la idea fundamental que encamina a los dos partidos aludidos para alcanzar a recuperar el terreno perdido, si la unión no se concreta de inmediato a de sorprender el momento de la definición que no está lejos; ese tiempo habrá de encontrar voluntades firmes y decididas, de no ser así –de aquí en mas- tanto peronismo como conservadorismo habrán de soportar la orfandad como mejor les llegue y aguardaran los tiempos del balance, de los acuerdos o de los remordimientos y cada cual habrá de invertirlo en la sonoridad de la victoria o en el silencio de la derrota.

   Entonces si, nos guste o no, recién  vamos a saber cuantos somos.. 

Publicado en el Periódico Regional del NOA La Verdad, septiembre-octubre, 1984.-

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