domingo, 17 de enero de 2016

CONSERVADORES POPULARES: ¿QUO VADIS…?


       
                                  No hace mucho, caminando en Buenos Aires del brazo de Vicente Solano Lima, tratamos de encontrar un sitio en común en dónde se aglutinasen las fuerzas conservadoras que, a no dudarlo, representan una notable proporción dentro del electorado nacional.

      Nuestras ideas, como no podía ser de otra manera, se basaban en una conciliación nacional capaz de presentarse como alternativa válida dentro del trabajo incesante de las posiciones políticas que ambientaban el medio. 

      La idea, no solamente sugiere la simple unión de los conservadores, sino que exige profundas transformaciones dentro de lo individual, social, doctrinario y económico para no entrar en incontables detalles, que de hecho habrá que replantearse.

      La exagerada distancia que nos separaba, no solamente hablo de años, quizás sirvió para aunar dos concepciones distintas, pues sin dudas ambos encuadrábamos nuestras premisas desde dos cosmovisiones, en principio disímiles, pero que en el fondo se entrelazan, era algo así como el cauce de dos ríos que al final del camino desembocaban en un mismo destino, ó para ser más claro siempre terminábamos en la misma olla.

     La unión de los argentinos, fue sin duda su máxima tarea y su trabajo final, y es el proyecto que continuamos los que pretendemos emularlo. Por supuesto, que para la gran empresa estábamos preparando las bases para la unión de entre casa.

   Pensábamos que superando las diferencias en nuestra propia familia, podíamos marchar ya vivificados a tentar la unión nacional, tarea, que cómo se supone, no es nada fácil.

    Lamentablemente, la muerte repentina se llevó al viejo e infatigable luchador, y no por ello a lo que quedamos, dejaremos de trabajar por la misma causa. Hoy más que nunca estamos fortalecidos, siempre en la búsqueda por hacer realidad nuestro ideal.

   En principio tratamos de lograr un trabajo conjunto, en dónde la participación activa fuese la tarea común de todos, sin ninguna excepción que pudiera sustraerse o ser marginado.

   No fue así. Pensamos que las diferencias se clarificarían con el tiempo, y esperamos el proceso de decantación, renovamos autoridades, siempre expectantes, pero hasta la fecha la renovación resultó la quimera y el balance realizado, nos arrojó un “debe” que sin lugar a dudas nos llevará a un replanteo sobre la marcha de nuestra empresa.

     La desaparición de los grandes líderes nos enseñan el curso de la historia, no suelen ser reemplazados, salvo contados casos. Los partidos ó movimientos subsisten hasta tanto cristalizan el modelo ideal que llega a la conducción salvando los escollos naturales y las vallas intencionales que se suelen anteponer en el camino. 

    De no ser así, siempre se busca la fusión, para el mejor de los casos, o bien se llega a la escisión plena, cuando el vació de poder y conducción no ha logrado colmar la más mínima expectativas de la dirigencia activa, de la agrupación de que se trate.

   Si existe en el país un partido que arrastra congénito el divisionismo, ese es sin duda el conservador, que ha venido subsistiendo desde los albores de nuestra concepción como Nación.

   No podemos dejar de reconocer que en algún momento se advertía su desaparición, pero felices circunstancias ó malas administraciones, impulsaron su renacimiento que hoy enfervorizado, se erige como alternativa más que válida para enfrentar los embates de la vida democrática y de todo cambio que ella implica.

   Ahora bien: ¿Cuál sería la mejor forma de intentar la unión conservadora...? Una alternativa sería el llamamiento de las fuerzas dispersas que actúan, algunas en forma aislada ó en grupos, elaborando bases de acción común, con miras indefectibles dentro de una única esencia.

   Cambiar el espíritu conservador ó mutilarlo ó transformarlo, sería estéril, pues estaríamos ante el nacimiento de una nueva conformación, que no viene al caso intentar.

   Otra sería la construcción de un frente amplio, capaz de conciliar las diferentes posturas, que con sólo limar algunas asperezas, se crearían las bases necesarias para una integración definitiva.

  Sea cual fuere la alternativa, aún no se conocen rumbos ciertos para el avance conservador, pese a que las condiciones políticas están dadas. No dudamos que el quo vadis, se cierne sobre las conciencias de los dirigentes, próximos a finalizar sus mandatos, sin tener trazado todavía el rumbo a seguir, ello unido a que en algún momento se les pedirá rendición de cuentas y para el mejor de los casos, nobleza obliga, si no tienen respuestas, tendrán que renunciar.

   No queda mucho tiempo como para perderlo en fantasías irrealizables, habrá que plantearse la propia existencia y darle un trazo cierto al destino encomendado, de no ser así, seguramente los medios, buscarán la oportunidad de cambiar la camiseta, el resto del equipo que quiere seguir trabajando debe encontrar las condiciones para realizar su anhelo, que no son otras que la conducción partidaria.

  Debemos tener en claro que al árbol se lo conoce por sus frutos…!

Publicado en Periódico “ LA VERDAD”, Enero de 1985.-

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